MUERTE DE UN NATURALISTA.

 

Durante todo el año el dique de lino supuraba

En el corazón del pueblo; verde y de cabeza pesada

El lino se pudría allí, sobrecargado de enormes capullos.

Diariamente se achicharraba bajo el sol inquisidor.

Las burbujas gorgoteaban delicadamente, los moscardones

Tejían una fuerte gasa alrededor del olor.

Había libélulas, mariposas moteadas,

Pero lo mejor de todo era la espesa baba caliente

De los huevos de rana que crecía como agua espesa

A la sombra de los bancos. Aquí, cada primavera

Llenaría tarros de mermelada con las gelatinosas

Motas para colocarlas en las repisas de las ventanas de casa,

En las estanterías del colegio, y esperaría y miraría hasta que

Las gelatinosas motas estallaran en ágiles renacuajos nadadores.

Miss Walls nos diría cómo

El papá rana se llamaba sapo

Y cómo croaba y cómo la mamá rana

Dejaba cientos de pequeños huevos y esto era

La baba de rana. Podías predecir el tiempo a través de las ranas también

Pues eran amarillas al sol y marrones

Bajo la lluvia.

Después un cálido día cuando los campos apestaban

A caca de vaca sobre la hierba, las furiosas ranas

Invadieron el dique de lino; yo atravesaba los setos

Agachado al son de un ordinario croar que no había oído

Antes. El aire se espesó con un coro de bajos.

Justo debajo del dique, ranas de barriga hinchada se torraban

Sobre las piedras; sus abultados cuellos palpitaban como velas. Algunas saltaban:

El slap y el plop eran amenazas obscenas. Algunas se sentaban

Preparadas como granadas de lodo, sus cabezas romas pedorreando.

Me dio asco, me volví, y corrí. Los grandes reyes babosos

Se reunían allí para la venganza y yo sabía

Que si mojaba mi mano, las babas la atraparían.

 

 

VIAJE NOCTURNO EN COCHE.

 

Los olores de lo cotidiano

Eran nuevos en el viaje nocturno a través de Francia:

Lluvia y heno y bosques en el aire

Producían corrientes de calor en el coche abierto.

Los indicadores emblanquecían implacablemente.

Montreuil, Abbeville, Beauvais

Se prometían, prometían, llegaban y se iban,

Cada lugar garantizaba la satisfacción de sus nombres.

Una cosechadora gruñía tarde por el camino

Soltando semillas a través de su luz.

Un incendio forestal sofocado.

Uno a uno los pequeños cafés cerraban.

Yo pensaba en ti continuamente

Unas mil millas al sur donde Italia

Apoya su lomo en Francia en la esfera oscura.

Tu normalidad se renovaba allí.

 

 

DÍA DE BODA.

 

Estoy asustado.

El sonido ha cesado en el día

Y las imágenes se tambalean alrededor

Y alrededor. ¿Por qué todas esas lágrimas,

El salvaje dolor en su cara

Fuera del taxi? El jugo

Del dolor crece

Entre nuestros agitados invitados.

Cantas detrás de la alta tarta

Como una novia abandonada

Que resiste, demente,

Y va hasta el final del ritual.

Cuando fui a los servicios

Había un corazón apuñalado

Y una leyenda de amor. Permíteme

Dormir en tu pecho hasta el aeropuerto.

 

 

 

FRUTO EXTRAÑO.

 

Aquí está la cabeza de la niña como una calabaza exhumada.

Cara ovalada, piel de pasa, huesos de ciruela por dientes.

Ellos desenredaron la húmeda maraña de sus cabellos

E hicieron una exhibición de sus tirabuzones,

Dejando al aire su curtida belleza.

Bola de sebo, tesoro perecedero:

Su nariz rota es oscura como un terrón de césped,

Las órbitas de sus ojos negras como fosas en las obras antiguas.

Diodorus Siculus confesó

Su calma gradual con cosas como esa:

Muerta, olvidada, sin nombre, niña

Terriblemente decapitada, enfrentándose al hacha

Y la beatificación, enfrentándose

A lo que empezó a sentir como una reverencia.