(1908)
es un libro de G. K.
Chesterton
que se ha convertido en un clásico sobre apologética cristiana.
Chesterton consideraba
este libro como un compañero de su libro Herejes. En el prefacio
Chesterton explica el propósito del libro que sería el "intentar una
explicación, no sobre si la fe cristiana puede ser creída, sino cómo
fue que él
llegó a creer en ella." En este libro Chesterton nos presenta una visión
original de la religión cristiana. La ve como una respuesta a las
necesidades
naturales de los seres humanos, la "respuesta a un acertijo", y no
como una verdad arbitraria recibida de alguna parte extraña a la
experiencia
humana.
Publicada en 1910, La esfera y la
cruz
es sin duda la novela de aventuras más evidente de Chesterton. Un
católico y un ateo intentan batirse en duelo a muerte, cada uno por
defender
sus ideas. No lo consiguen, pues siempre tienen que huir de las
autoridades que
tratan de impedírselo, lo que al final termina por convertirlos en
aliados. En
su huida en busca de un lugar donde librar el duelo, una huida que se
produce
por tierra y mar, incluso por aire y hasta estratosféricamente
(Chesterton
fabula aquí deliciosamente con naves volantes que van hasta las
estrellas),
acabarán dirigiéndose del sur de Inglaterra a las islas del Canal de
La
explicación o la
excusa de este ensayo se encontrará en cierta idea que a mí me resulta
clarísima,
pero que en realidad nunca vi enunciada por ningún otro. De cierta
manera cruza
la frontera de la controversia en boga. Puede usarse a favor de la
democracia o
en contra, según se escriba con mayúscula o no esa palabra de doble
filo. Puede
relacionarse, como la mayoría de las cosas, con la religión; pero
solamente de
modo muy indirecto con mi propia religión. Es básicamente el
reconocimiento de
un hecho, aparte de la aprobación o desaprobación de ese hecho. Pero sí
involucra la aseveración de que lo que en realidad ocurrió en el mundo
moderno,
es prácticamente lo contrario absoluto de cuanto se supone debió
ocurrir.
La tesis es
ésta: que
la emancipación moderna en realidad ha sido una nueva persecución del
Hombre
Común. Si ha emancipado a alguien, de manera especial y por estrechos
caminos,
ha sido al Hombre Excepcional. Ha brindado una especie de libertad
excéntrica a
ciertos hobbies de los hombres de fortuna o, en ocasiones, a algunas de
las
locuras más humanas de la gente culta. Lo único que ha prohibido es el
sentido
común, como lo hubiera entendido la gente común. De esta manera, si
comenzamos
por los siglos XVII y XVIII, descubrimos que el hombre en realidad ha
obtenido
mayor libertad para fundar una secta. Pero el Hombre Común de ninguna
manera quiere
fundar una secta. . Es mucho más probable que quiera, por ejemplo,
fundar una
familia. Y es exactamente allí donde es muy posible que los
emancipadores
modernos comiencen a frustrarlo: en nombre del progreso, en nombre del
Infanticidio.
Sería un
modelo de
libertad moderna decirle que puede, predicar cualquier cosa, por más
extraña
que sea, acerca de
Lo mismo
ocurre
cuando pasamos del mundo protestante de los siglos XVII y XVIII al mundo
progresista de los siglos XIX y XX. Aquí la forma de libertad más
aclamada,
como vanagloria y como dogma, es la libertad de prensa. Ya no es
solamente una
libertad de panfletos, sino una libertad de periódicos; o mejor, es
cada vez
menos una libertad para convertirse cada vez más en un monopolio. Pero
lo
importante es que el proceso, la prueba y la comparación son los mismos
que en
el primer ejemplo. La emancipación moderna significa lo siguiente: que
cualquiera que puede costear un periódico, lo puede publicar. Pero el
Hombre
Común no querría publicar un periódico, aunque pudiera costearlo. Podría
desear, por ejemplo, seguir hablando de política en un bar o en el
vestíbulo de
una hostería. Y éste es precisamente el tipo de charla realmente
popular sobre
política que los movimientos modernos han abolido a menudo: las viejas
democracias, al prohibir las tabernas; las nuevas dictaduras, al
prohibir la
política.
También
es vanagloria de la ética y la política recientemente emancipadas no
poner
mayores impedimentos a cualquiera que quiera publicar un libro,
especialmente
si es científico, plagado de psicología y sociología; y tal vez
inevitablemente
lleno de perversiones y amable pornografía.
©
http://www.sociedadchestertonianaargentina.org/e-books/El%
20Hombre%20Comun.pdf
EL POETA Y LOS
LUNÁTICOS
Aunque
se presenta como una novela, en realidad está concebida como una
sucesión de episodios
que se entrelazan, en los que un loco, el poeta y pintor Gabriel Gale,
pone a
prueba su increíble capacidad para captar la importancia de detalles que
permanecen ocultos o apenas visibles a los ojos de los demás. Las
técnicas
deductivas que emplea el excéntrico Gale para resolver un crimen o
anticiparse
al delito sorprenderán al lector por la originalidad de sus
planteamientos
policiales, y también por el sentido del humor que pone en ellos la
acerada
pluma de Chesterton. En algunos pasajes de El poeta y los lunáticos,
Chesterton
hace evidentes referencias y críticas mordaces, apenas disimuladas, a
políticos
e intelectuales de su tiempo, contraponiendo, en una más de sus queridas
paradojas, la locura clarividente y genial de Gabriel Gale a la supuesta
cordura de personajes públicos, que en muchas ocasiones se confunden
con la
estupidez.