OTRAS TEORÍAS

Unas de los hitos que consiguió Charles R. Darwin fue demostrar que el hombre formaba parte de la naturaleza y que él, como las demás formas de vida, estaba relacionado con todas las formas de vida existentes. Estas especies, también el hombre, han evolucionado y continúan evolucionando a partir de antepasados muy distintos.

La Teoría de la Evolución de Darwin no era nueva, Alfred Wallace llegó a conclusiones similares y más o menos al mismo tiempo que Darwin. Jean-Baptiste de Lamarck y Erasmus Darwin(abuelo de Charles R. Darwin) publicaron, dos generaciones antes, teorías sobre la evolución. Incluso algunos estudios evidencias que René Descartes y Georges Louis Leclerc –Conde de Buffon- hicieron el mismo descubrimiento un siglo antes que Darwin, pero no se atrevieron a publicarlo porque las condiciones de la época no eran propicias. Sin negar la importancia y la repercusión que supusieron las teorías de la evolución darwinianas, podemos afirmar que el éxito y reconocimiento de Darwin se debió, en parte, a la irrefutabilidad de su planteamiento y a la correcta elección del momento para hacer públicos sus postulados.

Como hemos visto, las tesis de Darwin descansan sobre teorías preexistentes que se alejan en el tiempo siglos y siglos. Veamos brevemente cuales fueron las influencias científicas más importantes de la Teoría de la Evolución de Charles R. Darwin.



Ya desde la antigua Grecia y Roma, Anaximandro (611-547 a.C) y Lucrecio (99-55 a.C.), respectivamente, divulgaron el concepto de la unidad en todos los seres vivos, es decir, los seres vivos se encuentran relacionados entre sí y van cambiando con el transcurso del tiempo. Si tenemos en cuenta que la ciencia de la época se basaba en métodos de observación, el parecido con las actuales teorías evolutivas es sorprendente.

En Scala Naturae (Escala de la naturaleza), Aristóteles explica el concepto de “avance” de los seres vivos (animales y seres humanos) y de los seres inanimados (plantas), siguiendo un esquema lineal en el que el hombre es la “cumbre de la creación”.

Con la llegada de la Edad Media y la aceptación del mito judeocristiano basado en el libro del Génesis del Antiguo Testamento, la ciencia en general quedó supeditada a ésta concepción y las teoría contrarías a ella eran acalladas. Los postulados judeocristianos marcaban la ciencia, en consecuencia, se llevaron a cabo estudios como el del Arzobispo James Ussher de Irlanda en el que se calculaba la edad de la Tierra basando los cálculos en la genealogía desde Adán y Eva hasta la crucifixión de Jesús de Nazaret siguiendo los textos bíblicos. De acuerdo con éstos estudios, la Tierra se formó el 22 de octubre del 4004 a.C. Ussher hizo público sus resultados y la Iglesia los acogió con agrado, tanto es así que su cronología solía publicarse en la primera página de la Biblia.


James Ussher

Ejemplo claro de las barreras puestas por la Iglesia a la ciencia es el caso de Galieo Galilei que tuvo que retractarse de sus teorías sobre la configuración y funcionamiento del sistema solar (en el peor de los casos, los científicos eran ejecutados). La eterna lucha entre la ciencia y la religión estará presente también en la mentalidad de los antidarwinianos.


Galileo Galilei

En los siglos XVII y XVIII, John Locke afirmó sobre las especies: “los límites de las especies, por haberlos elegido el hombre, son artificiales"; mientras que Carl von Linne, desoyendo a Locke, reafirmó su idea de que las especies “eran creadas por Dios, y podían observarse y describirse, pero nadie podía cambiar ni observarlas cambiando”. Darwin, con su teoría, desechará estas creencias basadas en la fijeza y el carácter artificial de las especies.

Ya en el siglo XIX nos encontramos con las teorías de Jean-Baptiste de Lamarck quien postuló que los individuos adquirían e incluso mejoraban caracteres físicos durante su vida y estos se trasmitían a su descendencia. Así, las especies evolucionan mediante la acumulación de caracteres útiles que sus antepasados adquirieron. Las teorías de Lamarck sobre la evolución se conocen con el nombre de Teoría de los caracteres adquiridos o Lamarckismo. La teoría fue superada rápidamente por la teoría de Darwin y no fue hasta el siglo XX cuando se revisaron sus ideas y se comenzó a reconocer a Lamarck como un gran naturalista y pensador de su época.


Jean-Baptiste Lamarck

Darwin y Alfred Wallace, expusieron de forma conjunta sus teorías sobre la evolución en la Linnaean Society, un año antes de la publicación de El origen de las especies (1859). La obra de Darwin marcó un antes y un después en la concepción científica de la evolución. Darwin argumento su teoría de forma que fuere irrefutable, sometiéndola a comprobaciones extensas y detenidas. Aprovechando las condiciones favorables del momento para exponer una obra sobre la evolución contraria a los postulados judeocristianos.

No obstante, Darwin, en un principio, creía en la fijeza de las especies –idea teorizada por Locke-, pero tras sus viajes en el Beable, Darwin pudo acumular estudios y observaciones que le llevaron a plantearse que estaba equivocado y que las especies se modificaban con el paso del tiempo. Uno de los puntos más importantes de la Teoría de la Evolución es el concepto de “selección natural” que viene a significar que en el proceso evolutivo sobrevive el “más fuerte”, ahora bien, el “más fuerte" no tiene porque significar el más apto, el más capaz para ello: la mayor aptitud de sobrevivir no se desarrolla en paralelo a la superioridad en la escala evolutiva, así, la mayor aptitud para sobrevivir no es una garantía para la “supervivencia biológica”. La aparente perfección de la teoría no es tal, Darwin era consciente de sus limitaciones y la que más quebraderos de cabeza le causó fue la relacionada con la herencia. Pensó incluso en volver a las ideas de Lamarck.

Sin embargo, fue Gregor Mendel el que, con sus investigaciones sobre la genética y la herencia, rellenó los vacíos existentes en la teoría de Darwin. La base de las teorías mendelianas es que una variación se produce por una alteración en alguna de las unidades hereditarias particular discreta; durante la reproducción, estas unidades se vuelven a colocar en nuevas combinaciones, pero cada una retiene su identidad y no se fusiona con ninguna unidad similar. Las unidades hereditarias (genes) pueden no ejercer efectos manifiestas o, por el contrario sí ejercerlos (estamos ante la diferenciación entre genes recesivos y genes dominantes).


Gregor Mendel

La Teoría de la Evolución (sobre todo en lo referente a la “selección natural”) de Darwin tal y como se enuncia en la actualidad, en términos de frecuencia de genes- se suele denominar Neodarwinismo.