Tú eres más hermosa y templada:
Aires de tormenta azotan los hermosos capullos de Mayo,
Y la permanencia del verano tiene un período muy corto:
Alguna vez demasiado caliente brilla el ojo del cielo,
Y a menudo su tez dorada es atenuada,
Y toda belleza alguna vez disminuye en belleza,
Por casualidad o por cambio en el curso de la naturaleza:
Pero el eterno verano no debe marchitarse,
Ni perder los bienes de esa belleza que tú tienes;
Ni debe la muerte presumir de que vagarás por su sombra,
Cuando en las eternas líneas del tiempo avances:
Mientras los hombres puedan respirar o los ojos puedan ver,
Mientras esto y aquello exista, te darán a ti la vida.
Mis ojos y mi corazón están en guerra mortal,
Cómo separar la conquista de la vista;
Mis ojos, mi corazón, la visión del retrato puede bloquear,
Mi corazón, mis ojos, la libertad de ese derecho.
Mi corazón debe suplicar que tú en él descanses,
Un armario nunca es penetrado con ojos de cristal,
Pero el acusado debe ese pretexto negar,
Y decir que en él, esa bella aparición yace.
Para decidir si ese título es seleccionado
Una búsqueda de pensamientos, todos inquilinos del corazón;
Y con su veredicto determinado
La fracción de los ojos transparentes y la parte del corazón querido:
Como esto; la justicia de mis ojos es la parte externa,
Y el derecho de mi corazón, el amor interno del corazón.
Los ojos de mi amada no son nada comparados con el Sol;
El coral es mucho más rojo que el rojo de sus labios:
Si la nieve es blanca, pues entonces sus senos son dunas;
Si los cabellos son hebras, negras hebras crecen en su cabeza.
He visto rosas de damasco, rojas y blancas,
Pero no he visto semejantes rosas en sus mejillas;
Y en algunos perfumes hay más delicia
Que en el aliento que de mi dama emana.
Amo oírla hablar, incluso cuando bien sé
Que la música tiene un sonido más placentero:
Admito que nunca vi una diosa andar,
Mi señora, cuando anda, pisa el suelo:
Y aún, por el cielo, pienso que mi amor es tan raro,
Como cualquiera que la desmienta con falsas comparaciones.
Dos amores tengo, de comodidad y desesperación,
Los cuales como dos espíritus no obstante me sugieren:
El ángel bueno es un hombre correctamente blanco,
El espíritu malo, una mujer desgraciadamente oscura.
Para llevarme pronto al infierno, mi demonio femenino,
Tienta a mi buen ángel de mi lado,
Y corrompería a mi santo para ser demonio,
Cortejando su pureza con su sucio orgullo.
Y mientras mi ángel se vuelve malévolo,
Lo sospecho, pero no lo digo directamente;
Pero siendo ambos míos, son ellos amigos,
Sospecho que un ángel está en el infierno del otro:
Aún eso nunca lo sepa, pues vivo en duda,
Hasta que mi mal ángel queme a mi buen ángel.