Grandes directores

A veces, aunque la película nos haya gustado, se nos olvida parte del argumento, trastocamos el final o enredamos la trama. Pero, lo que no se nos puede borrar de nuestro recuerdo cinéfilo son algunas escenas. Hay momentos que nos perseguirán siempre. Resulta divertido y evocador volver a esas imágenes, a esas escenas imborrables de la historia del cine. El conde vampiro de Nosferatu disolviéndose junto a la ventana con la llegada de los rayos del sol; Lya Lys besando el pie de una estatua en La edad de oro (por no recordar el corte de ojo de Un perro andaluz); Peter Lorre descubriendo la letra M en el espejo de la tienda o Escarlata O'Hara diciendo aquello de "A Dios pongo por testigo..." con ese cielo rojo de fondo y el árbol seco; la escena con la avioneta en Con la muerte en los talones ; el puente de Manhattan, Roma en moto con Audrey Hepburn, la falda de Marylin en La tentación vive arriba o la cena con la bota de Charlot en La quimera del oro. Y hay muchas más tan conocidas, por ejemplo la escena de la escalera de Odesa en El acorazado Potemkin, la pelea contra las avionetas del gigantesco King Kong o la escena del adiós en Casablanca. Lo mejor, acudir al libro, para después volver a las escenas de nuestras vidas a través de las más de 400 fotografías que contiene este volumen, que también incluye fichas técnicas, datos y anécdotas sobre las secuencias reseñadas.