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Dalí y el cine en la Tate

6 de junio , 2007



En una carta dirigida a André Breton, Dalí le citaba como uno de "los tres grandes surrealistas" de EE UU junto con "Disney y Cecil B. Demille." En compañía de su esposa, Gala, el pintor viajó a Los Ángeles para reunirse con el cómico quien, dispuesto a epatar al surrealista, le recibió desnudo, coronado de rosas, y rodeado de varios cientos de arpas, según contaría más tarde el propio Dalí. Éste pensó incluso hacer una película con los hermanos Marx, La mujer surrealista, proyecto que, sin embargo, no prosperó y que quedó en una serie de ideas y de imágenes que pueden verse en la exposición londinense, entre ellas la de una "cena en el desierto iluminada por jirafas ardiendo". Gracias a su genio, pero también a sus extravagancias y a su sentido innato para la publicidad, Dalí conectó inmediatamente con el mundo de Hollywood, que le fichó para que trabajase en secuencias oníricas, su gran especialidad, como la famosa de Recuerda, en el filme de Alfred Hitchcok.

Durante este rodaje, en 1945, Dalí conoció a Disney, con quien firmó un contrato para un corto de animación que debía combinar imágenes reales y dibujos. El proyecto, titulado Destino y basado en la canción homónima de Armando Domíngue, quedó truncado por problemas de presupuesto, pero con el centenar largo de escenas, dibujos y pinturas conservadas, un nieto de Walt Disney, Roy, y el productor Baker Bloodworth lo completaron en 1993, siguiendo las instrucciones y los esbozos del artista.

En la retrospectiva que organiza la Tate, todas esas películas se exhiben en distintas salas, en pantalla grande y de forma continua, de forma que los visitantes pueden interrumpir en cualquier momento su recorrido y verlas. Al mismo tiempo se exponen guiones y dibujos preparatorios tanto de las películas terminadas como de las frustradas, por ejemplo, Babaouo (1932), Los Misterios surrealistas de Nueva York o La Carretilla de la Carne, rebosantes de imágenes oníricas, y fantasías sexuales.

Algunas de las imágenes utilizadas en el cine aparecen ya en pinturas surrealistas como la temprana Aparato y Mano, de 1927, El enigma del deseo y El gran masturbador, ambos de 1929, o La persistencia de la memoria, de 1931, con sus emblemáticos relojes en trance de derretirse. Con sus grandes espacios desérticos, sus juegos de sombras, sus singulares perspectivas y su desconcertante iluminación, muchos de sus cuadros tienen una calidad espectacular que se explica en buena parte por la influencia de la pantalla.

La exposición, que se abre con los retratos realistas que el joven Dalí hizo de su padre y de Buñuel, en los que demuestra ya su virtuosismo en el dibujo, ofrece una cuidada selección de su etapa más exquisitamente surrealista. La minuciosidad realista en la descripción del detalle, aprendida en Vermeer y otros pintores holandeses, la pone Dalí al servicio de una imaginación desbordante, que yuxtapone y descubre conexiones entre los elementos más dispares, siguiendo en ello al conde de Lautréamont, el gran santo de los surrealistas. La muestra, organizada en colaboración con la fundación Gala-Salvador Dalí, de Figueres, y con apoyo de la Oficina de Turismo de España, estará abierta hasta el 9 de septiembre y viajará más tarde a Los Ángeles y St. Petersburgo (Florida).

“El mejor cine es aquel que puedes percibir con los ojos cerrados", dijo Salvador Dalí sobre el séptimo arte, con el que el pintor tuvo una estrecha relación más allá de sus conocidas colaboraciones con Luis Buñuel, Walt Disney y Alfred Hitchcock. A su pasión por el cine dedica la galería Tate Modern de Londres un monográfico, que el público puede visitar desde el día 30 de mayo. De forma cronológica, la muestra presenta más de un centenar de trabajos de colecciones de todo el mundo, que incluye más de 60 pinturas.

Dalí nació, como Alberti, con el cine, y su pasión por el séptimo arte sería una constante a lo largo de su vida. La exposición, que inauguran oficialmente el día 30 del pasado mes la infanta Cristina y su esposo, Iñaki Urdangarín, documenta la relación del genio de Figueres con el cine y la influencia de este arte en su pintura a partir de su participación con Luis Buñuel en dos filmes surrealistas por excelencia: El perro Andaluz (1928) y La Edad de Oro (1930). La famosa secuencia del ojo seccionado por una hoja de afeitar en El Perro Andaluz sigue siendo una de las escenas más impactantes en la historia del cine, al igual que la mano llena de hormigas sigue siendo símbolo del deseo. Dalí sintió además casi desde el principio una fascinación por el mundo de Hollywood, gracias sobre todo a los hermanos Marx, en especial al mudo Harpo, a quien conoció en París.

Cartel de la película Un perro andaluz