En el artículo publicado en el New York Times se habla de un
hombre, Jon Routson, que se dedica a ir a los cines y a los teatros y grabar
con una cámara de mano lo que hay a su alrededor. Estas grabaciones,
a continuación, las expone en una galería de arte. Pero hay
una peculiaridad, pues en ellas se ve la imagen distorsionada, con crujidos,
temblorosa, y en ella también se puede escuchar la respiración
de la gente que hay a su alrededor, e incluso se percibe el movimiento
cuando él se cambia de asiento.
Así es como se gana la vida Jon Routson, hasta que sale una
ley en la que se prohibe la regrabación de películas y su
posterior exhibición y/o venta. Ha habido casos en los que se ha
descubierto a gente en la zona oscura del cine con una cámara y
se le ha indemnizado, e incluso se ofrecen recompensas económicas
a los que descubran a estas personas. De esta manera, Jon Routson ya no
puede dedicarse a su arte, puesto que las tensiones del momento en el que
está grabando destruían el placer de mirar las imágenes.
En todo momento el que escribe el artículo está totalmente
a favor de la obra de Mr. Routson y alegando que él se gana la vida
de esta manera, y que es injusto que haya una ley que prohiba esto si,
al fin y al cabo, no se va acabar con la piratería existente. Y,
que así se está prohibiendo a una persona hacer su trabajo
cuando lo que en realidad está haciendo es "comentar el mundo que
le rodea".