Contexto Histórico
(Grecia)
1. GRECIA ANTIGUA
En el último periodo de la edad del bronce en Grecia (1500-1200 a.C.), el
continente fue absorbiendo paulatinamente la civilización cretense. Hacia el
1400 a.C., los aqueos conquistaron y controlaron las islas y poco después
también dominaron el continente, en especial la región de Micenas.
Debido a las exhaustivas investigaciones de sus ruinas, la ciudad da su nombre
a los antecesores aqueos, aunque también destacaron en importancia otras
ciudades-estado. La guerra de Troya, descrita por Homero en la Iliada, comenzó alrededor del 1200 a.C. y probablemente fue
uno de los conflictos bélicos que tuvieron lugar entre los siglos XIII y XII
a.C. Puede que tuviera relación con la última y más importante invasión del norte,
que ocurrió en aquel tiempo e introdujo la edad del hierro en Grecia. Los
dorios abandonaron las montañas del Épiro y
descendieron al Peloponeso y a Creta, utilizando
armas de hierro para conquistar y expulsar a los anteriores habitantes de estas
regiones. Los dorios derrocaron a los monarcas aqueos y se asentaron sobre todo
en las regiones meridionales y orientales de la península. Esparta y Corinto se
transformaron en las principales ciudades dóricas. Muchos aqueos buscaron
refugio al norte del Peloponeso, zona que más tarde
se llamó Aquea. Otros resistieron duramente a los dorios, y tras ser sometidos,
fueron reducidos a servidumbre y denominados ´ilotas´.
Los que lograron huir se refugiaron en el Peloponeso,
se reunieron con sus parientes en Ática y en la isla de Eubea, pero después
emigraron al igual que los eolios a las costas de Asia Menor. En los siglos
posteriores al 1200 a.C. la progresiva colonización de las costas de Asia
Menor, primero por los refugiados procedentes de zonas ocupadas por los dorios
y más tarde por los mismos dorios, convirtieron la región en parte política y
cultural de Grecia. Por cada una de las tres divisiones étnicas griegas se creó
una gran confederación. La parte norte de la costa de Asia Menor y la isla de Lesbos formaban la Confederación Éslica.
La Confederación Jónica ocupaba el distrito medio, llamado Jonia, y las islas
de Quíos y Samos. Al sur de las islas de Rodas y Cos
se estableció una Confederación Dórica. Varios siglos después (750-550 a.C.),
el rápido aumento de la población, la escasez de alimentos, el florecimiento de
la artesanía y el comercio y otros factores conllevaron una nueva oleada
colonizadora. Se fundaron colonias en lugares tan lejanos como la costa
oriental del mar Negro y Masilia (actual Marsella, Francia), y tuvieron lugar
asentamientos en Sicilia y la parte meridional de la
península Itálica. Esta última tenía tal densidad de población griega que se la
conocía como la Magna Graecia.
1. GRECIA HELÉNICA
Una vez finalizadas las grandes migraciones al Egeo, los griegos
desarrollaron una orgullosa conciencia racial. Se llamaban a sí mismos ´helenos´, nombre derivado, según Homero, de una pequeña
tribu del sur de Tesalia. El término griegos, empleado por posteriores pueblos
extranjeros, provenía nominalmente de Grecia, nombre en latín de una pequeña
tribu helénica del Épiro con la que los romanos
tuvieron contactos. Al margen de la mitología, que era la base de una compleja
religión, los helenos desarrollaron una genealogía
que remontaba sus orígenes a héroes con carácter semi-divino.
A
pesar de que los pequeños estados helénicos mantenían su autonomía, seguían un
desarrollo similar en su evolución política. En el periodo pre-helénico
los jefes de las tribus invasoras se proclamaron monarcas de los territorios
conquistados. Entre el 800 y el 650 a.C. estas monarquías se fueron
sustituyendo por oligarquías de aristócratas, ya que las familias nobles
compraban las tierras y éstas eran la base de todo su poder y riqueza. Cerca
del año 650 a.C., muchas de estas oligarquías helénicas fueron sustituidas por
plebeyos enriquecidos o aristócratas desafectos, llamados tiranos. La aparición
de las tiranías se debió sobre todo a un factor económico. El descontento
popular surgido frente a las aristocracias se había convertido en un importante
factor político a causa del aumento de la esclavitud de los campesinos sin
tierras; la colonización y comercio en los siglos VIII y VII a.C. acelera el
desarrollo de una próspera clase de comerciantes, que supieron aprovecharse del
gran descontento para reclamar el reparto del poder con los aristócratas de las
ciudades-estado.
3. LAS TIRANÍAS
La era
de los tiranos griegos (650-500 a.C.) destaca por los avances logrados en la
civilización helénica. El título de tirano implicaba el acceso ilegal al poder,
no el abuso del mismo. En general, tiranos como Periandro
de Corinto, Gelón de Siracusa y Polícrates
de Samos (reinó entre 535 a.C.-522 a.C.) fueron
gobernantes sabios y populares. El comercio y la artesanía prosperaron. Con el
nacimiento de la fuerza política y económica llegó el florecimiento de la
cultura helénica, de un modo especial en Jonia, donde empezaba a surgir la
filosofía griega con Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes. El desarrollo de objetivos culturales comunes a
todas las ciudades helénicas fue uno de los factores que dieron cierta cohesión
a la antigua Grecia a pesar de la división política existente. En este sentido
contribuyó la lengua griega, cuyos muchos dialectos se entendían en cualquier
parte del país o en cualquier colonia. El tercer aspecto a tener en cuenta fue
la religión griega que todos los helenos compartían:
el santuario de Delfos fue el mayor y más respetado.
En torno a la religión, los griegos también tenían cuatro festivales
nacionales, llamados juegos (los olímpicos, los ístmicos, los pitios y nemeos).
Los Juegos Olímpicos eran tan importantes que muchos griegos remontan sus
cálculos históricos a la Primera Olimpiada (el periodo de cuatro años entre la
celebración de los Juegos Olímpicos) celebrada en el año 776 a.C. Relacionada
con la religión, en origen al menos, estaba la Liga de Anfictionía,
organización de tribus helenas que se creó para la protección y administración
de los santuarios.
4.
DE LA DEMOCRACIA A LA MONARQUÍA
La era de los tiranos griegos (650-500 a.C.) destaca por
los avances logrados en la civilización helénica. El título de tirano implicaba
el acceso ilegal al poder, no el abuso del mismo. En general, tiranos como Periandro de Corinto, Gelón de
Siracusa y Polícrates de Samos
(reinó entre 535 a.C.-522 a.C.) fueron gobernantes sabios y populares. El
comercio y la artesanía prosperaron. Con el nacimiento de la fuerza política y
económica llegó el florecimiento de la cultura helénica, de un modo especial en
Jonia, donde empezaba a surgir la filosofía griega con Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes. El
desarrollo de objetivos culturales comunes a todas las ciudades helénicas fue
uno de los factores que dieron cierta cohesión a la antigua Grecia a pesar de
la división política existente. En este sentido contribuyó la lengua griega,
cuyos muchos dialectos se entendían en cualquier parte del país o en cualquier
colonia. El tercer aspecto a tener en cuenta fue la religión griega que todos
los helenos compartían: el santuario de Delfos fue el mayor y más respetado. En torno a la
religión, los griegos también tenían cuatro festivales nacionales, llamados
juegos (los olímpicos, los ístmicos, los pitios y nemeos). Los Juegos Olímpicos
eran tan importantes que muchos griegos remontan sus cálculos históricos a la
Primera Olimpiada (el periodo de cuatro años entre la celebración de los Juegos
Olímpicos) celebrada en el año 776 a.C. Relacionada con la religión, en origen
al menos, estaba la Liga de Anfictionía, organización de tribus helenas que se
creó para la protección y administración de los santuarios.
5.
LAS GUERRAS MÉDICAS
Creso, rey de Lidia, conquistó las colonias griegas de Asia Menor en el 560
a.C., en la primera parte de su reinado (560 a.C.-546 a.C.). Creso fue un
gobernador moderado, respetuoso con los helenos y
aliado de Esparta; el gobierno lidio estimuló la vida económica, política e
intelectual de las colonias. En el 546 a.C., Creso fue expulsado del trono por
Ciro II el Grande, rey de Persia. A excepción de la isla de Samos,
que se defendió con tenacidad, las ciudades griegas de Asia y las islas
costeras pasaron a formar parte del Imperio persa.
En el
499 a.C., Jonia, ayudada por Atenas y Eretria, se
volvió contra Persia. Los rebeldes tuvieron éxito, en principio, y el rey Darío
I el Grande de Persia juró vengarse. Sofocó la revuelta en el 493 a.C. y, tras
saquear Mileto, restableció su control absoluto sobre Jonia. Un año después,
Mardonio, yerno del rey, condujo una gran flota persa para conquistar Grecia,
pero casi todas sus naves fueron hundidas en el cabo de Athos.
Al mismo tiempo, Darío envió emisarios a Grecia para pedir muestras de sumisión
a todas las ciudades-estado. Aunque la mayoría de los pequeños reinos
consintieron, Esparta y Atenas se negaron y mataron a los emisarios persas en
señal de desafío. Darío, encolerizado por tal ofensa, así como por la pérdida
de su flota, preparó una segunda expedición que partió en el 490 a.C. Después
de destruir Eretria, el ejército persa avanzó hacia
la llanura de Maratón, cerca de Atenas. Los dirigentes atenienses pidieron
ayuda a Esparta, pero el mensaje llegó durante la celebración de un festival
religioso que prohibía a los espartanos abandonar la ciudad. Sin embargo, el
ejército ateniense, bajo el mando de Milcíades el
Joven, obtuvo una increíble victoria sobre una fuerza persa tres veces mayor
que la suya.
Inmediatamente
Darío dispuso una tercera expedición; su hijo, Jerjes
I, quien le sucedió en el 486 a.C., reunió uno de los mayores ejércitos de toda
la época antigua. En el 481 a.C., los persas cruzaron sobre un puente de naves
el estrecho del Helesponto y marcharon en dirección
al sur. La primera batalla tuvo lugar en el paso de las Termópilas,
en el 480 a.C., donde el rey espartano Leónidas I y varios miles de soldados
defendieron heroicamente el estrecho paso. Un traidor griego condujo a los
persas a otro paso que permitía a los invasores acceder al primero por la
retaguardia espartana. Leónidas permitió a la mayoría de sus hombres retirarse,
pero él y una fuerza de 300 espartanos y 700 téspidas
resistieron hasta el final y fueron aniquilados. Los persas marcharon entonces
sobre Atenas e incendiaron la ciudad abandonada. Mientras, la flota persa
persiguió a la griega hasta Salamina, isla situada en
el golfo de Egina (anteriormente denominado golfo Sarónico), cerca de Atenas. En la contienda naval que
siguió, menos de 400 barcos griegos, al mando del político y general ateniense Temóstocles, derrotaron a 1.200 embarcaciones persas. Jerjes I, que había presenciado la batalla desde su trono
de oro en una colina sobre el puerto de Salamina,
huyó a Asia. Al año siguiente, 479 a.C., el resto de las fuerzas persas fueron
destruidas en Platea y los invasores fueron expulsados definitivamente.
6.
HEGEMONÍA DE ATENAS
Como resultado de su brillante liderazgo durante las guerras médicas,
Atenas se convirtió en el estado más influyente de Grecia. Más aún, las guerras
demostraron la creciente importancia de su poder naval, especialmente tras la
batalla de Salamina. Esparta, hasta entonces el mayor
poder militar de Grecia, perdió su prestigio en favor de la flota ateniense. En
el 478 a.C., un gran número de estados griegos formaron una alianza voluntaria,
la Liga de Delos, para expulsar a los persas de las
ciudades griegas de Asia Menor. Atenas encabezó la alianza. Las victorias de la
Liga, al mando del general Cimón, liberaron las
costas de Asia Menor del dominio persa. No obstante, Atenas extendió su poder
sobre otros miembros de la Liga de tal manera que, más que en sus aliados, se
convirtieron en sus súbditos. Los atenienses exigieron un tributo a sus
antiguos confederados y cuando Naxos intentó
retirarse de la Liga, las fuerzas atenienses arrasaron la ciudad.
El
periodo de hegemonía ateniense durante el siglo V a.C. es denominado como la ´Edad de Oro de Atenas´. Bajo el
mando de Pericles, la ciudad alcanzó su máximo
esplendor. La Constitución, reformada hacia una democracia interna, contenía
cláusulas tales como el pago por los servicios del jurado, lo que permitía a
los ciudadanos más pobres ser parte de tal institución. Pericles
se propuso hacer de Atenas la ciudad más bella del mundo.
Se
construyeron el Partenón, el Erecteion y otros
grandes edificios. El teatro griego alcanzó su máxima expresión con las obras
trágicas de hombres como Esquilo, Sófocles y Eurípides,
y el autor de comedias Aristófanes. Tucídides y Heródoto fueron
famosos historiadores, y el filósofo Sócrates fue otra figura de la Atenas de Pericles quien hizo de la ciudad un centro artístico y
cultural sin rival.
7.
GUERRA DEL PELOPONESO
A pesar de la excelente situación interna de la ciudad,
la política exterior de Atenas no era buena. Surgieron fricciones entre los
descontentos miembros de la Liga de Delos,
supervisada por Atenas; Esparta además envidiaba tal esplendor. Desde el 550
a.C. se había fundado otra liga entre las ciudades del Peloponeso
dominada por Esparta. Esta Liga del Peloponeso empezó
a oponerse a Atenas activamente. En el 431 a.C., se produjo el enfrentamiento
entre Atenas y Esparta con motivo de la ayuda ateniense a Corcyra
(hoy Corfú) durante la disputa que ésta mantenía con
Corinto, aliado de Esparta. La guerra del Peloponeso,
sostenida entre las dos grandes confederaciones, duró hasta el 404 a.C. y
concluyó con el establecimiento de la hegemonía espartana sobre Grecia. Al
final de la guerra, Esparta promovió la oligarquía llamada de los Treinta
Tiranos para gobernar Atenas. Se crearon similares cuerpos regentes en las
ciudades e islas de Asia Menor. Pronto el dominio espartano se mostró más duro
y opresivo que el de Atenas. En el 403 a.C., los atenienses, bajo Trasíbulo, se sublevaron y expulsaron a la guarnición
espartana que había apoyado a los oligarcas, y restauraron la democracia y la
independencia. Otras ciudades griegas también se rebelaron contra la hegemonía
espartana.
8. NUEVAS ALIANZAS
Los estados griegos empezaron a buscar por separado la
ayuda de su tradicional enemigo, Persia. En el 399 a.C., los ejércitos persas
saquearon la costa de Asia Menor, provocando que Esparta enviara un ejército.
Aunque éste tuvo cierto éxito, se vio obligado a regresar en el 395 a.C. para
hacer frente a la coalición de Argos, Atenas, Corinto y Tebas.
El conflicto que siguió, las Guerras Corintias, continuó por medio de pequeñas
contiendas y escaramuzas hasta el 387 a.C., cuando Esparta, aliada de Persia,
impuso la Paz de Antalcidas sobre sus discrepantes
estados súbditos. Según las condiciones del asentamiento persa-lacedemonio, se
cedía toda la costa oeste de Asia Menor a Persia y se otorgaba la autonomía a
las ciudades-estado de Grecia. A pesar del acuerdo, Esparta invadió Tebas en el 382 a.C. y tomó la ciudad de Olinto, al norte. El general de Tebas
Pelópidas, respaldado por Atenas, dirigió tres años
después un levantamiento que expulsó a las fuerzas de ocupación espartanas. La
guerra entre Esparta y Atenas, aliada con Tebas,
continuó y llegó a su fin con la batalla de Leuctra,
en el 371 a.C., en la que los tebanos, al mando de Epaminondas,
derrotaron por completo a sus enemigos y pusieron fin definitivamente a la
dominación espartana. Tebas, en virtud de su
victoria, se convirtió en el primer estado de Grecia, e inauguró un periodo de
malestar civil y miseria económica resultado de las luchas previas. Atenas, en
concreto, se negó a someterse a la supremacía de Tebas
y, en el 369 a.C., se alió con Esparta. Para mayor inseguridad, la hegemonía de
Tebas dependía principalmente de la brillante
regencia de Epaminondas y cuando éste murió, en la
batalla de Mantinea (362 a.C.), Tebas
se vio privada de su breve hegemonía.
8.
SUPREMACÍA DE MACEDONIA
Durante este periodo de luchas por la hegemonía en Grecia, Macedonia, al
norte de Tesalia, comenzaba su política de expansión. Filipo
II, rey de Macedonia en el 359 a.C., gran admirador de la civilización
ateniense, era consciente de su gran debilidad y la falta de unidad política
macedonia. Inmediatamente después de subir al trono, Filipo
anexionó las colonias del sur de Grecia, en la costa de Macedonia y Tracia, y
se propuso convertirse en el dueño de la península. Su astucia en las artes
políticas y el apoyo de las fuerzas macedonias contribuyeron al logro de sus
ambiciones, a pesar de la oposición de muchos políticos griegos, liderados por
el ateniense Demóstenes. En el 338 a.C. Filipo era lo
suficientemente poderoso como para convocar un congreso del resto de los
estados griegos, en el que reconocieron la superioridad de Macedonia en la
península y nombraron a Filipo comandante en jefe de
las fuerzas griegas. Un año después, un segundo congreso declaraba la guerra a
Persia, su enemigo tradicional. Filipo empezó a
preparar la campaña en Asia, pero fue asesinado en el 336 a.C. Su hijo,
Alejandro III el Magno, de veinte años, se convirtió en su sucesor.
En el
334 a.C., Alejandro se dispuso a invadir Persia. Durante los siguientes diez
años, sus conquistas propagaron la influencia, cultura y lengua griegas por el
imperio de Macedonia, que se extendía hasta el norte de India y hasta Egipto.
Al morir Alejandro en el 323 a.C., la cultura griega se había extendido por la
mayor parte del antiguo mundo.
9.
PERIODO HELENÍSTICO
Cuando Alejandro murió, los generales macedonios iniciaron entre ellos el
reparto de su vasto imperio. Los desacuerdos surgidos por esta división
provocaron una serie de guerras entre los años 322 a.C. y 275 a.C., muchas de
las cuales tuvieron lugar en Grecia. Por ello, una de las características de
este periodo que abarca desde la muerte de Alejandro hasta la conversión de
Grecia en provincia romana en el 146 a.C., fue el deterioro como entidades
políticas de las ciudades-estado griegas, además del progresivo declive de la
independencia política en conjunto.
No
obstante, el periodo helenístico estuvo marcado por el triunfo de Grecia como
fuente de cultura y, como resultado de las conquistas de Alejandro, se adoptó
su estilo de vida en todo el mundo antiguo.
10.
LOS DIADOCOS
De los reinos establecidos por los generales de Alejandro, llamados ´diadocos´ (en griego, diadojos, ´sucesor´), los más importantes eran los de Siria, bajo la
dinastía Seléucida, y Egipto, bajo la Tolemaica. La
capital del Egipto tolemaico, Alejandría, fundada por Alejandro en el 332 a.C.,
se convirtió en foco de rivalidades culturales, a veces superando la
importancia de Atenas en ese campo. Cada rincón del mundo heleno se dedicó al
cultivo de las artes y las actividades intelectuales. Algunos sabios, como los
matemáticos Euclides y Arquímedes, los filósofos
Epicuro y Zenón de Citio y los poetas Apolonio de Rodas y Tescrito,
pertenecen a esta época.
En el
290 a.C., las ciudades-estado de Grecia Central se unieron en la Liga Etolia,
una poderosa confederación militar que había sido inicialmente organizada bajo
el reinado de Filipo II por las ciudades de Etolia
para su mutua protección. Una segunda organización de similares
características, la Liga Aquea, se convirtió en el 280 a.C. en la confederación
suprema de las ciudades al norte del Peloponeso. Más
tarde se unieron otras ciudades. La Liga Aquea se hizo mucho más poderosa que
su rival e intentó conseguir el control de toda Grecia. Encabezada por el
general y político Arato de Sición,
inició un conflicto con Esparta que no se había aliado con ninguna de las dos.
La Liga fue inicialmente vencida, pero, contradiciendo su primera intención,
pidió ayuda militar a Macedonia; la Liga consiguió vencer entonces a Esparta,
pero a costa de caer bajo el dominio de Macedonia.
11.
LA DOMINACIÓN ROMANA
En el 215 a.C. Roma empezó a interferir en los asuntos de
Grecia. Filipo V de Macedonia se alió con Cartago
contra Roma, pero los romanos, con el apoyo de la Liga Etolia, vencieron a las
fuerzas macedonias en el 206 a.C., y consiguieron importantes posiciones en
Grecia. Roma, apoyada por ambas ligas, derrotó nuevamente a Filipo
V en el 197 a.C. en la batalla de Cinoscéfalos, y
Macedonia, totalmente sometida, aceptó pactar la paz con Roma y reconocer la
independencia de los estados griegos, los cuales, sin embargo, sólo cambiaron
un dominador por otro. En un último intento desesperado por liberarse, los
miembros de la Liga Aquea resistieron a las demandas de Roma en el 149 a.C.
Hubo una nueva guerra que terminó con la destrucción de Corinto a manos de las
legiones romanas en el 146 a.C. Las Ligas Etolia y Aquea fueron disueltas y
Grecia fue anexionada en su totalidad por Roma, que creó la provincia romana de
Macedonia, cuyo procónsul extendía su autoridad al resto de Grecia. Sólo
Atenas, Esparta y Delfos escaparon a esta situación,
convirtiéndose en ciudades federadas.