La ciudad de Venecia fue fundada en el año 421 cuando los pueblos del Veneto que vivían en tierra firme se trasladaron a las islas para escapar de las invasiones de los bárbaros germánicos.
Justiniano conquistó Venecia en el siglo VI, integrándola en el Imperio Bizantino y pasando a depender del Exarcado de Rávena. Cuando Carlomagno y el emperador de Bizancio firmaron el Tratado de Aquisgran, la influencia de Bizancio se vio notablemente reducida, tal y como muestra el hecho del robo del cuerpo de San Marcos, desde entonces patrón de la ciudad, a Alejandría por parte de los venecianos el año 828.
Posteriormente la ciudad de Venecia prestaría su apoyo a Bizancio en sus guerras, lo que le reportó privilegios comerciales con el basto imperio e incluso con los pueblos musulmanes a pesar de la prohibición que al respecto dictaba el Concilio de Letrán.
El poder de Venecia aumentó notablemente gracias a las cruzadas, especialmente con la cuarta en 1204, en la que los venecianos utilizaron a los cristianos como mercenarios para derrotar a Constantinopla, ahora en manos musulmanas. Después de esta victoria, Venecia aumentó sus influencias comerciales con oriente al recibir como recompensa barrios comerciales en ciudades de Siria, Palestina, Creta y Chipre, lo que les permitió controlar ampliamente el comercio marítimo del Mediterráneo.