Macedonia
Desde el punto de vista geográfico,
Macedonia se divide tradicionalmente en dos grandes regiones, la alta y la baja Macedonia, diferenciación con proyección
histórica que, como fenómeno, influye igualmente en la neta diferenciación
regional.
Existen hipótesis variadas sobre el
origen de los macedonios, condicionadas por las fuentes antiguas, insertas en
programas de propaganda que tratan de definir su carácter helénico o bárbaro
según los casos. El problema perdura en muchas ocasiones condicionado por las
actitudes de los nacionalismos modernos. Para algunos, los habitantes de
En la actualidad, algunos autores
como Dascalakis insisten en la definición como
griegos de los macedonios de Egas, en
Al margen de criterios de tipo
étnico, difíciles de evaluar cuando se trata de una situación histórica donde
los movimientos de pueblos se interfieren con desarrollos culturales capaces de
difundirse y de servir de modelo, en un ambiente en que se crean grandes desigualdades
que favorecen la imitación, lo heleno es fundamentalmente un criterio cultural.
La helenización consiste, por ello, fundamentalmente en tomar conciencia de
pertenecer a una comunidad más amplia, portadora de determinadas tradiciones y
rasgos culturales que definen sus señas de identidad, sea cual sea la relación
que antes podía tener el pueblo macedonio con los antepasados de quienes luego
se definieron como griegos. Este fenómeno parece que pudiera situarse en el
siglo VII, a donde se remontan algunas de las leyendas griegas de los orígenes,
con la presencia de reyes helenizantes, sean o no griegos, que identifican a la
dinastía de los Argéadas con la ciudad de Argos, dada
como cuna de sus antepasados.
El momento preciso suele
identificarse con el episodio recordado por Tucídides,
donde, junto a la referencia a los Teménidas,
procedentes de Argos, que les daría el nombre de Argéadas,
se habla de la expansión por Pieria, Botía y otras
zonas de las ocupadas en tiempos históricos por los macedonios, incluida la
región costera paralela al río Axiunte. La situación
descrita por Tucídides produce la impresión de que se
trata de un conjunto de pueblos dispersos donde se ha superpuesto una monarquía
provocando un intenso movimiento de masas. La formación de esa monarquía, al
consolidarse, alimenta el fortalecimiento de sus fundamentos ideológicos con la
adopción de las tradiciones culturales griegas. Pero el fenómeno resultante
toma un aspecto específico.
La elaboración del mundo legendario
macedónico presenta, como es normal, una gran complejidad. Si el nombre de Argéadas procede de Argos y el de Teménidas
se interpreta como una referencia a Témeno, el
Heraclida, el nombre de macedonio parece, en cambio, propio, pero no se libra
de una identificación legendaria tardía con un Macedón, hijo de Eolo, en un
período posterior, entre los siglos V y IV, donde se enriquecen las referencias
para hacer de Alejandro un descendiente de los Eácidas
y de Heracles un lincesta, habitante de
Sin embargo, la realeza se mantiene
conflictivamente. Tucídides habla todavía de varios
pueblos con reyes, que luchan y compiten entre sí, de varias dinastías con sus
tradiciones y de varios candidatos a la realeza dentro de una misma dinastía.
La más estable de las dinastías, la de los Argéadas
de Macedonia, se muestra como monarquía gentilicia apoyada en una aristocracia
que elige al monarca dentro de un clan, pero con una frecuente conflictividad.
La aristocracia se va consolidando sobre los asentamientos en la tierra, a
través de la guerra, creadora de solidaridad, capaz también de asentar en la
realeza al monarca capaz de dirigir a la colectividad hacia el control de las
tierras y la sumisión de los pueblos. Los problemas externos repercuten en el
agrietamiento de la solidaridad, los éxitos la afianzan. Por ello, la historia
de la consolidación del reino macedónico está llena de alianzas y conflictos
entre grupos, reyes y aspirantes.
La señal más palpable de la
consolidación del reino está formada por las tumbas reales, que se inician
desde finales del siglo VI, llenas de ricos ajuares y adornadas con valiosas
obras de arte de tradición griega. Ahora bien, curiosamente, se busca la
identidad con aquellos aspectos de la tradición cultural griega que más
pudieran identificarse con su propia realidad, los relacionados con la realeza
potente de los micénicos. En las máscaras de oro halladas en la tumba se
descubre el ansia por señalar la potencia de los propios reyes en su
pervivencia tras la muerte, al mismo tiempo que una afirmación genealógica
legitimadora de los esquemas legendarios difundidos en favor de su propia
identidad. La imbricación de lo peculiar y lo griego toma así un aspecto
singular que define la historia macedónica como la de una realidad específica
con personalidad propia.
Macedonia antes conquistas de Alejandro Magno
Extensión de Macedonia tras las conquistas de Alejandro Magno