Hegel

En su época, era considerado como el filósofo de corte del rey de Prusia. Su influencia fue tan grande que llegó a anular la de la Ilustración en Alemania. Promovió sus ideas por medio de conferencias y escritos y también a través de la acción; para su realización era necesario tener la confianza ideológica de las comunidades académicas, ya que en Alemania las universidades eran,  tradicionalmente, instituciones del Estado. Hegel podía denunciar , a los filósofos que no compartieran sus ideas,  a la policía. Con relación a la calidad del pensamiento de Hegel, las opiniones han estado divididas hasta nuestros días. Schopenhauer le consideraba un charlatán y John Stuart Mill dijo que " el conversar con él tendía a estragar el propio intelecto".  Un historiador de la filosofía decía de él en 1965 que era "el único moderno comparable a Aristóteles", pero se  preguntaba al mismo tiempo "cómo podía haber sido tan estúpido".  Sin embargo, dada su amplia influencia, no hay duda de que su pensamiento estaba acorde con las tendencias intelectuales de la Alemania del siglo XIX. Además de dejar su huella sobre los economistas históricos, también lo hizo sobre Marx (Marx no escapó nunca a la influencia de Hegel y, 1873, en el prefacio de la segunda edición de El capital, se declaró a sí mismo "discípulo del gran pensador"). 

Al igual que Hegel, Marx pretendía haber descubierto el secreto de la historia, pero a diferencia de aquél, que consideraba la historia como el desarrollo del espíritu manifestado en la aparición de las naciones y en sus luchas, Marx interpretaba la pasada experiencia de la humanidad, como una lucha entre las clases. Para Hegel las guerras entre as naciones llevaban a cabo lo que la necesidad histórica ordenaba; para Marx, esta función la cumplía la lucha de clases. Mientras que para Hegel la monarquía prusiana estaba destinada a hacer realidad la búsqueda del hombre de libertad y de justicia, en el pensamiento de Marx dicha tarea debía recaer en el proletariado. La libertad, en realidad, era interpretada por Marx en el sentido hegeliano de sumisión consciente y voluntaria a la necesidad. Tanto en el pensamiento de Marx como en el de Hegel, el poder y la moralidad, es decir, la fuerza y el derecho, son una misma cosa, y la diferencia entre lo que es y lo que debería ser está ofuscada por su fe en la identidad de la realidad con la razón, al interpretar la marcha de la historia como el despegue de la razón. 

En la dialéctica hegeliana, se considera que la lucha entre los elementos opuestos o contradictorios es la fuerza que promueve el cambio progresivo y el desarrollo evolutivo. Estos elementos pueden, en un momento, estar unidos, pero en la tensión consiguiente la unión será deshecha y una de las fuerzas opuestas se alzará con la victoria. La dialéctica hegeliana es con frecuencia interpretada, y así lo fue especialmente por Engels, en función de una tríada que está formada por la tesis, su negación o antítesis, y la negación de la negación o síntesis; los textos originales de Hegel no refrendan, sin embargo, esta idea mecánica del desarrollo dialéctico. Hegel tenía algo que decir acerca de otro proceso dialéctico: la formación gradual de cambios cuantitativos y su posterior transformación en un cambio cualitativo, idea esta de la que hay huellas también en el pensamiento de Marx. Este idealismo dialéctico de Hegel procede del pensamiento de Heráclito (535?-475 a. de C.), filósofo presocrático. Los antiguos le dieron el apodo de "El Oscuro", desarrolló su pensamiento en términos paradójicos. Enseñó que la "guerra es la madre de todas las cosas", idea que ha sido interpretada como una referencia a la pugna entre cosas opuestas para generar nivelación, equilibrio y orden armónico,  -conceptos completamente independientes e incluso opuestos al concepto de rivalidad o competencia; esto, como principio fundamental de organización cósmica y social-, Las formas que ha tomado este pensamiento en la historia del intelecto, hacen legión. Nuestra noción del mercado autorregulado tiene su raíz en la filosofía de Heráclito. Lo mismo ocurre con la idea del darwinismo social del siglo XIX y su creencia de que la lucha competitiva asegura la supervivencia del más apto. Otro concepto de Heráclito relacionado con el anterior, es su lógica paradójica o polaridad de pensamiento que en su forma extrema afirma que los opuestos son idénticos y, en una forma más moderada, que los distintos conceptos sólo pueden comprenderse en relación con sus opuestos respectivos. Y fue 2000 años más tarde, cuando esta idea revivió en la dialéctica de Hegel.

Como en la filosofía de Hegel los sagrados conceptos de justicia y libertad están habilidosamente construidos para servir de cobertura para la idolatría del estado, de su poder, de la sumisión de los ciudadanos al mismo y de la guerra, su misma obra sirve como un temprano ejemplo del uso que puede hacerse del lenguaje como instrumento de control social.

    El historicismo alemán al alcanzó su cenit en la filosofía de Hegel. Al igual que otros exponentes del historicismo, Hegel consideraba que el estudio de la historia era el método adecuado para abordar el estudio de la ciencia de la sociedad, ya que revelaría ciertas ocultas tendencias del desarrollo histórico. Fue mucho más lejos con el positivismo moral de su filosofía del éxito, que afirmaba que todo lo que es real es también razonable y que todo lo que es razonable es real. En su filosofía, la historia no sólo ofrece la clave para la comprensión de la sociedad y de los cambios sociales, sino que llega a ser glorificada como tribunal de justicia del mundo.

   En la interpretación de Hegel la historia revela el progresivo desarrollo de la libertad y de la justicia, que se encuentran en las fuertes naciones estado y que alcanzan su máximo florecimiento en la monarquía absoluta de la Prusia de su tiempo, considerada por él como la materialización de la justicia sobre la tierra. El positivismo moral de Hegel identifica la fuerza con la justicia y el poder con la moralidad. Para quedar vencedor frente al tribunal mundial de la historia el estado debe ponerse a prueba a sí mismo en la guerra, a la vez que la guerra preserva su salud moral protegiendo al pueblo de la corrupción que una paz duradera le acarrearía y contrarrestando el desasosiego interno. Al ser el estado la realización de la justicia y de la libertad, así como también de la razón, el individuo tiene solamente un valor moral como consecuencia de su calidad de miembro del estado. Hegel rechaza las interpretaciones  de la libertad que la hacen consistir en la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos o en las limitaciones al ejercicio del poder gubernamental. En su lugar, consideraba que la libertad es la consciente sumisión a la autoridad del estado, es decir, la obediencia a dicha autoridad, cuyo poder y moralidad están fundidos. De hecho, Hegel está muy cerca de identificar las leyes con las libertades, ya que toda ley, al ser real, es razonable y lleva incorporada una libertad.

 

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