Opinión

por Ms. García Reche

Pensemos por un momento lo que nos sugiere la palabra pueblo: naturaleza, armonía, relajación, cercanía. Sin embargo, tres establecimientos deben ser visitados antes de aventurarnos a repetir el que viene siendo el estereotipo más ingenuo de la tradición española. Se trata de la peluquería, la panadería y el mercado central (sábados y , ocasionalmente, domingos). Y es que parece que en algunos lugares no tan remotos estos comercios cuentan con su propio medio de comunicación. Informar, formar y entretener son sus tres funciones estrella, las cuales difuminan como el maquillaje a la imperfección lo que se conoce como cotillear, una palabra muy muy fea. Huyendo de la presión de ser observado y de las críticas gratuitas, hay quien sueña despierto con abandonar un hogar que se le queda pequeño y aventurarse en la gran ciudad, una metrópoli en la que “ni conoces ni te conocen”, dicen algunos.

Esto es lo que pensaba mi vecina, urbanita donde las halla y, como no, el punto de mira de las lenguas voraces del pueblo, “por su afán de confundir libertad con libertinaje”. Ávida de aventuras, se fue a vivir a la ciudad con dos compañeros de piso a los que no conocía y se matriculó ni corta ni perezosa en la universidad, convencida de que la facultad sería la cuna que mecería las experiencias más apasionantes de su vida. Por fin gente con ambiciones, ganas de llegar a lo más alto, con ganas de cambiar el mundo, gente utópica sí, pero con un proyecto vital. Por fin personas a su imagen y semejanza. En la facultad, como no, todo eran fiestas, borracheras, debates políticos, intercambio de ideas.

Atrás quedaron las arcaicas ideas de las marujas del pueblo, su rancia moral y su afán por ver la paja en el ojo ajeno. Y cuando pensaba en el entorno familiar, se daba cuenta que pronto empezarían a atosigarla con preguntas sobre sus novios y que, incluso cuando llegara al pueblo, la mayoría de sus amigas ya tendrían planes de boda… Demasiado triste para ser verdad, pero lo cierto es que así era. Pero un buen día, soleado y enérgico, después de tomarse la vitamina B para contrarrestar los efectos de la resaca y ansiar la caída de la noche para poder enturbiar la realidad con el efecto sedante del alcohol y contagiarse del optimismo de las risas de sus compañeros, todo cambió.

 



Vannevar
Patricia Sales

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