Resulta
curioso que Drácula pudiese, en principio, ser escrito por
Stoker como una metáfora de todas las practicas sexuales perversas
e indeseables que no debían cometerse, avisándonos de su
poder maléfico y corruptor, puesto que si esta fue la intención
del escritor, éste fracasó estrepitosamente. Si Drácula
ha fascinado a tantos lectores es principalmente por la fuerte carga erótica
y sexual que contiene.
Quizá en el fondo Stoker tuviese un miedo obsesivo y una preocupación
sexual enfermiza provocados por sus deseos sexuales reprimidos (culpa,
tal vez, de su frecuentación a burdeles). Sea esto cierto o no es
patente durante toda la obra, una multitud de practicas sexuales indeseables
desde el punto de vista puritano de Stoker (en el fondo reflejo de la sociedad
de su época): la felación (cuando Drácula quiere que
Mina chupe su sangre), sexo antes del matrimonio, (Lucy vampirizada pidiendo
a Arthur que la bese), sexo en grupo (Harker con las amantes de Drácula),
sadismo (por parte de Drácula) y un largo etcétera. De hecho
el vampiro es un ser puramente sexual y egoísta y por eso
mismo, las interpretaciones actuales sobre el tema ven una larga simbología
sexual en el vampiro: los colmillos que se alargan (símbolo fálico),
el acto erótico del mordisco y el propio placer de este como un
orgasmo maravilloso, entre tantos.
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Created: 19/01/00 Updated: 19/01/00