La Tormentilla, según Brutal Myths, ama
las zonas de sombra y crece tumbada sobre la tierra, es usada contra la pestilencia
de la lujuria y para evitar la putrefacción y el mear sangre, y sus
raíces secas en polvo eliminan le veneno del corazón. Esta información
viene dada a lo largo del capítulo por frases sueltas. Además,
esta planta es considerada uno de los más seguros astringentes, y
es extensamente usada en el tratamiento de diarrea, disenteria, dolor de garganta,
etc.
El capítulo comienza con una imagen de
un hombre sembrando en un campo, esta imagen aparecerá al inicio de
cada uno de los capítulos de esta primera parte. Después aparece
una frase en la que se dice para qué era utilizada esta planta, en
este caso para inclinar la mente de los hombres a una pasión desmedida.
A continuación se nos presenta una imagen
de la obra de Artemisia Gentileschi “Susana y los viejos” de 1610. Esta imagen
hace alusión a la historia de Susana, una bella mujer de Babilonia,
hija de Jilquías y casada con Joaquín. Joaquín tenía
junto a su casa un bello jardín en el que se reunían todos los
días personajes importantes del pueblo, y en el que, cuando estos se
iban, salía su mujer a pasear. Había entre estos visitantes
dos ancianos, jueces del pueblo, que acabaron sintiendo una pasión
desmedida por Susana. Una tarde los dos ancianos se quedaron escondidos en
el jardín esperando a que Susana diese su paseo; ese día Susana
decidió darse un baño en el jardín, y mando a sus sirvientas
a por jabón y perfumes y a que cerrasen las puertas. Entonces los dos
ancianos aprovecharon para asaltar a la bella Susana, pidiéndola que
consintiera y se entregara a ellos o ellos dirían que la habían
encontrado a solas con un joven. Pero Susana prefirió caer en sus manos
sin pecar a pecar delante del Señor, así se puso a gritar, y
cuando acudió la gente de la casa los dos jueces la acusaron de adulterio
y Susana fue condenada a muerte. El día en que iba a ser ejecutada
un joven gritó diciendo que él era inocente de la muerte de
esa mujer, y que el pueblo, si la mataba, sería culpable de la muerte
de una persona inocente. Así, dejaron que el joven interrogase a los
ancianos por separado. Les preguntó que bajo que árbol habían
visto a la pareja, y cada uno dijo uno diferente, con lo cual fue descubierta
la verdad y los ancianos fueron condenados a muerte.
A continuación se anuncia el mito que
germina la tormentilla: que las mujeres son sexualmente voraces.
Le sigue una imagen de una figura femenina Neolítica
en posición de parto y un fragmento del Malleus Maleficarum en el que
se dice que toda la brujería viene de la lujuria carnal, que en las
mujeres es insaciable.
Después se anuncia la mutilación
que responde a este mito: el cinturón de castidad. Esta bárbara
costumbre se convirtió en objeto erótico. El cinturón
de castidad apareció en Europa durante la segunda mitad del siglo
XII. Los maridos se lo ponían a sus esposas para asegurar su fidelidad
cuando se ausentaban, por unas horas o unos días o incluso por unos
meses cuando se iban a la guerra. También se usaba para evitar las
violaciones, sobre todo cuando había soldados en la ciudad o durante
las estancias en mesones cuando viajaban. Otro uso que se le dio fue para
evitar la masturbación en la mujer. Pero este artilugio provocaba
graves problemas: infecciones por la acumulación de restos de orina
y de sangre del periodo, abrasiones por el roce con el hierro, e incluso
la posibilidad de que la mujer estuviese embarazada al ponerse el cinturón.
Aparece un dibujo medieval de un soldado cerrando
el candado del cinturón de castidad que lleva puesto una mujer.
Así, en este capítulo la “función
afectada” es el acto sexual, que a la mujer o se le impedía o se le
imponía, pero no tenía libertad para elegir. Aparecen dos imágenes
de una mujer, de frente y de espaldas, usando un cinturón de castidad.
Bajo la imagen se menciona que la violación y la violencia sexual se
convirtieron en un maltrato para la sexualidad femenina, para la libertad
de su sexualidad y para su promiscuidad.
El capítulo sigue con una imagen y una
historia verídica de 1836 , aunque hay una equivocación
con el nombre de la asesinada, era Helen Jewett y no Sarah. Sarah Dunscombe
era la ayudante de Helen, la que preparaba la habitación antes de
una visita, y la que le limpiaba la casa. Y es que Helen Jewett era una prostituta
muy conocida y frecuentada por personajes importantes. Estuvo viéndose
mucho tiempo con Richard P. Robinson, mantenían una relación
más allá del prostíbulo, estaban enamorados, y se escribían
constantemente. Robinson acabó loco de celos y la mató en su
habitación del prostíbulo. Las pruebas eran evidentes, pero
las únicas testigos eran las prostitutas de la casa, y el juez dijo
que su testimonio no valía, a no ser que estuviese corroborado por
personas respetables, que las había, pero no podían arriesgar
su reputación al decir que estaban en el prostíbulo esa noche.
Sea como fuere, Richard Robinson fue aclamado por el pueblo, que no veía
por qué debían condenarlo, aunque fuese verdad que había
sido él quien la había matado.
A continuación se cita la Mutilación
Actual: los asesinatos acechan a las prostitutas de San Francisco; y aparece
la imagen de una mujer, Kimberly Braga, en la habitación de un hospital,
en coma después de haber recibido una paliza.
Sigue con una viñeta de fondo negro en
la que se comenta el desenlace de la Asamblea General de Naciones Unidas
en 1949, en la cual Eleanor Roosevelt leyó una convención que
pedía la despenalización de la prostitución y el hacer
cumplir las leyes contra los que explotan a mujeres y niños en la prostitución.
Este documento fue aceptado por más de cincuenta países. La
mayoría de los países europeos despenalizaron la prostitución
quitando las leyes que prohibían la entrada en el acto de la prostitución,
aunque mantuvieron las que estaban en contra de la prostitución callejera,
los “chulos”, los prostíbulos y el tráfico de mujeres a través
de las fronteras. Estados Unidos promulgó a principios del siglo XX
las leyes que prohibían la prostitución, y durante dicha Asamblea
no aceptó su despenalización.
Este capítulo acaba con una historia
de acoso sexual. Está encabezada por un título en letras grandes
en el que pone “Acoso sexual & Pornografía”, y bajo él la
imagen del acosador, el juez James L. Stevens, y la acosada, Mary Powers;
con una breve descripción del acoso sufrido.
Al igual que lo harán el resto de capítulos
de esta primera parte, acaba con varios posibles links: pasar al mito siguiente,
destruir el mito o volver a la introducción.