Algunos materiales para la asignatura de Iberos:

 

Luis Mª Mesa Caballero

 

1.-Fuentes sobre la Falcata:

            Actuales: como fuentes de investigación sobre este tipo de arma podemos encontrar desde los libros que hacen referencia a ritos funerarios en época ibérica, libros sobre armamento, libros sobre el mundo ibérico en general, catálogos de museos, hasta el propio mundo de internet.

Coetáneas:

2.-Denominación:

            Su nombre es una aplicación de M. Fulgosio en 1872.

Hemos realizado la búsqueda pensando en la evolución de las citaciones y estudios sobre la falcata, por ello citamos las referencias bibliográficas por  orden cronológico.

Tras una búsqueda bastante minuciosa, creemos que la primera vez que se utiliza por escrito el término "falcata" es en la introducción del libro :

-          CEAN BERMUDEZ, J.A.(1832) Sumario de las Antigüedades romanas que hay en españa, en especial las pertenecientes a las Bellas Artes. Madrid

aunque el término debía tener uso limitado, porque no reaparece, hasta un artículo sobre armas publicado en 1872 :

-          FULGOSIO, M. (1872) “Armas antiguas ofensivas de bronce e hierro: su estudio, en comparación con las que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional”. Museo Español de Antigüedades 1, 352-372

 sólo cinco años después de que L. Maraver describiera los primeros ejemplares como "espadas-machetes".

-          MARAVER Y ALFARO, L. (1867b) “Expedición arqueológica a Almedinilla”. Rev. De Bellas Artes e Histórico Arqueológica 2ª serie, v.2, 307-328.

 

La denominación hizo fortuna y se introdujo rápidamente en la bibliografla científica. Desde muy pronto la falcata fuera tenida en cuenta por investigadores extranjeros como Cartailhac (1886), P. Paris (1904) o H. Sandars (1913a), quienes se preocuparon sobre todo de la cuestión del origen de este peculiar tipo de arma así como de sus ricas decoraciones en plata :

-          CARTAILHAC, J. (1886) Les Ages préhistoriques de l´Espagnes et du Portugal. Paris.

 

-          PARIS, P. (1904) Essai sur l´art et líndustrie de l´Espagne primitive. I-II. Paris.

 

-          SANDARS, H. (1913a) “The weaphons of the Iberians”. Archaeologia, 44 205-294. London.

 

-          BOSCH GIMPERA, P.(1915-20a) Recensión de Sandars, “The weaphons of the Iberians”. AIEC 6, 943-945.

 

3-Descripción y tipos:

3.1Tamaño: se trata de una espada corta, de hoja asimétrica de unos 50 centímetros.

3.2 Decoración: en muchos casos presenta una decoración de damasquinados en plata

3.3 Acanaladuras: se piensa que su función era la de aligerar el peso de la espada. Otros autores han indicado la posibilidad de que su función fuera la de causar una muerte más rápida al introducir aire en el cuerpo enemigo, pero esta teoría se ha desechado.

3.4 Tipos  de hojas: la falcata básicamente tiene la hoja curva.

3.5 Tipos de empuñaduras:

-Cabeza de ave: característica de los Iberos de la Alta Andalucía, Sureste y Levante meridional entre los siglos V y I a.C. Aparece en otras zonas en pequeño número. Procede de una espada similar del área itálica, que a su vez tuvo su origen en los Balcanes. No deriva pues de la kopis griega, que es una evolución paralela. 
 
-Cabeza de caballo: mantiene la forma de este animal

 

-Empuñadura rectangular : rectangular como su nombre indica


-'Baleárica' : arma de un sólo filo, pero sólo está muy lejanamente emparentada con la falcata. Aparece en la Edad del Hierro en Mallorca y Menorca.

 

4- Siderurgia

4.1 Materia prima Fe / acero.

4.2 Trabajo de Fe.

5- Donde aparece; por donde se extiende; donde no se utiliza.

            Desde las últimas décadas del siglo VII a.C. y hasta mediados del siglo VI se desarrolla una etapa para la que contamos con pocos datos, la fase formativa del armamento ibérico. Coincide con la generalización de la metalurgia del hierro y en su transcurso se extinguió la vieja tradición de espadas rectas y largas del Bronce final. Las espadas son raras en la Península en esta fase: ausentes en la Meseta, aparecen ocasionalmente durante el siglo VI a.C. en forma de tipos de hoja recta, larga y estrecha en tumbas muy ricas como las del Palmarón (Huelva) o Can Canyís (Tarragona). Las armas más frecuentes son, así, lanzas muy largas, pesadas y con fuerte nervio, aptas para el combate cuerpo a cuerpo. Por otro lado, desde muy pronto se observa en la Baja Andalucía (el futuro ámbito turdetano) una escasez de tumbas con armas, mientras que aparecen a millares en los poblados puntas de flecha en bronce de arpón lateral, de origen semita.

 

6- Cuando?

FASE ANTIGUA 0 PANOPLIA ARISTOCRÁTICA

 

A partir de mediados del siglo VI aC y hasta fines del V aC podemos describir, la fase antigua del armamento ibérico, que denominamos panoplia aristocrática. Buenos exponentes son las representaciones de armas en los conjuntos escultóricos de Porcuna (Obulco, Jaén), o Elche (antigua Illici, Alicante), mientras que escasean en este periodo las tumbas con armas, salvo excepciones en el sureste y sobre todo el Levante septentrional. Se caracteriza por la presencia de un pesado armamento, ofensivo en hierro y defensivo en lámina de bronce sobre cuero.

Las espadas, escasas en la etapa anterior, se hacen más frecuentes, pero con un cambio fundamental: ahora se trata de armas cortas. Hay dos tipos básicos, la espada de frontón, de hoja recta y ancha y empuñadura compleja; y la falcata, de hoja curva, doble filo y pomo rematado en cabeza de animal (escritura de  Porcuna,); falcata de Almedinilla   (Musée de Saint-Germainen-Laye,). Es evidente que la tradición sociocultural ha variado. Aparecen también puñales de hoja triangular bellamente decorados con damasquinados en plata, que son más objetos de prestigio que armas de combate. Sin embargo, el arma ofensiva fundamental sigue siendo la lanza larga y Pesada para el combate cuerpo a cuerpo, acompañada a menudo de otra más ligera arrojadiza (jabalinas, pila o solifierrea forjados por completo en hierro), tipos todos aptos para ser arrojados justo antes de entrar en el combate cuerpo a cuerpo.

Estos guerreros se protegían con cascos de cuero rematados con grandes Penachos (como por ejemplo el del guerrero de Mogente), o los de las figuras de Porcuna (cat.16) Además, portaban discos-coraza pectorales en hierro o bronce repujado, grebas de lámina de bronce sobre base de cuero y escudos circulares de unos 60 centímetros de diámetro decorados con grandes tachones de bronce repujados por lo general con motivos simbólicos radiales, armas la mayoría de ellas bien representadas en los grandes monumentos escultóricos antiguos de Elche y Porcuna. Es evidente que ésta es una panoplia completa, bastante pesada y costosa, apta para un combate cuerpo a cuerpo entre campeones aristócratas y de marcada concepción <<heroica>>, tal y como se refleja en Porcuna. Desde luego, no es una panoplia adecuada para un combate «en guerrilla» de tropas ligeras y pobremente, armadas; ello no quiere decir que estas tropas auxiliares no existieran, ni siquiera que no fueran las mas numerosas, sino que no nos han dejado rastro detectable arqueológicamente, Por pertenecer a grupos inferiores de

la sociedad. Probablemente no existía caballería propiamente dicha, y se combatía a pie, aunque se marchara al combate a caballo (Porcuna). Esculturas ecuestres como las de Porcuna y Los Villares o, algo mas adelante, la de Casas de Juan Núñez (Albacete) evidencian ese importante papel del caballo como símbolo de estatus. En alguna de las tumbas aristocráticas de esta época que contienen armas aparecen puntas de flecha (Granja Soley, Barcelona); quizá sean más armas de caza que de guerra, reflejo de otra de las violentas facetas de la forma de vida aristocrática. En esta fase hay una cierta homogeneidad con la panoplia no ibérica de la Meseta, que recibió fuertes influencias desde el sur y el Levante (discos-coraza, espadas de frontón, tachones de escudo), tanto como desde la zona norpirenaica, aunque en el mundo meseteño las espadas eran menos frecuentes y la falcata, inexistente.         Así Pues, a principios del siglo V aC se había configurado ya una panoplia característica, creada sobre todo por el fuerte dinamismo cultural local, pero también deudora de dos fuertes series de influencias: mediterráneas por un lado, de donde proceden los prototipos de la falcata, la espada, de frontón, discos-coraza, etc., con un fuerte peso del mundo itálico; y norpirenaicas por otro, desde donde llegaron

 


FASE PLENA 0 PANOPLIA GENERALIZADA

 

            A comienzos del siglo  IV aC podemos fechar la aparición de la fase plena o panoplia generalizada. La definición de esta fase tiene mucho que ver con un fenómeno ajeno a las armas propiamente dichas y de mucho mayor alcance. Si para el periodo anterior se conocen pocas necrópolis, y en ellas las armas son raras, puesto que tienden a restringirse a las tumbas más importantes, aproximadamente a partir del 400 aC el tamaño de las necrópolis crece, considerablemente, de modo que contamos con series de hasta 600 tumbas por yacimiento, como en el Cabecico del'Tesoro o El Cigarralejo (Murcia). Además, el porcentaje de tumbas con armas se dispara y llega a superar durante el siglo IV aC el 60% en lugares como Cabezo Lucero (Alicante) o Coimbra (Murcia). Por término medio, un 35% de las tumbas de un cementerio ibérico contiene armas, aunque hay fuertes oscilaciones. Todo indica que sólo un sector determinado de la población podía acceder a un enterramiento normativo en estas necrópolis de cremación, y que en ellas las tumbas con armas corresponden  a  su mayor parte a guerreros. Aunque se ha apuntado alguna discrepancia localizada, la mayoría de los análisis antropológicos recientes indica una buena correlación entre tumbas con restos masculinos y la presencia en aquéllas de armas depositadas como ajuar. Por tanto, podemos hablar de una generalización de la panoplia, extendida a un porcentaje mayor de la población.

Sin embargo, en el proceso se produjo una simplificación, sobre todo en el armamento defensivo: los discos-coraza metálicos, las grebas de bronce y los grandes tachones de escudo propios de los antiguos héroes desaparecieron rápidamente, quizá sustituidos por elementos defensivos menos costosos (y menos ostentosos) en materiales orgánicos de los que se conserva poca documentación. La presencia de escudos es reconocible en los ajuares sólo por su manilla metálica (El Cigarralejo), pues, como en la fase anterior, las partes orgánicas desaparecieron en la pira funeraria donde se quemaban también las armas. Este tipo de manilla se compone de una empuñadura sencilla con dos largas aletas triangulares para sujetarla al cuerpo del escudo (relieve de L'Alcúdia), y a menudo encontramos anillas de más de 60 cm de longitud que evidencian diámetros grandes para estas armas defensivas. No hay en este periodo prueba del uso de escudos ovales (scuta) ni de cascos de bronce, característicos en la fase siguiente.

En cuanto al armamento ofensivo, la falcata se convirtió durante la primera mitad del siglo IV aC en el tipo casi exclusivo de espada, y las espadas de frontón y puñales son hallazgos raros. Las lanzas se hicieron más cortas y anchas, a la vez que más ligeras, y muy frecuentemente aparecen por parejas en las tumbas, en forma de una jabalina, falarica o soliferreum y una lanza más pesada para empuñar (armas de El Cigarralejo). No aparecen nunca puntas de flecha o glandes de honda, hasta el punto de que puede sostenerse que, como en otros puntos del Mediterráneo, existía entre los iberos un desprecio aristocrático hacia este tipo de armas, consideradas afeminadas y cobardes.

En conjunto, se aprecia en los ajuares una tendencia hacia una estandarización, propia de una infantería pesada que combatiría en orden bastante denso, aunque no necesariamente en formación. Esa tendencia hacia una «panoplia tipo», con espada, lanzas y escudo, es bastante significativa, aunque presenta una notable distorsión: la falcata tiene una sobrerrepresentación en comparación con otros tipos de arma, abundancia que no se explica por razones militares, sino porque dicho tipo de arma tuvo para los iberos connotaciones simbólicas especiales, asociadas al ritual sacrificial. Quizá por ello las falcatas a menudo recibieron complejas decoraciones damasquinadas en plata (SIP Valencia; Almedinilla), que son mucho más raras en lanzas (lanza damasquinada de El Cigarralejo). También por razones rituales, aunque de otro tipo, se destruían a menudo las armas, doblándolas, perforándolas o mellando su filo a golpes contra rocas.

El número de arreos de caballo (bocados y espuelas) en las sepulturas es muy escaso, y suele asociarse a tumbas especialmente significativas. Es posible que durante la mayor parte del siglo IV aC todavía no existiera una verdadera caballería, esto es, unidades maniobrando y combatiendo a caballo, aunque sí jinetes aislados (jefes, exploradores... ), cuyas representaciones aparecen en forma de exvotos en los santuarios ibéricos.

Aunque en este periodo las armas no expresan de forma tan marcada como, en la fase anterior una diferencia social en cuanto símbolos de prestigio, las tumbas con armas son significativamente más ricas que el resto y tienden a concentrar también otros elementos de prestigio, como broches de cinturón o vajilla ática importada.

            Durante el siglo IV  aC se hacen evidentes fuertes variaciones regionales: el panorama descrito es aplicable sólo a la Alta Andalucía, el sureste y el Levante. En el mundo turdetano de la Baja Andalucía las armas brillan por su ausencia, mientras que al norte del Ebro se observan influencias del armamento de tipo de La Téne, que se intensificarán con el tiempo, hasta tal punto de que no se puede realmente hablar de un verdadero <armamento ibérico>en el ámbito nororiental de la Púnínsula al norte del Ebro.          

 

FASE AVANZADA 0 PANOPLIA SIMPLIFICADA

 

A partir de fines del siglo III aC, cuando Iberia se convirtió en disputado campo de batalla entre romanos y cartagineses, se puede distinguir una última fase avanzada, que asociamos a una panoplia simplificada y que perduró hasta la absorción de la cultura ibérica en el mundo romano, en época sertoriana y aún más allá, puesto que con (y contra) César combatieron a mediados del siglo I aC tropas indígenas que todavía conservaban su armamento tradicional.

En este periodo se introdujeron numerosos tipos de armas nuevas, fundamentalmente cascos de tipo montefortino y escudos ovales, ambos probablemente a partir del ejército cartaginés. En Cataluña, sin embargo, el armamento es casi por completo de tipo de La Téne, como muestran los hallazgos en El Turó dels Dos Pins y Cabrera: de Mar (Maresme), Ullastret (Baix Empordá) y otros muchos lugares. Aunque se siguieron usando las falcatas y soliferrea, es apreciable una tendencia hacia un armamento ofensivo más ligero, como se deduce del menor tamaño de las lanzas (muchas ahora sin nervio), en la frecuencia de lotes de pequeñas jabalinas, y en la menor proporción de manillas metálicas de escudo. Con todo, las armas no desaparecen de los yacimientos hasta avanzado el siglo I aC, y no en el siglo II aC, como se había creído. Los ejércitos romanos emplearon desde la guerra de Ambal auxiliares ibéricos que usaban una mezcla de armas indígenas, como falcatas o espadas de antenas atrofiadas, y romanas, como escudos ovales, tal y como muestran los tardíos relieves de Osuna (relieve de osuna en el Louvre).

 

6.3 Cuando se deja de utilizar? Por Que?

Suponemos que su utilización queda vinculada a la propia cultura ibérica y que su desaparición que inmersa en el complejo proceso de aculturación romano.

 

 

Braulio Zornoza Jiménez

 

7.- ¿Por qué se inventa?. Precedentes, causas por las que cae en desuso.

 

FALCATA DE LA TUMBA 48 (NECRÓPOLIS DEL POBLADO, 1983) 350-325 A.C


 

La cultura ibérica tiene una especialización para las actividades guerreras, aunque no contaban con un ejercito profesional ni especializado. Las armas forman parte de la propia cultura, ya que el portar armas corresponde a las clases altas.

La falcata: Es el arma más típica de la panoplia ibérica; se trata de un sable curvo y asimétrico que puede tener filo por ambas caras en el tercio inferior de la hoja. Las empañaduras tienen forma de cabeza de pájaro o caballo y son bastante anatómicas, facilitando su manejo. Se utilizaba para punzar y dar tajos. Su longitud media se establece sobre 60 cm.

Es un arma importante dentro del armamento ofensivo activo, es característica de los íberos de la Alta Andalucía, Sureste y Levanta meridional entre los siglos V y I a. C. también se da en otras zonas pero en una cantidad mas reducida.

Aunque la falcata derive de la machaira itálica, la verdad es que es un arma sustancialmente distinta. Además de la forma de la empuñadura, o de la decoración damasquinada, los antiguos iberos realizaron otras tres modificaciones mucho más importantes que afectan a su capacidad funcional como arma. En primer lugar, y en comparación con las machairai itálicas o incluso con las griegas, la acortaron muy considerablemente, en veinte o treinta cm. de media, lo que es muy sustancial, porque afecta a la esgrima del arma. La falcata tiene fuertes connotaciones rituales y simbólicas, derivadas por un lado de su forma, parecida a la de los cuchillos de sacrificios, y por otra por su asociación a los guerreros. A veces aparece decorada con demasquinados en plata.

A pesar de que la falcata era una buena arma para el combate, ligera y fácil de manejar, acabo cayendo en desuso, a la vez que el pueblo íbero fue siendo absorbido por la cultura y civilización romana. Los guerreros iberos, ya en la última fase fueron incorporando a su armamento algunas piezas de la panoplia romana, y aunque la falcata seguirá utilizándose, su uso decaerá progresivamente a medida que se produce el proceso de romanización.

 

8.- ¿Quién utilizaba la falcata?. Evolución.

 

Gracias a las armas encontradas en las diferentes necrópolis excavadas y documentadas, podemos diferenciar al menos tres fases en la evolución de la posesión de armas por parte de los distintos sectores sociales de los íberos.

Como ya se dijo en la pregunta anterior, en la cultura ibérica no todo el mundo lleva armas, por tanto, es lógico pensar que tampoco todo el mundo sería poseedor de falcatas. Es una cultura donde el guerrero suele pertenecer a clases sociales altas, y suele estar muy bien considerado socialmente.

Partiendo de los ajuares encontrados en las tumbas, encontramos un primer momento, entre el siglo VI y el V a. C., donde la falcata convive con espadas de frontón y espadas largas. En general, el tipo de panoplia ofensiva y defensiva de esta fase, es de carácter pesado y costoso, lo que hace indicar que las armas estarían en poder de una clase social de corte aristocrático.

Ya en una segunda fase, a partir del s. IV a.C. la generalización, estandarización y simplificación del armamento en las tumbas de necrópolis, que además crecen mucho en tamaño, puede estar reflejando cambios en la organización social y, en paralelo, en las formas de guerra: un número mayor de individuos podría tomar un lugar en la línea de batalla que iría sustituyendo a la vieja lucha de campeones, y ese número mayor correspondería a una nobleza militar con varios rangos de riqueza, que formaría séquitos acompañantes de los aristócratas de mayor rango, al estilo de los ‘compañeros’ griegos del arcaísmo antiguo. Estos grupos serían los que ahora tendrían también derecho a un enterramiento normativo en las áreas sacrales que son las necrópolis. La mayoría de estos individuos no serían guerreros profesionales a tiempo completo, sino agricultores con granjas y tierras que en un momento dado tomarían las armas a la llamada de sus jefes, con los que tendrían una cierta relación de dependencia económica y compañerismo militar, reflejado en grandes banquetes donde se consumirían grandes cantidades de carne y vino. Estos “nuevos guerreros” harán de la falcata su espada casi exclusiva y adoptarán una panoplia mucho mas ligera y no tan costosa como la de la primera fase. La falcata es un elemento de cierto prestigio gracias a las connotaciones a ritos sacrificiales.

En la tercera y última fase, durante el siglo III a. C., la Península Ibérica se convirtió en un campo de batalla entre Romanos y Cartagineses. En esta fase, la panoplia ibérica se simplifica aun más, a la vez que el proceso de romanización avance, los guerreros ibéricos irán adaptando su  panoplia a la romana, y aunque la falcata seguirá utilizándose, su uso ira disminuyendo a medida que avance la romanización.

 

9.- Papel de la falcata entre las armas ofensivas.

Al igual que vimos en la pregunta anterior como se había producido una variación en cuanto a las personas que usaron la falcata, el papel de esta espada a variado también a lo largo de su existencia. Esta variación la ha hecho pasar de tener un poco presencia e importancia.

Pese a una opinión extendida, la panoplia ibérica varió notablemente con el tiempo. Las lanzas presentan significativas variaciones de detalle y en general tienden a hacerse más cortas y ligeras; las espadas rectas de frontón y antenas, típicamente ibéricas en fases antiguas, poco a poco fueron abandonadas en favor de la falcata. Las protecciones corporales  (cascos metálicos complejos, grebas, discos coraza metálicos) fueron desapareciendo a lo largo del s. V y principios del s. IV a.C., sustituidas probablemente por piezas de cuero u otros materiales orgánicos. En conjunto, una panoplia compleja, 'aristocrática', pesada y costosa, típica de los ss. VI-V a.C., fue reemplazada por otra más ligera pero igualmente apta para el combate cuerpo a cuerpo a partir del s. IV a.C. A partir del s. III a.C. aumenta la proporción de lanzas arrojadizas -aunque sigue sin aparecer el arco-, la calidad de las piezas tiende a decaer y se introducen tipos 'industriales' foráneos, como el casco de tipo Montefortino.

Por tanto, el papel de la falcata fue importante sobre todo a partir de la progresiva simplificación de la panoplia, ya que es un arma efectiva en el cuerpo a cuerpo.

10.- ¿Como se utiliza?. ¿Para que se usa?.Táctica militar.

El estudio de las tácticas y modos de combate a partir de las armas es delicado, y debe complementarse con un análisis a fondo y coordinado de todas las fuentes de información disponible, fundamentalmente literarias e iconográficas. Es cierto que en las principales necrópolis ibéricas se observa una tendencia a la aparición de una panoplia elemental compuesta por lanza (s), escudo y espada, complementada en ciertos casos con casco, bocado de caballo, puñal, etc. Sin embargo, las excepciones son mucho más numerosas que la regla, y abundan tumbas con dos espadas o escudos, con regatones sin puntas de lanza, etc. El contexto simbólico y ritual en que se depositaron estos objetos, unido a circunstancias individuales concretas e inasibles hoy, es responsable de que las 'distorsiones' sean más habituales que la norma. Por ejemplo, la lanza no tiene en los ajuares el papel primordial que tenía en el combate antiguo, y en cambio la falcata está sobre-representada numéricamente por razones simbólicas de carácter religioso, mientras que el puñal, desdeñable militarmente, está sobre-apreciado por consideraciones simbólicas de carácter jerárquico.
    Con todo, los ajuares nos permiten proponer hipótesis contrastables en la literatura o iconografía, como la abundancia de armas para el combate cuerpo a cuerpo  y la ausencia de armas arrojadizas, sobre todo a partir de la segunda fase, cuando se produce el aligeramiento de la panoplia. Este hecho hace lógico pensar en la necesidad de aligerar la panoplia para poder ejercer mejor una lucha más directa, donde sin duda la capacidad de movilidad y rapidez seria muy importante y ventajosa para el guerrero que la tuviera, la falcata se convierte así, en un arma buenísima para la lucha a corta distancia, ya que es resistente, ligera y su doble filo la hace muy peligrosa.

 

 

 

 

11.- Conclusión sobre el valor de la falcata.

El estudio de las armas entre los pueblos prerromanos de la Península Ibérica implica reconocer que estos objetos eran para sus creadores bastante más que meros instrumentos de guerra, y que estaban llenos de contenido simbólico, expresando muchas facetas de su mentalidad. Las armas no sólo son expresión de lo mejor de la tecnología metalúrgica de la Edad del Hierro, ni tampoco meramente la imagen material de unas formas de lucha en el campo de batalla. Las armas, más allá e incluso por encima de esos aspectos, eran expresión de los valores de quienes podían llevarlas orgullosamente en las asambleas y en la guerra, en las ceremonias, y ofrecerlas en ritos celebrados en cementerios y lugares sagrados como los santuarios y otros lugares de culto.
    En este sentido, las falcatas y sus ricas decoraciones damasquinadas en plata o bronce, repujadas o incisas, modeladas o forjadas, eran reflejo de la posición social de sus poseedores, de su riqueza y de su prestigio, de su posición militar y de su lugar en la sociedad.

En algunos casos, como en las necrópolis antiguas del Levante Septentrional, parece claro el sesgo hacia varones con armas, incluso hacia una suerte de aristocracia militar, como también ocurre en Cabezo Lucero en Alicante. En las necrópolis del Sureste del s. IV a.C., en cambio, el panorama es más diversificado, con una fuerte presencia de tumbas femeninas y un porcentaje no despreciable de tumba infantiles o masculinas sin armas.

Las investigaciones recientes muestran cómo determinados tipos de armas, como la falcata ibérica, tenían un significado especial relacionado con el ritual sacrificial, que hacía de su deposición en el ajuar de una tumba, o de su colocación como ofrenda miniaturizada en un santuario, o de su representación como icono en una moneda, o como imagen en un monumento, un acto cargado de connotaciones religiosas.

Además, es de suponer que el valor de la falcata, dentro del combate cuerpo a cuerpo, sería importantísimo, ya que es un arma corta y por lo tanto de fácil manejo, ya que esta adaptada expresamente para esta función. Además, su doble filo cortante le da una función punzante y por tanto la hace peligrosa para el adversario, ya que las heridas causadas por este doble filo serían casi mortales.

 

BIBLIOGRAFÍA.

 

Iberos. Príncipes de occidente.

www.ffil.uam.es/equus/warmas/index.html

www.artehistoria.com

www.um.es/coimbra/iberos/iberico.html

 


    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Armas ofensivas: