SITUACIÓN EMOCIONAL DE LA MUJER MALTRATADA

 

La mujer maltratada, vive situaciones emocionales perturbadoras:

1.       Pérdida de la autoestima.

2.       Ambivalencia hacia el maltratador por el que siente miedo, agresividad y amor (durante las remisiones).

3.       Ansiedad de la marcha que conlleva la responsabilidad del fracaso familiar y, en la mayoría de los casos, hacerse cargo de los hijos.

4.       Presiones del medio, que la culpabiliza por su posición de víctima y por el fracaso conyugal, por ejemplo, las amistades presionan para que le abandone, mientras que la madre para que le aguante.

5.       Consecuencias económicas de una marcha.

6.       Ineficiencia de apoyos jurídicos para protegerla y el temor permanente a ser agredida de nuevo por la pareja que sigue persiguiéndola.

Estos son algunos de los aspectos que se viven en una situación de agresión, otros son:

1.      Malestar, incomodidad.

2.      Tristeza.

3.      Vergüenza.

4.      Retraimiento, repliegue sobre sí misma.

5.      Reticencia al intercambio de opiniones, de experiencias, por ejemplo, en la entrevista.

6.      Tendencia a desvalorizarse y culpabilizarse.

7.      Somatizaciones diversas: depresión, insomnio, consumo exagerado de medicamentos, problemas digestivos, problemas sexuales, etc.

8.      Actitud temerosa.

9.      Indecisión.

10.    Agresividad desproporcionada hacia los profesionales que le preguntan.

11.    Reacciones de huida.

12.    Prisa.

13.    Aislamiento, deberán afrontar la soledad. Pocas mujeres han sido preparadas para vivir ellas mismas, solo se ven funcionando ligadas a un hombre.

La mujer maltratada que sale del círculo de la violencia tendrá que recuperar todas las pérdidas emocionales, psicológicas y físicas inherentes a la vivencia de la violencia.

Sólo el 5% de los malos tratos familiares son denunciados, es decir sólo se denuncia el maltrato cuando es brutal o muy reiterado. Existen condicionamientos importantes por los que no se denuncia el maltrato:

El maltrato de género se produce en todas las clases sociales y por tanto en todos los estamentos económicos, incluso en aquellos de alto nivel cultural. No obstante, cuando se extraen datos de denuncias encontramos principalmente mujeres de clases sociales desfavorecidas. Pero si hacemos el análisis de datos obtenidos en despachos de abogados privados, encontramos que muchas de las mujeres que acuden a separarse pertenecientes a clases sociales acomodadas, han sido objeto de malos tratos físicos y psíquicos.

Muchas mujeres retiran la denuncia antes del Juicio, casi siempre por miedo y bajo amenazas. Un factor que hay que tener también presente es la dificultad que tiene la víctima de probar los hechos, estos siempre se producen en la intimidad, sin testigos o con testigos que dependen del agresor por razones de parentesco. Tampoco le resulta fácil a la víctima llevar testigos de la agresión tales como vecinos, ya que normalmente no quieren ir. Por otra parte, los certificados de lesiones aportados no siempre tienen el poder probatorio de la existencia de la violencia de género, ya que si bien certifican las lesiones, no acreditan quien las produce.

Dificultades que la mujer evalúa en su ruptura:

a.  Riesgo de buscar ayuda o decidirse, la violencia física y el daño psicológico: riesgo de un aumento de amenazas y de la violencia física (hijos, familia, víctima), de que el agresor amenace con suicidarse, de hostigamiento continuo, de secuestro de los hijos, etc.

b. Riesgo económico: riesgo de poder adquisitivo, de perder ingresos o trabajo o relaciones, miedo a sentirse sola (el agresor la ha separado de sus amistades y familiares poco a poco, en algunos casos), etc.

c. Miedo de las actitudes de los amigos, familiares, profesionales. etc.

d. Riesgo de no ser creída, de que tengan una actitud crítica con ella, etc.

Tipos de ruptura:

1.       Ruptura rápida: La mujer se va en cuanto aparecen las primeras manifestaciones de violencia.

2.       Ruptura a disgustos: Se separa tras varios años de soportar violencia, después de haber intentado salvar la relación. Reduce su culpabilidad puesto que ha hecho todo lo que ella pensaba que podía salvar su pareja.

3.       Ruptura evolutiva: Abandona la relación y vuelve sucesivas veces, hasta adquirir el convencimiento de que es preferible afrontarlos problemas derivados de la separación que soportar la tortura de semejante relación. La violencia se añade a la dificultad de irse.

Así pues la experiencia de la ruptura debe haber permitido algunas adquisiciones o aportado respuestas importantes a la mujer maltratada. Por su parte, el agresor, se siente reforzado por el regreso de su víctima (hace lo que quiere, de todos modos ella vuelve siempre). Se siente con autoridad para reiniciar, en algún momento, comportamientos violentos puesto que sabe que la víctima le pertenece.