Sarissa

La sarissa era una larga pica de 3 a 7 metros de longitud (aunque la media era de 6) usada como arma principal de la falange macedonia. Era muy pesada, de más de 5 kilos. Su gran altura era ideal en la lucha contra hoplitas y otros soldados que portaban armas más pequeñas, porque tenían que esquivar las sarissas para llegar a los pezhetairoi, hecho casi imposible, y de ahí el éxito de las campañas de Alejandro Magno y su padre Filipo II, el creador de esta peculiar lanza.

De todas formas, fuera de la falange era inservible y un estorbo en las marchas. Por ello, la sarissa estaba dividida normalmente en dos o más partes que se unían en la batalla, para facilitar su manejo y garantizar la movilidad del ejército.

La prieta formación de la falange creaba un muro de picas, y la sarissa era lo suficientemente larga como para proteger a las cinco filas de hombres situados por delante de ella. Por ello, incluso si un enemigo lograba romper la primera fila, aún quedaban cuatro para atacarle y detenerle. Los pezhetairoi de las filas traseras colocaban sus picas en un ángulo de 70º-80º, y este ángulo iba decreciendo a medida que nos acercamos a la primera línea de combate, creando una ilusión de puercoespín. Esta formación, además, era eficaz al esquivar las flechas del enemigo. La falange macedonia era invencible si se la atacaba de frente. La única forma de ganarla era rompiendo su formación o sacándola de su flanco.

Como hemos dicho, la invención de este arma se le atribuye a Filipo II, padre del famoso rey macedonio Alejandro Magno. Filipo instó a sus hombres a utilizar estas formidables picas sujetándolas con ambas manos. La nueva táctica fue imparable, y cuando terminó el reinado de Filipo en el 336 a.C. el anteriormente frágil reino macedonio ya controlaba toda Grecia, así como las regiones de Epiro y Tracia.

Su hijo Alejandro usó esta táctica en Asia, conquistando Egipto, Persia y la región del Punjab, al noroeste de la India, sin ser derrotado ni una sola vez. Las falanges y sus sarissas fueron absolutamente necesarias en cada batalla, especialmente en la de Gaugamela, en donde los carros escitas de Darío III fueron destruidos por la falange, apoyada por el uso combinado de la caballería de compañeros (hetairoi) y los hipaspistas. Alejandro redujo gradualmente la importancia de la falange y de la sarissa al incorporar tropas y armamento asiáticos.