Foro Romano
El antiguo centro comercial, político y religioso de la urbe, el foro Romano, se alza en el valle de los montes Capitolino y Palatino. El foro fue construido a lo largo de 900 años. Antes de dar un paseo entre las ruinas del Foro, conviene subir a la ladera del monte Capitolino para contemplar el conjunto en su totalidad e imaginárselo como el corazón palpitante que fue de la antigua Roma.
Foro Romano

Comenzó siendo una tipica piazza en los primeros años de la República, pero a medida que el Imperio empezaba a perfilarse, se construyeron tribunales de mármol blanco, edificios públicos y templos. Su importancia decayó a partir del s. IV, y los edificios construidos por los emperadores, cónsules y senadores quedaron en ruinas, hasta que el lugar pasó a usarse como tierra de pastoreo. Aunque el Foro decayó con el Imperio, su destrucción no sólo se debió a las incursiones bárbaras, sino también a los propios romanos, que lo saquearon durante la época medieval para conseguir materiales de construcción (mármol y piedra).

Si se entra al foro desde Via dei Fori Imperiali, a la izquierda queda el Tempio di Antonio e Faustina, erigido en el año 141 d.C. por el Senado en homenaje a la emperatriz Faustina, y más tarde al Emperador Antonio Pío. Ala derecha queda la basílica Aemilia, construida en el año 179 a.C. El edificio tenía 100 m de largo y su fachada estaba formada por un pórtico de dos plantas con tiendas a la entrada. Destruida y reconstruida varias veces a lo largo de los años, la basílica fue demolida casi en su totalidad durante el Renacimiento en busca de los preciados mármoles.

La empedrada y solemne Via Sacra, que atraviesa el Foro de noroeste a sudeste, pasa por delante de la basílica. Si se sigue por Via Sacra en dirección al monte Capitolino, se llega a la Curia. En un principio fue el lugar de encuentro del Senado romano, y más adelante fue rehecho varias veces por Julio César, Augusto y Domiciano, hasta reconvertirse en una basílica cristiana durante la Edad Media. Las puertas de bronce son copias, ya que las originales, obra de Borromini, se trasladaron a la Basilica di San Giovanni in Laterano. Frente a la Curia se encuentra el famoso Lapis Niger (Piedra Negra), una pieza de mármol negro que cubría un area sagrada que según la leyenda, era la tumba de Rómulo. Bajando un tramo corto de escaleras (rara vez abiertas al público) se esconde la inscripción en latín más antigua que se conoce, que data del siglo IV a.C.

El Arco di Settimio Severo se erigió en el año 203 d.C. en honor al emperador y sus hijos para conmemorar la victoria romana sobre los partos, y está considerado uno de los arcos del triunfo más importantes de Italia. Una base circular de piedra al lado del arco, el umbilicus urbis, marca el centro simbólico de la antigua Roma.

Foro Romano
Al sur se encuentra el Rostrum, la tribuna desde la cual los oradores se dirigían al pueblo.
Al sudeste del arco está el Tempio di Saturno, inaugurado en el año 497 a.C.; era uno de los más importantes de la antigua Roma, donde se guardaba el tesoro del Estado. En la actualidad todo lo que queda son ocho columnas de granito.

Tras el templo, de espaldas al monte Capitolino se encuentran de norte a sur, las ruinas del Tempio della Concordia, los restos de las tres columnas del Tempio di Vespasiano y el Portico degli Dei Consenti. Los antiguos cimientos de la Basilica Giulia, erigidapor Julio César en el año 55 a.C., están en la Piazza del Foro, al lado del Rostrum. La colonna di Foca, que data del año 608 d.C., fue el último monumento que se construyó en el Foro Romano. Está dedicado al emperador romano Focas, que donó el Panteón a la Iglesia. Al sudoeste de la plaza de alza el Tempio di Giulio Cesare, levantado por Augusto en el año 29 a.C. en el lugar donde se incineró el cuerpo de César y en el que Marco Antonio leyó su famoso discurso. Al sudoeste se encuentra el Tempio di Castore e Polluce, erigido en el año 489 a.C. para conmemorar la derrota de los etruscos, y en honor de los Dioscuros o Gemelos Celestiales, que se aparecieron milagrosamente a las tropas romanas durante la batalla.
Sólo subsisten tres elegantes columnas corintias del templo, que en su momento hacía las funciones de banco y centro de pesos y medidas.

Al sur del templo se encuentra la Chiesa di Santa Maria Antiqua, la basílica cristiana más antigua del Foro. En su intrior se pueden ver unos frescos cristianos primitivos. Esta área ha permanecido cerrada al público desde 1992. De vuelta a Via Sacra se alza la Casa delle Vestali, hogar de las vírgenes que guardaban al fuego sagrado en el Tempio di Vesta. Las seis sacerdotisas eran escogidas entre las familias patricias cuando tenían entre seis y diez años de edad, y debían permanecer en el templo durante 30 años cumpliendo voto de castidad.
Si la llama del templo se apagaba era señal de mal augurio, y la sacerdotisa responsable era azotada. Si una de ellas perdía su virginidad, era enterrada viva, ya que su sangre no podía ser derramada, y el hombre responsable de la ignominia era flagelado hasta morir.

Foro Romano

El siguiente monumento es a magnífica Basílica di Constantino, que también se conoce como Basílica di Massenzio. El emperador Majencio ordenó su construcción, que fue terminada por Constantino en el año 315 d.C. Una colosal estatua de Constantino fue descubierta en el subsuelo en 1487. En el Palazzo dei Conservatori, en los Museos Capitolinos, se exponen diversas piezas pertenecientes a esta estatua (la cabeza, una mano y un pie).



El Arco di Tito, al final del Foro Romano, al lado del Coliseo, se construyó en el año 81 d.C. para conmemorar la toma de Jerusalén por el emperador Tito tras seis meses de sitio. Tito está representado con Victoria en uno de los relieves del interior del arco. El otro lado se muestra el botín de Jerusalen en una procesión triunfal. En el pasado, los judios romanos evitaban pasar por debajo del arco, ya que es un símbolo histórico del inicio de la diáspora.

Si el visitante se pierde entre tanta ruina, lo mejor es acercarse con disimulo a cualquie grupo organzado y prestar atención a las explicaciones de su guía. Para contemplar una vista inolvidable, merece la pena volver a este mismo lugar al anochecer.




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