LEYENDAS, HISTORIAS INÉDITAS Y CHASCARRILLOS

Se dice, se cuenta, se comenta que una vez, en Los Ojos de Moya, (un yacimiento de agua que está cerca del Castillo de Moya), estaba un campesino labrando con un par de bueyes uncidos. Sin saber ni cómo ni por qué, y ante la mirada atónita del buen hombre, los dos animales desaparecieron, es decir que de pronto, la tierra se los tragó. El susto del labriego fue enorme, pero todo no terminó aquí. Al cabo de un tiempo, el mismo yugo apareció a muchos Kilómetros, ¡justamente dentro de nuestras Simas!!!

Se dice, se cuenta, se comenta que una vez, una niña de corta edad, cuyo padre se llamaba Esteban, se quedó al cuidado de una vecina, (la tía Lucía del tío Martinillo) en las Casas de Cañete (Orchova). Mientras, sus padres se fueron a la huerta. En unos segundos de descuido, la niña salió de su casa y desapareció. Familiares, amigos, vecinos..., gente de Las Rinconadas y Sta. Cruz..., todos salieron en su busca. Removieron casas, corrales, bosques..., acequias y calipuentes..., pero todo fue inútil, no se consiguió dar con su paradero. Angustiados, sus padres pensaron que una gorrina se la había comido. Sacrificaron la cerda y la abrieron en canal, pero no se encontró ningún resto... Al cabo de tres días, una persona de la familia del Tío Lucas la encontró descalza, medio desnuda, pero sana y salva, en la "Salailla". Jamás se supo qué había sucedido. La niña solamente contó que "una señora" la había cogido de la mano y la había conducido hasta allí, nadie se explicó cómo podía haber sobrevivido...

Se dice, se cuenta, se comenta que una vez, en el Batán que había al lado del Molino del Medio, se abrió un gran Simarro (Agujero muy grande) Vinieron Ingenieros a inspeccionar el simarro y sus alrededores. Hicieron pruebas, tomaron medidas, abrieron catas, tiraron rocas yagua por el simarro y éste se lo tragaba todo... Después, los Ingenieros se marcharon no sin antes comentar que, si la gente supiera lo que había allí debajo, ni viviría ni pasaría por allí!!!

Se dice, se cuenta, se comenta que una vez, una mujer llamada Generosa se fue a pasar una larga temporada a Valencia. Como su padre, el tío "Ostasio", tenía muchos deseos de verla, le dieron la dirección por escrito y se marchó... Al llegar, se dio cuenta que había perdido el papelito de la dirección, pero el hombre, ni corto ni perezoso, no se desanimó. Empezó a preguntar por su Generosa, por aquí..., por allá y, al final... ¡dio con ella!

Se dice, se cuenta, se comenta que una vez, un hombre iba camino del pueblo, montado en una caballería. Acertó a pasar por allí una forastera que iba andando. El hombre, muy amable, bajó del macho y le ofreció a la mujer subirse en él. La mujer asintió y, dando un gran salto, se plantó encima de la caballería. El hombre, asombrado, desde abajo miró a la mujer y vio que debajo de las faldas no llevaba nada. Al mismo tiempo, la mujer, orgullosa de su gran salto, comentó: - ¿Ha visto "qué ágil"? - Perdone, pero no la entiendo-comentó el hombre. - ¿Ha visto "qué ágil"? -insistió la mujer. - ¡Ahhh!, dijo el hombre poniéndose colorado- Perdone, es que en mi Pueblo lo llamamos SETA...


GASTRONOMÍA

LAS GACHAS

Se pone en la lumbre un calderillo, si puede ser de cobre, con litro y medio de agua con la sal. Cuando va a empezar a hervir, se echa la harina de adaza o trigo, en forma de cruz. Se deja que hierva todo muy despacio. Cuando está cocida la harina, se da vuelta a las gachas con un palo o cucharón, con especial cuidado, y durante largo rato, pues aquí es donde se encuentra el truco de realizar unas buenas gachas. Las gachas son un plato fuerte, ideal para el invierno, y se acompañan con hígado, bacalao, sardinas, tripera, pimientos, ajos...y se riegan con el unto de freir todo. Son imprescindibles en el matacerdo, y se les suelen añadir las "chichorritas"... Ni qué decir tiene que el barral de aquel buen vino negro y picoso no debe parar de dar vueltas alrededor del caldero.



GAZPACHOS

Se cuece una liebre o un conejo, una perdiz, ajos, laurel y sal. También se necesita una torta especial para este plato, que, antiguamente, siempre se hacía en la lumbre de casa, pero que ahora, suele comprarse. Una vez se ha cocido toda la carne, se reserva el caldo y se deshuesa, se desmenuza y se sofríe un poco toda la caza. Se fríen pimientos rojos y, si hay hongos, se fríen a parte. Todo junto se agrega al caldo, dejando que hierva un poco. Se le añade una pizca de canela, pimentón, pimienta, etc. La torta se trocea y se agrega. Todo junto se aparta del fuego un tiempo hasta que recale bien. Cuando se haya bebido todo el caldo, se pone todo en una sartén con aceite y se le va dando vueltas para que se tueste por los dos lados.


PUCHERO DE CARDOS

Al fuego pones un puchero con agua. En frío vas echando en la olla los ingredientes, empezando por los que más tiempo se han de cocer; los garbanzos o las bajocas, los huesos rancios y frescos, los cardos, el resto de la carne de cerdo a tu gusto... Cuando ya está todo bastante cocido (sabido es que los garbanzos nunca han de dejar de hervir) las patatas. Al finalizar, para que no se deshaga, la morcilla de harina o de cebolla, si puede ser del frito. Como todo buen plato hecho con cariño, el puchero ha de hervir sin demasiado fuego, sin pausa, durante bastante tiempo, lentamente... Hacia el final de la cocción mi madre y mi abuela daban la vuelta a la olla, cogiéndola por el asa y dándole empujones hacia arriba y hacia atrás con fuerza, sin duda para que hirviera por igual y no se pegara nada al culo. Bastante avanzada la cocción se prueba de sal, añadiéndole la que haga falta (ya se sabe que el hueso rancio y el del obispo llevan bastante) y el azafrán.