por María Pérez Moruno
Nació el 11 de marzo de 1890 en Everett, Massachusetts y estudió en el Tufts College de la Universidad de Harvard y en el Instituto de Massachussetts de Tecnología (MIT), donde más tarde desempeñó diversos cargos docentes y administrativos.Tenía dos hermanas. Su padre era ministro de Universalist. De niño, Bush estaba a menudo enfermo por lo que permanecía largos periodos de tiempo postrado en cama. En la escuela demostró una gran aptitud para la matemáticas. Desde pequeño ya era un alumno aventajado y en 1913 construyó una máquina que servía para calcular distancias entre terrenos desiguales a la que llamó Profile Tracer. En 1919, se une al Departamento de Ingeniería Electrica del MIT, donde ejerció la docencia durante 12 años (en total estuvo 25 años como docente). Trabajó en tareas como la fabricación de dispositivos ópticos y de composición fotográfica, de sistemas de almacenamiento y recuperación de microfilms. En 1922 funda la compañía American Appliance Company con su compañero Tufts Laurence, K. Marshall y el científico Charles G. Smith en Cambridge (Massachussetts), que posteriormente se vería convertida en Raytheon. Raytheon era una compañía, principal contratista en materia de Defensa del Gobierno de los EE.UU., que se ocupaban de las tareas de seguridad ciudadana causada por los posibles agentes externos. Entre los productos que se fabricaban están: visores infrarrojos, ciberseguridad, detectores de agentes químicos, o traductores árabe-inglés. Cobraron una gran relevancia en la investigación de posibles peligros tras el 11 de septiembre como la detección de posible radioactividad o la inmunidad ante ataques posteriores. En la década de 1930 construyó la primera computadora analógica a la que llamó analizador diferencial. Se diferenciaba de las digitales en que representan los números mediante tensiones eléctricas de voltaje variable, y servía para realizar automáticamente algunas de las operaciones elementales. Este invento tuvo repercusión en muchas áreas, especialmente en la ingeniería y en la química. En 1939 es nombrado presidente del Carnegie Institute de Washington, y Director del National Advisory Committee for Aeronautics; en 1941 fue nombrado, por el presidente de EE.UU., director de la Office of Scientific Research and Development, siendo jefe de una comunidad de científicos encargados de la creación de la bomba atómica en los albores de la Segunda Guerra Mundial. En 1945 publica un artículo llamado «Cómo podríamos pensar» "As we may think", en la revista Atlantic Monthly, donde describió, principalmente, la llegada de dos dispositivos. En primer lugar, una máquina pensante que fuese capaz de realizar ciertos cálculos; tarea que actualmente es desarrollada por sencillas calculadoras. En segundo lugar, una máquina que funcionaba mediante el dictado y que era capaz de almacenar la información de voz para representarla de forma escrita. Hoy en día hay software capaz de realizar esto, aunque pueda conseguirse un grado de precisión mayor. El último de sus logros, y el que más influyó en la visión del hipertexto y de la Internet para etapas posteriores, fue sin duda el Memex, un dispositivo mecánico de almacenamiento de libros, grabaciones y comunicaciones, de búsqueda muy sencilla, rápida y no lineal; el Memex nunca se desarrolló, pero inspiró el trabajo de sus sucesores Douglas Engelbart, Ted Nelson y, más adelante, Tim Berners Lee.
M.P.M.:¿ Podría hablarnos de los métodos para transmitir y revisar los resultados de las investigaciones?
V.B.:Profesionalmente, tienen varias generaciones de antigüedad y, en la actualidad, han dejado de resultar adecuados a la finalidad que persiguen. Si el tiempo adicional dedicado a escribir obras científicas y el dedicado a leer las que han escrito los demás pudiese ser cuantificado, la proporción entre ambos resultaría sorprendente. Todos aquellos que intenten mantenerse al día del pensamiento actual por medio de la lectura continua y detallada, incluso restringiendo su elección a campos muy concretos del conocimiento podrían llegar a sentirse profundamente desanimados si se les demostrase, mediante cálculos, qué parte del esfuerzo realizado durante los meses anteriores ya habrían tenido a su disposición. Sin ir más lejos, las leyes de la genética que Mendel formulara se perdieron durante toda una generación debido a que no llegaron a oídas de aquellos científicos capaces de llegar a comprenderlas y difundirlas. Y este tipo de catástrofe continúa repitiéndose en nuestros días y entre nosotros: logros verdaderamente significativos se pierden entre el maremágnum de lo carente de interés.
M.P.M.:¿ Cómo afecta el progreso de la fotografía en sus investigaciones?
V.B.:Ciertamente, el progreso en el campo de la fotografía no va a detenerse. Es ya inminente la aparición de nuevas lentes y de materiales más rápidos, de cámaras más automáticas y de películas de grano más fino, que contribuirán a la expansión de la idea de la minicámara. Proyectemos a continuación esta tendencia en el futuro, hacia un resultado si no inevitable al menos lógico. La cámara fotográfica del futuro contendrá, en su parte frontal, un saliente de un tamaño ligeramente mayor al de una nuez. Tomará fotografías de tres milímetros cuadrados de superficie, que posteriormente deberán ser proyectadas o ampliadas, algo que conlleva, en definitiva, una reducción de tamaño a una décima parte con respecto a lo que existe en la actualidad. Las lentes serán de foco universal y funcionarán a cualquier distancia a la que se pueda acomodar el ojo humano sin ayuda alguna debido, sencillamente, a su corta distancia focal. La cámara fotográfica dispondrá, asimismo, de una célula fotoeléctrica en el saliente de tamaño ligeramente mayor que un una nuez al que nos hemos referido más arriba, similar a la que posee al menos una de las cámaras existentes en la actualidad. Esta célula fotoeléctrica tendría como misión ajustar automáticamente la exposición a una amplia variedad de niveles de iluminación. La película fotográfica tendrá capacidad para unas cien exposiciones, y el dispositivo para operar el disparador y desplazar la película en el interior de la cámara quedaría correctamente situado de una vez por todas en el momento mismo de introducir la película. Ésta producirá sus resultados, sin duda alguna, en color, y es posible que la cámara incluso sea estereoscópica, de modo que registre las imágenes por medio de dos lentes separadas entre sí a una cierta distancia, como si fuesen ojos de cristal, pues no debemos olvidar que las mejoras en las técnicas estereoscópicas están a la vuelta de la esquina.
M.P.M:¿ Qué mecanismos se utilizan para introducir la información?
V.B.:En la actualidad, para introducir un registro en el archivo utilizamos el método de ejercer presión con un lápiz o el de pulsar las teclas de una máquina de escribir. Posteriormente, se da un proceso de compilación y corrección, seguido de un intrincado proceso de composición tipográfica, impresión y distribución. Respecto al primer estadio del procedimiento, podemos preguntarnos “¿dejará el autor del futuro de escribir a mano o a máquina para hablar directamente con el archivo?”. En la actualidad lo puede hacer de manera indirecta, hablando a una estenógrafa o a un cilindro de cera o cerámica, pero se encuentran presentes todos los elementos para, si así lo desea, conseguir que sus palabras habladas den como resultado directo un archivo mecanografiado. Todo lo que necesita es utilizar los mecanismos ya existentes y alterar su lenguaje. En una reciente Exposición Universal, se mostraba una máquina denominada Voder. Una señorita pulsaba las teclas del aparato, y éste emitía palabras audibles y reconocibles. En ningún punto del proceso entraban en función las cuerdas vocales humanas, pues las teclas se limitaban a combinar vibraciones de origen eléctrico, que pasaban posteriormente por un altavoz. En los Laboratorios Bell existe una máquina opuesta o simétrica al Voder, que se denomina Vocoder, en la que el altavoz se sustituye por un micrófono que captura el sonido. Si se habla a través del micrófono, se puede observar cómo se mueven las correspondientes teclas. Este podría constituir, pues, uno de los elementos del sistema que estamos describiendo a lo largo de este escrito. El otro elemento sería el taquígrafo, ese en cierto modo desconcertante aparato que podemos encontrar, por lo general, en ciertos acontecimientos públicos durante los cuales una señorita pulsa lánguidamente unas teclas mirando hacia la sala o hacia alguno de los oradores con un aire inquietante. Mientras, del taquígrafo surge una larga tira de material que refleja, en un lenguaje fonético simplificado, todo lo que se supone que el orador ha dicho durante su intervención. Esta larga tira de información ha de ser, posteriormente, reescrita en un lenguaje ordinario, puesto que en su forma original no resulta inteligible a los no iniciados. Si combinamos los dos anteriores elementos, haciendo que sea el Vocoder el que opere el taquígrafo, obtendremos como resultado una máquina capaz de escribir a medida que se habla. Nuestros lenguajes actuales no están especialmente adaptados a este tipo de mecanización, es cierto. Resulta extraño que los inventores de lenguajes universales no hayan concebido la idea de crear un lenguaje que se adapte mejor a la transmisión y la grabación de nuestras intervenciones habladas. La mecanización podría, sin embargo, forzar su creación, en especial en el terreno de los estudios científicos, con lo cual la jerga científica se convertiría en algo aún menos inteligible para el profano en la materia. Podemos crearnos ya una imagen mental del investigador del futuro trabajando en su laboratorio. Nada le ata a un punto concreto del espacio y sus manos están libres de modo que, a medida que se mueve por su terreno de trabajo y lleva a cabo sus observaciones, va tomando fotografías y realizando comentarios. La hora queda automáticamente grabada en ambos tipos de registro, para que exista un vínculo entre ellos. Si el científico lleva a cabo un trabajo de campo, puede mantenerse conectado a su grabadora por medio de ondas de radio. Con todo ello, al llegar la tarde y revisar sus notas, la grabadora podría registrar también sus comentarios para añadirlos al archivo del proyecto. Este archivo, junto con todas las fotografías tomadas a lo largo del estudio, podría ser miniaturizado para poder ser examinado posteriormente mediante proyeccción.