Los paisajes agrarios están configurados por las clases de parcela,
los tipos de cultivo y la distribución del poblamiento humano.
Se clasifican de acuerdo con los siguientes criterios: en relación a sus límites
(campos abiertos y campos cerrados); en relación a su extensión (latifundios
y minifundios); en relación a los sistemas de explotación (tradicionales
y modernos).
Los cultivos están condicionados, a su vez, por factores físicos
(relieve, clima y suelo) y factores humanos (técnicas agrícolas,
superficies cultivadas...).
Los sistemas de cultivo pueden ser: en función del rendimiento del suelo,
intensivos o extensivos; en relación a la utilización del agua,
de regadío o de secano; en relación con la variedad de cultivos,
monocultivo o policultivo.
Teniendo en cuenta los rendimientos y los sistemas de explotación, se distingue
una ganadería tradicional, nómada o semiestabulada, y una
ganadería moderna desarrollada en granjas (intensiva) o en grandes
espacios (extensiva).
Los productos forestales más conocidos son: la madera, el corcho, la
resina y el caucho.
La agricultura de los países desarrollados se caracteriza por estar muy
mecanizada y utilizar sistemas y productos que favorecen su gran rendimiento.
Este tipo de agricultura se da preferentemente en Europa y en los llamados
Países Nuevos, como EE.UU., Canadá, Australia, Argentina... En estos últimos
países son frecuentes los monocultivos en grandes plantaciones.
La agricultura de los países subdesarrollados, excepto en zonas
controladas por empresas multinacionales, está atrasada y orientada al
autoconsumo. Las malas cosechas propician crisis alimentarias que contribuyen a
acrecentar, aún más, el grave problema del hambre que sufren estos países.
La distribución y comercialización de los productos agrícolas en
el mercado internacional está controlada por multinacionales del sector de
alimentación. Mediante el denominado “comercio justo” se pretende
favorecer la venta directa de los productos agrícolas procedentes del Tercer
Mundo.
El mar es la gran esperanza de futuro, tanto por sus recursos en materias
primas y fuentes de energía, como por la riqueza y el aporte de alimentos que se
obtienen mediante la pesca, la acuicultura y, mirando al futuro, las algas.
La Unión Europea ha establecido una política agraria común encaminada a
la consolidación del mercado único; para ello se finjan unos precios mínimos de
los productos, unas cuotas de producción para evitar excedentes, y se aplica una
política proteccionista frente a los productos exteriores.