nuca chica

La tostada

por Patricia Pastor

Estaba desayunando tranquilamente a la vez que enviaba un sms, lleno de incorrecciones ortográficas, a una amiga. Tal ha sido mi sorpresa al recibir la respuesta que mi tostada se ha precipitado sobre el plato (¡gracias a Dios!), cayendo, como no, boca abajo. No me lo podía creer. "Me han despedido" rezaba el mensaje. Me he quedado helada y a cuadros como el mantel, con el móvil en la mano. Sólo he conseguido reponerme con un sorbito de café caliente. ¡Vaya! -he pensado- justo ahora que Zapatero promete aumentar el salario mínimo a 800 euros... y aun así, me parece bien poco. ¿Qué son 800 euros para cubrir los gastos de un mes? Calderilla o limosna, según se quiera mirar. Aunque viéndolo por el lado positivo, poco a poco, nos acercamos a los mileuristas de los que tanto se habla, aunque abunden más los que cobran menos.

"Lo típico: tenemos mucha confianza en ti, sabemos que vales mucho, pero... te despedimos. Al menos tengo pocos gastos, aunque entre el coche, el seguro y ayudar a mis padres me quedará para pasar dos meses. ¡Menos mal qué no tengo piso, que si no, no me llegaba ni para este mes! Ahora a echar currículos por todos lados". Ella relatándome la escena y yo incrédula todavía... Sin duda, "la pela és la pela".

Y ahora andaremos todos a la busca y captura del santo grial, de un cartelito en el que ponga: se necesita personal. Mientra tanto, muy a su pesar, la mantendremos a base de "que sis": que si no te preocupes, que seguro que encuentras algo enseguida; que si tú vales mucho, verás como serán dos días; que si he visto un anuncio aquí; que si yo lo he visto por allí; que si me han dicho que necesitan a gente en tal sitio; que si hay un cursillo de esto o de lo otro... La pobre irá dando tumbor de un lado a otro como un patito mareado.

Lo peor de todo llega con el último sorbo de café. He llegado a la conclusión de que no podemos hacer ni decir más de lo que ya estamos haciendo, de las palabras ya sabemos que se las lleva el viento. Ojalá pudiese decirle que disfrute de la vida, que se tome unas vacaciones, que disfrute del tiempo libre ahora que lo tiene, pero para todo ello hace falta dinero y sin trabajo o preparamos una colecta o hacemos una rogativa para que le troque la lotería.

Ahora toca pagar el desayuno, la vida sigue con más o menos dinero en el bolsillo. Todos sabemos que en España la precariedad laboral es un tema recurrente, manido y politizado hasta la saciedad, más todavía si tenemos en cuenta que queda relativamente poco para las elecciones generales. Es en estos momentos cuando recibimos (y engullimos con el desayuno, la comida o la cena) las bienvenidas propuestas electroales que más tade o más temprano dejarán paso al bienvenido alzheimer colectivo que nos hará olvidarlas a sabiendas de que no serán llevadas a la práctica. Y bienvenidas sean la Z y la E (de España) y bienvenida sea, también, una nueva tostada, siempre que cuando caiga no lo haga del lado de la mantequilla.


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