"EL CELACANTO: CAPRICHO DE LA EVOLUCIÓN"
( GUIÓN )
Ó—: Hola, queridos amigos y amigas de "La luz de Atenea".
Bienvenidos a vuestro programa de monográficos científicos de
UPVradio. Como ya sabéis, cada martes y cada jueves os traemos los
temas más fascinantes del amplio abanico de la ciencia.... La 'ciencia':
una palabra que a algunos les levanta escamas nada más oírla
-bien porque les parece difícil, o bien porque creen que no tiene nada
que ver con la realidad cotidiana que ellos tratan-. Pero todo lo contrario:
ni es algo alejado del mundo, ni es tan difícil o 'esotérica'...
¿Tú qué piensas, Francisco?
F—: Pues estoy contigo: La ciencia nos rodea, y la ciencia es -junto a la poesía- el lenguaje más natural de cerebro humano... La ciencia es -por ejemplo- ese interruptor de nuestro dormitorio que nos devuelve la luz cuando el miedo animal -o la metafísica- no nos dejan dormir...
Ó—: Francisco Rubio -amigos- profesor de esta Universidad Politécnica que nos acoje, sabe bien lo que dice... No en vano es nuestro especialista: nuestro 'guía' en estas alucinantes exploraciones por el gran libro de la ciencia.... Por cierto, profesor, que ya va siendo hora: ¿cuál es el tema de esta noche? Antes me has dicho algo de un 'bicho'... cuyo descubrimiento conmocionó a la 'biología evolucionista'
F—: Exactamente. Hoy nos sumergiremos en el océano de la teoría evolucionista... pero no lo haremos para explicar cuestiones 'teóricas': sino para ver un 'curioso' ejemplo de criatura viva.Una criatura -cuya historia- cuestiona la 'lógica' evolutiva
Ó—: ...te refieres que a examinaremos -anecdóticamente- la historia de cierto 'bicho raro': un espécimen que pone en jaque ciertos aspectos de las teorías sobre la evolución animal... Un curioso animal ¿que fue 'algo así' como una 'sorpresa' para la biología o para la arqueología de la época, Francisco?
F—: Pues ni más ni menos. Nos referimos , en concreto, al 'celacanto': un pez ante-diluviano que se consideraba extinguido, pero que fue re-descubierto por azar. La aparición y desaparición de este extraño pez... replanteó muchas cuestiones en torno a la evolución. Por tanto, el título del programa de hoy podría ser: 'El celacanto: capricho de la evolución animal'.
Ó—: ¿Qué os decía amigos -antes- respecto
a la diversidad de la ciencia? ¿¿no os intriga todo lo que -por
ejemplo- un pez nos puede enseñar?? Creedme: no os perdías el
programa de esta noche. Dejad todo lo que estéis haciendo, y atentos
al dial...: hoy con 'La luz de Atenea' seguro que vuestros cerebros 'evolucionan'
un grado. Esta noche, 'El celacanto: capricho de la evolución'. Comenzamos.
----cambio de banda sonora: 12 s----
Ó—: Pues bien, amigos. Empezamos en 'La luz de Atenea' con una
fabulosa historia. El extraño 'caso' de una extraña -increíble,
sorprendente- criatura del reino animal... Si la naturaleza tuviera un cerebro,
yo creo que se parecería un poco al de Julio Verne. Como ya dijimos,
hubo un animal que se convirtió en 'leyenda viva', y fue el celacanto
(es decir, un pez marino). ¿De qué os suena el nombre? La historia
comienza -precisamente- con la misma pregunta en la cabeza de un patidifuso
científico que acaba de recibir una increíble carta. Estamos
-Francisco- en una fría mañana de 1939. ¿Pero qué
es lo que sucede concretamente?
F—: Pues, fíjate... El profesor 'perplejo' al que te has referido
se llamaba James Brierley Smith... y la causa de su asombro había sido
una noticia: una noticia que le ha llegado -precisamente- por correo urgente.
Era el 3 de enero de 1939, y Smith acababa de recibir una carta con una noticia
que sonaba 'imposible'. ¿Su remitente?: la carta era de una tal 'señorita
Marjorie Courtenay-Latimer'
Ó—: Marjorie Latimer era -en aquella época- ni más ni menos que la conservadora en Sudáfrica del Museo de Londres. El científico al que dirigía su misiva, el profesor Smith, era químico pero también sabía de ictiología. La ictiología -amigos- no es más que la biología que estudia las especies animales... La cuestión es que -¿verdad Francisco?- Smith no dejaba de cotejar la carta de la señora Latimer con los libros qe tenía en casa... ¡y sin embargo al hombre no le cuadraban las cuentas! ¿Qué podía querer comunicarle un museo a un ictiólogo...que lo dejara en ascuas?
F—: Pues la carta era una petición bastante habitual... Courtenay-Latimer le rogaba al señor Smith que le ayudase a identificar -y a catalogar- cierto 'extraño pez' que acababa de adquirir para el museo. Como ves, hasta el momento, algo nada 'raro'.
Ó—: El problema, entonces profesor, era que aquel pez era mucho más extraño de lo que nos esperamos... ¡Vamos, que lo que ocurría era que ése pez no aparecía -siquiera- en los libros de biología de Smith! ¿Por eso está tan perplejo Smith?
F—: Exactamente. Nadie sabia que era un celacanto. Fíjate -Óscar- que el presidente del consejo de administración del museo creía que aquel pez era una simple 'variante' de la merluza... Sin embargo, la conservadora del museo (que lo había analizado) y Smith -el ictiólogo- (que se enteró por carta) nadaban en un mar de dudas...
Ó—: El pez, amigos... ¡sí, era el 'celacanto' (como ya adelantamos)!. Pero antes de desvelar en qué consistía el misterio 'natural' de este extraño espécimen acuático -llamado a convertirse, sin duda, en la 'estrella' del museo de Londres- es mejor que sigamos su rastro por el mar... ¿Cómo fue encontrado el celacanto, Francisco? ¿en qué circunstancias?
F—: El pez que había descrito Courtney-Latimer había sido capturado por el pesquero Nerine. El 'Nerine' -Óscar- había atrapado en sus redes al 'extraño pez' en la costa sudafricana. Era el 21 de Diciembre del año 1938. El pez pudo sobrevivir -por casualidad- coleteando durante horas en la cubierta del barco...
Ó—: El capitán del pesquero de arrastre (un tal Hendrik Goosen) supongo que pensaría -profesor- que aquel animal azul pálido, aquel pez de metro y medio aproximadamente... pues no era comestible. "¡Mejor, entreguémoslo a la ciencia!"
F—: Exacto: porque si no, no habría podido llegar hasta la señora Courtenay-Latimer
Ó—: es decir:la conservadora del museo de Londres, muy interesada en especies nuevas
F—: Eso es. Aquel pez de extraña apariencia (que resultaba ser
un celacanto) fue guardado y entregado a la señora Latimer. Digamos
que la conservadora del museo... a menudo compraba 'peces raros' para sus
colecciones.
Ó—: Pero fijáos qué curioso, amigos de la 'Luz
de Atenea': observad cómo el azar hace -de un simple tropiezo- un descubrimiento
trascendental... Imaginad la escena: Courteney-latimer, que esa mañana
tenía que acudir al muelle para recibir -como otros días- su
entrega periódica de posibles 'pescados de exhibición'... ¡pues
casi cancela su caminata habitual!... ¡porque era un día muy
soleado!
F—: Exacto: era un día mucho calor, y Latimer estaba muy ocupada.
Ó—: Pero al final cambió de idea -y con esto, la historia de la biología-. A pesar del meteosat en sudáfrica -Francisco- ¡hemos tenido tema para nuestro programa!
F—: Sí, menos mal... Al final Latimer fue al muelle, y recogió su extraño 'pez azul'. ¿Y sabes qué pensó nada más ver al celacanto? Pues nada más verlo -Óscar- le dio la impresión de estar "ante el pez más hermoso" que jamás había visto...
Ó—: Compró el raro animal -amigos- y volvió al museo. Estamos -amigos- en 'La luz de Atenea', esta noche con 'el celacanto: capricho de la evolución'. El celacanto: un extraño pez qe -hasta el año 1939 en que lo hemos dejado- las teorías biológicas en boga habían dejado un poco a un lado. Hemos dejado -Francisco- a la conservadora del museo de Londres de 1939 examinando estupefacta su hallazgo... Voy a continuar con una anecdota: ¿a qe nadie se espera que un taxista pudo echar al traste el descubrimiento? Parece -amigos- qe después de discutir con un taxista qe no qería cargar al animal, Latimer consiguió -por fin- llevarselo
F—: Eso es: la historia del 'celacanto y Latimer' empezó con 'contratiempos'. Pero la mala suerte no acaba aquí: el museo no tenía ninguna sala refrigerada para conservar un pez tan grande... ¡Tenemos a Latimer cargada con el pez en brazos!
Ó—: Lo más truculento de todo -profesor- es que ni siquiera el almacén local de conservas quería guardarle el celacanto... ¡Y ni la funeraria, amigos (yo supongo, que por el olor personal de aquel peculiar 'difunto'...).
F—: Por fin, un taxidermista se encargó de preservar el animal y sus vísceras... Y después viene... ¡lo que ya sabemos!: la conservadora del museo le escribió aquella carta al señor Smith -el ictiólogo- contándole 'detalles' del curioso animal.
Ó—: Tras recopilar las circunstancias del hallazgo, volvamos ahora al punto donde empezó la historia: el profesor Smith estaba en su casa de Knysna cuando le llegó aquella carta. Realmente -amigos- el científico reconoció -sin apenas dudar- el tipo de pez y la especie qe le había descrito Latimer en su carta ¿Verdad profesor?
F—: Exacto: 'aquello' -como ya dijimos, Óscar- se parecía a un celacanto... Un animal que pertenece al grupo de peces llamado 'Crosopterigi'.
Ó—: El único problema -el pequeño contratiempo de dicha identificación, la paradoja, amigos-... era que el celacanto y los Crossopterygii... se habían extinguido hacia ya tiempo. En concreto... ¡pues cerca de 65 millones de años! ¿Qué os parece?
F—: Increíble -Óscar-: aquel hallazgo parecía
imposible. Pensémoslo: ¡se supone que el celacanto se había
extinguido... ni más ni menos que con los dinosaurios...!
Ó—: Claro, la pregunta que se plantearía Smith -profesor-
pues sería que '¿cómo demonios un pez es capaz de viajar
tan lejos?'... (y como lejos -amigos- me refiero a una travesía -por
solitario- de 65 millones de años por el mar del tiempo). Francisco:
¿cómo se supone que debe reaccionar un científico ante
una reliquia que -de repente- reaparece en la historia 'supuestamente viva'?
¿Qué hacemos con un celacanto, con una imagen del pasado...
que pocos días antes había estado vivo y coleando sobre la cubierta
de un pesquero?
F—: Pues imagínate... La cuestión 'imperativa' que -supuestamente- se planteó el profesor Smith sería comprobar lo que decía la carta. Es decir: Smith tenía que examinar 'in situ' al personaje 'fuera de tiempo' -al supuesto 'celacanto'-.
Ó—: Imaginad -amantes de la ciencia- el revuelo que podría comportar un desliz en el 'metodo científico'... Es decir: si Smith -o bien la conservadora del museo- anuncian a la ligera al público -sin antes comprobarlo- que un 'celacanto' ('especie extinguida') ha sido descubierto vivo... Lo peor quizás no sería que la identificación fuese errónea (con las consecuentes mofas del mundo científico...): lo más grave -amigos- es la falta de seriedad en lo que debe ser un 'conocimiento científico del mundo': no hay que saltarse -nunca- la fase de validación de las hipótesis... Así funciona la ciencia, ¿verdad profesor? ¿Smith actúo así en relación al celacanto?
F—: Exactamente... Al menos, ésa era su intención. Desafortunadamente, el profesor Smith no llegó al museo hasta mediados de Febrero. Tras recibir la carta (con la noticia del celacanto) Smith sólo le envió a la conservadora del museo este mensaje: "salve las vísceras -pescado interesante-."
Ó—: En este punto -Francisco- parece que hay cierta polémica 'histórica' en torno al asunto... Es decir: estamos hablando de que alguien te anuncia que -posiblemente- ha sido descubierta para la ciencia una especie de pez desaparecida hace 65 millones de años... ¿Y Smith responde con algo tan breve? ¿Flema británica, profesor? Hay quien afirma que -lo que ocurría- era que Smith estaba 'demasiado' ocupado en otros asuntos...
F—: Una cosa es cierta: -al menos por el tono- Smith no parecía muy 'entusiasmado'.
Ó—: Sin embargo -profesor- la cosa es que -realmente- no le dio carpetazo al tema
F—: Eso es... Smith no se quedó parado durante todo ese tiempo (más de un mes). Realmente, Smith estuvo estudiando un libro sobre peces 'crosopterigy' del ictiólogo Barnard. Smith leyó mucho y -además- examinó las escamas que le había enviado la conservadora del museo (las supuestas escamas de 'celacanto').
Ó—: Supongo que estas escamas -que le llegarían dentro del sobre, con la carta- daban suficientes motivos para seguir investigando el tema... ¿Era un celacanto, no lo era? ¿Estaba Smith sobre la pista buena ('a la captura del celacanto perdido')?
F—: Pues efectivamente, Óscar... Tal como creyó en sus
primeras hipótesis, Smith descubrió -atónito- que esas
escamas se parecían mucho a las de los peces de la familia 'Crosopterigy'.
Ó—: 'La luz de Atenea' -amigos- en esta entrega sobre 'el celacanto:
capricho de la evolución'... está a punto de descubrir un pez
que -supuestamente- se había 'extinguido' de los océanos...
¡Y desde hacía nada menos que 65 millones de años! Pero
retomemos la historia de este periplo -amantes de la ciencia-. El ictiólogo
Smith llega al museo donde le aguarda el cuerpo del delito (la supuesta reliquia
del pez) el 16 de febrero de 1939: más de un mes después de
que fuera pescado.
F—: La verdad es que fue un momento apasionante -Óscar-... Además, el profesor Smith lo dejó escrito a modo de diario en su famoso libro "la historia del celacanto"...
Ó—: Y así lo recuerda el libro, escuchad: "Fuimos directos al museo. La señorita Latimer había salido durante unos instantes, pero el celador nos llevo hasta la habitación interior... Y allí estaba: el celacanto". Tiene un cierto tono de misterio esto -¿verdad, Francisco?-, un cierto aire de tensión muy novelística..
F—. Pues sí, cierto tono de suspense de 'novela psicológica'... Y no era para menos -Óscar-: Smith no estaba preparado para 'reaccionar' ante la presencia de aquella criatura... Imaginemos la escena: el ictiólogo estaba tan excitado ¡que comenzó a 'temblar' al ver al celacanto! ¡¡A temblar!!
Ó—: Hay que tener en cuenta -cientifistas de 'La luz de Atenea'- que la única imagen que hasta entonces se tenía de este pez ante-diluviano era -pues como mucho-... ¡si acaso un simple dibujo en la página de un libro sobre evolución animal!
F—: Smith estaba sobrecogido: era como ver un celacanto 'desde dentro' de un sueño. ¡Tenía 65 millones de años 'de leyenda' ante sus ojos...! ¡Un momento histórico!
Ó—: ...tanto, qe podemos leer en su diario: "Sí, no había dudas: escama a escama, hueso-a-hueso, aleta-a-aleta... aquel pez muerto era un Celacanto real. ¡Podía ser una de esa criaturas de hace 200 millones de años, vuelta a la vida de nuevo!"
F—: Exactamente. ¿Conclusión, Óscar?: el celacanto no se había extinguido. Y lo más importante: este pez era una 'todo un superviviente' de las grandes extinciones. Era una especie que había seguido viva -oculta en los mares-...65 millones de años
Ó—: En todo esto -Francisco- hay una anécdota que a mí me hace gracia: el nombre en latín con que Smith -¡todo un caballero inglés!- bautizó al celacanto 'recuperado'...
F—: Sí... Te refieres al título de "Latimeria chalumnae" -que inventó en honor a la señora Courtenay-Latimer-. Fue un acto de justicia: la conservadora del museo había tenido la perspicacia de conservar el pez y encargarle el estudio a Smith...
Ó—: Sí -amigos-: el mérito del descubrimiento tenía que ser compartido. Latimer fue quien tuvo la impresión, el 'instinto científico', de estar ante algo único'
F—: En fin: el relato de aventuras -Óscar- acabaría en
este punto. Smith estuvo trabajando intensamente (durante más de 4
meses) para completar sus investigaciones. Y por fin -en junio de 1939- el
ictiólogo publicó un artículo científico para
anunciar al mundo el fantástico re-descubrimiento del 'celacanto'.
Ó—: En fin amigos: y luego, la gloria... Pero lo necesario ahora
es que volvamos a la realidad contemporánea. Es preciso que completemos
el capítulo de esta noche sobre 'el celacanto: capricho de la evolución'
con un poco de teoría científica... Digamos que el registro
fósil de la biología cuenta con numerosos ejemplos de especies
extinguidas... Especies que un día poblaron el planeta, pero que luego
acabaron extinguiéndose... ¿Por qé?: pues hay muchas
razones: bien porqe su medio ambiente lo destruyó cierto meteorito,
bien porque nuevas especies -mejor adaptadas- ocuparon sus nichos ecológicos...
Francisco: estas 'extinciones' podrían ser la 'norma' en la selección
natural... La pregunta es: ¿¿son 'toda' la norma??
F—: Digamos que efectivamente: la extinción de especies animales es 'la norma'... Lo que ocurre es que -de tanto en tanto- hay excepciones: como el celacanto. Es decir: sólo los denominados 'fósiles vivientes' son capaces de evitar la extinción...
Ó—: Entonces, ¿por 'fósiles vivientes' remitimos a estas 'especies raras' que sobreviven desde tiempos remotos?
F—. Eso es, exactamente. Y el ejemplo más representativo es el que hemos tratado esta noche: los celacantos (la Latimeria chalumnae). Si consultamos el registro fósil -Óscar- leemos que este tipo de peces apareció en el Devónico hace 400 millones de años -¡¡increíble!!-. Pensemos que el celacanto alcanzó su máximo esplendor en el Carbonífero... ¡¡hace 250 millones de años!!
Ó—: La cuestión es que -de pronto- a partir del Cretácico superior (hace 65 millones de años) desaparece cualquier fósil o 'resto' de celacanto... Por tanto, la especie se considera extinguida.. Y de repente -amigos- igual que desapareció, el celacanto reaparece una mañana de 1939... Marjorie Latimer, conservadora del museo local descubre entre la pesca descargada en los muelles de la ciudad de East London (en Sudáfrica), al protagonista desaparecido... Y por tanto, una historia inverosímil...
F—: ¿Pero sabes cuál fue el detalle anatómico que permitió realmente 'redescubrir' a celacanto? Realmente fue algo muy curioso: el pez que recogió Latimer por casualidad, tenía -como rasgo distintivo- las 'aletas lobuladas'...
Ó—: ¿Te refieres a que el resto de peces -los de hoy- no son así?¿no tienen estas aletas?
F—: Exacto. Los peces 'normales' tienen 'aletas con radios'... La pista buena para identificarlo -por tanto- fue el asombroso parecido de dicho pez con los fósiles de celacanto
Ó—: Fijaos -amigos- en esta 'actividad comparativa' de los nuevos
hechos registrados con los datos ya existentes, con la teoría -en este
caso, paleontológica-. Con esto -Francisco- me refiero a lo importante
que es -para el trabajo científico- seguir un cierto 'método',
unas pautas...
F—: Exactamente: fundamental. Y hasta tal punto -Óscar- que el
anuncio de Smith de aquel descubrimiento no era suficiente...¡Faltaba
corroborarlo con otros hallazgos!
Ó—: O sea: que la ciencia tenía que encontrar -como poco-
a un segundo celacanto 'vivito y coleando'...
F—: Eso es.
Ó—: ¿Y dónde fue encontrado este segundo 'fósil
viviente', Francisco?
F—: El segundo ejemplar de celacanto apareció a finales de 1952 en las Islas Comoras (situadas en el Océano indico: entre Madagascar y Mozambique).
Ó—: Curioso... ¡desde el año 39 -en que se anuncia el descubrimiento- hasta el 52 hay una tira de años! Por algo el celacanto fue considerado extinguido durante tanto tiempo... No sería fácil de localizar.
F—: ¡Digamos que era "más escurridizo que un pez"! Por suerte -Óscar- aparecieron más ejemplares de celacanto en años sucesivos... Esto confirmo que -al menos- existía una población 'estable' de celacantos en el archipiélago...¡Menos mal!
Ö—: Pues hagamos un poco de cronología histórica de la búsqueda y clasificación de celacantos: según mis papeles, hasta el año 1998 se pensaba que la de las Comoras era la única población de celacantos que habitaba el mundo. Por eso, el mundo científico se sorprendió de nuevo cuando Mark Erdmann (biólogo de la Universidad de Berkeley, California) demostró la existencia de celacantos en Manado Tua, una de las Islas Célebes (en Indonesia).
F—: ¡Las Islas Célebes se encuentran a casi 10.000 kilómetros de distancia de las Islas Comoras! Por tanto -Óscar- este descubrimiento extiende considerablemente la distribución geográfica del celacanto. Es decir: la especie 'celacanto' bien podría contar con varias poblaciones por todo el Océano Indico (incluso en otros mares).
Ó—: El hijo pródigo de la evolución animal había vuelto -amigos- y con nutrida decendencia. Iniciamos ya el último tercio de programa. Estamos -fanáticos de 'La luz de Atenea'- con la historia del celacanto, 'capricho de la evolución'. Un pez primitivo -redescubierto tras un lapso de 65 millones de años- y qe es toda una excepción evolutiva. Pq no es como otros peces, Francisco:¿cómo es el celacanto?
F—: Los celacantos son grandes peces marinos: miden de 1’20 m. a 1’30 m., y tienen un color 'gris azulado'... muy característico. Este pez vive en aguas profundas... ¡Fíjate!: entre los 150 y 250 metros de profundidad.
Ó—: Quizás por esto, amigos, estuvo tanto tiempo oculto ante los ojos del ser humano...
F—: De hecho, los hábitos del celacanto son muy peculiares... Durante el día, se resguardan en cuevas submarinas formadas por la lava... y SÓLO por la noche suben a la superficie (para alimentarse de los peces de arrecife).
Ó—: Antes mencionaste la peculiaridad de las aletas de este pez primitivo, Francisco... ¿Cuáles son -en concreto- las características distintivas del celacanto?
F—: Bueno... de la anatomía externa del celacanto destacan las 'aletas lobuladas', que tienen gran capacidad de rotación. También destaca su cola: es simétrica y con un típico 'lóbulo'. Además -en su anatomía interna- los celacantos poseen algo muy curioso: una vejiga natatoria que contiene 'aceite' y que le permite sumergirse a grandes profundidades.
Ó—: Evolutivamente hablando, ¿porqué es tan importante
este 'extraño' pez, profesor?
F—: Los celacantos tienen gran importancia evolutiva porque -junto con
los peces pulmonados- son los parientes vivos 'más cercanos' de los
vertebrados terrestres o 'tetrápodos'...
Ó—: Al principio del programa, destacaste la importancia de las
aletas del celacanto...
F—: Exactamente... Situemos el contexto: la transición del medio
acuático al medio terrestre tuvo lugar en el Devónico superior
(hace 360 millones de años). Esta época -Óscar- fue uno
de los episodios 'fundamentales' de la historia natural de los vertebrados...
Ó—: Y por lo de la -aletas lobuladas' -que dijiste-... ¿Este
pez es un eslabón histórico?
F—: ¡Efectivamente...! El Devónico implicó -para
los vertebrados marinos- muchos cambios morfológicos, fisiológicos
y etológicos (es decir 'de comportamiento'). Y los peces de aletas
lobuladas -como el celacanto- fueron -precisamente- los 'protagonistas' de
esta transición...Los vertebrados marinos 'saltaron' a tierra firme
Ó—: Por tanto, el hallazgo de un pez de aletas lobuladas -en
vez de 'radiales', las comunes entre los peces- no sólo fue un éxito
'de anticuario'. Amigos: el celacanto es el 'eslabón' en la cadena
evolutiva... ¡de los vertebrados marinos a los terrestres! Paradójicamente,
Francisco ¡actualmente el celacanto está en peligro de extinción!
F—: ¡Pues sí! El número de celacantos ha descendido
bruscamente. La causa más probable es la sobre-explotación pesquera
de las especies con que se alimenta. Esto se agrava por el complejo ciclo
reproductivo del pez: fecundación interna, desarrollo de unos pocos
embriones, y un periodo de gestación muy largo...
Ó—: El celacanto, pues,especie biológicamente 'vulnerable'.Y
un detalle más (qe nos da idea de la sinrazón humana): en algunos
países asiáticos se tiene la falsa creencia -amigos- de qe el
líquido bebido de la espina dorsal del celacanto prolonga la vida...
¡Un peligroso mercado negro al servicio de la extinción de especies!
F—: Sí, es lamentable, Óscar. El futuro del celacanto
es incierto. Este pez -que sobrevivió a las extinciones masivas ocurridas
en los últimos 400 millones de años- puede desaparecer por causa
del hombre. Y esta vez, para siempre...
Ó—: ¿Cómo evitarlo?
F—: La supervivencia del celacanto es un problema 'global', y necesita
una legislación internacional en materia pesquera y medioambiental.
Además, su pesca implica cuestiones culturales (gastronómicas).
Sin embargo, estamos a tiempo de evitar su extinción si logramos que
no se repita el expolio ocurrido en las islas Comoras.
Ó—: Con suerte -y con ayuda de la sociedad concienciada- puede
que este fósil viviente siga desafiando a la extinción unos
cuantos millones de años más. Con esta nota, hemos llegado al
final del programa. Pero 'La luz de Atenea', del conocer científico,
no se extingue. Volvemos dentro de unos días con un nuevo y apasionante
monográfico. En el control de sonido estuvo Raúl Valenciano;
en la mesa, el profesor Francisco Rubio, del departamento de Ingeniería
mecánica y de materiales; y en este micrófono, servidor: Óscar
Delgado. Ha sido un placer. _________________________________________ F—:
¡Hasta pronto...!