Introducción


Las obras consultadas se centran en dos ideas esenciales. . La primera es que la lectura no está previamente inscrita en el texto, sin distancia pensable entre el sentido asignado a este último (por su autor, su editor, la crítica, la tradición, etc.). La segunda reconoce que un texto no existe más que porque existe un lector para conferirle significado.
La tarea de los historiadores que han contribuido a la realización de la obra historia de la lectura en el mundo occidental ha sido reconstruir, en sus diferencias y sus singularidades, las diversas maneras de leer que desde la Antigüedad clásica han caracterizado a las sociedades occidentales.
El llevar a buen puerto semejante indagación supone prestar minuciosa atención a la manera en que se lleva a cabo el encuentro entre “el mundo del texto” y “el mundo del lector”, términos que tomamos de Paul Ricoeur construir en sus dimensiones históricas ese proceso exige, tener en cuenta que sus respectivos significados dependen de las formas y las circunstancias a través de las cuales sus lectores los reciben y se los apropian.
Conviene tener en cuenta que la lectura es siempre una práctica encarnada en ciertos gestos, espacios y hábitos. Con el distanciamiento de un enfoque fenomenológico que borra las modalidades concretas de la lectura, considerada como una invariante antropológica, es preciso identificar las disposiciones específicas que sirven para diferenciar las comunidades de lectores, las tradiciones de lectura y los modos de leer.
Una historia de largo alcance de las lecturas y los lectores ha de ser la de la historicidad de los modos de utilización, de comprensión y de apropiación de los textos. Considera al mundo del texto como un mundo de objetos, ritos y formas cuyas convenciones y disposiciones sirven de soporte y obligan a la construcción del sentido. Por otro lado, considera asimismo que el mundo del lector esta constituido por comunidades de interpretación, según la expresión de Stanley Fish, a las que pertenecen los lectores/as singulares. Para cada una de las comunidades de interpretación identificadas, la relación con lo escrito se efectúa a través de las técnicas, los gestos y los modos de ser. La lectura no solamente una operación intelectual abstracta: es una apuesta a prueba del cuerpo, la inscripción n un espacio, la relación consigo mismo o con los demás. Por ello en esta obra se ha prestado una atención muy particular a las maneras de leer que han desaparecido o que, por lo menos, han quedado marginalizadas en el mundo contemporáneo. La lectura en alta voz, en su doble función de comunicar los escrito a quienes no lo saben descifrar, pero asimismo de fomentar ciertas formas de sociabilidad que son otras tantas figuras de lo privado, la intimidad familiar, la convivencia mundana, la convivencia entre cultos.