Próxima a las fronteras belga, alemana y francesa, la ciudad de Luxemburgo es atravesada por el río Alzette, cuyo recorrido tortuoso serpentea a través de los principales promontorios: la roca de Bock y la meseta del Rham. Una fortaleza erigida por el conde Sigefredo en la roca de Bock da origen a la ciudad en el año 963. La vida en Luxemburgo se articula en torno a la ciudad alta y la ciudad baja. El camino de la Cornisa va siguiendo el borde del acantilado, dominando el río tortuoso que determina el trazado de las calles vecinas. Unos puentes y viaductos, que cruzan el valle, enlazan las diversas partes de la ciudad. Luxemburgo ha desempeñado un papel importante en la historia de Europa durante varios siglos. Ha sabido preservar los vestigios de sus impresionantes fortificaciones y sus barrios antiguos en medio de un entorno natural excepcional. El Gran Ducado de Luxemburgo es un país sin litoral con una superficie de 2.586 Km². El Oesling al Norte es una llanura que culmina a 559 m de altura y que forma parte de las árdenas. El Gutland, al Sur, se eleva a una altura media de 250 m. Los principales ríos son el Mosela, el Our y el Sûre. Un tercio del territorio está cubierto de bosques. Las tierras agrícolas se concentran en el Gutland sedimentario al Sur en donde la mayoría de los cultivos implican a los cereales. Los pastos están incrementando su presencia. El Oesling, parte de las árdenas situada al Noroeste, es menos adecuado para la explotación agrícola. Se dice que lo que caracteriza a los luxemburgueses es su franqueza, su sencillez y su sentido de la hospitalidad. Su particularidad está impregnada de la historia del país, de los esfuerzos y sacrificios que una nación ha realizado para su independencia y del contacto permanente con los países vecinos y su cultura. Así como variados son sus paisajes, son numerosos los dialectos y costumbres de sus habitantes. Los luxemburgueses trabajan duro, pero también saben saborear los placeres de la vida; les gustan las fiestas, la compañía y no desdeñan ni un buen vaso de vino del Monsela ni una de sus numerosas especialidades culinarias. Aunque el pequeño país parezca un poco alejado de los grandes acontecimientos mundiales, los luxemburgueses no carecen de un cierto espíritu cosmopolita y, sobre todo, europeo Las buenas relaciones políticas y económicas con los países vecinos, una cuestión de supervivencia para todos los pequeños estados pero igualmente el contacto humano y las influencias culturales han marcado profundamente a Luxemburgo. |