Mientras bajas hacia el patio en busca del pendiente te cruzas con una camarera. Le preguntas que a qué hora suena el reloj de péndulo. Ella te responde que siempre suena a y cuarto y a menos cuarto cada hora. Al señor García le gustaba saber cuando quedaba un cuarto de hora para las horas en punto.
Tras darle las gracias sales al patio enfadado porque pensabas que Miranda te había dicho que el péndulo sonó a las siete y media. Pero no puede ser, sonó a las siete y quince. Tu memoria te ha fallado. No puedes permitirte tantos errores en la situación en la que te encuentras.
En ese momento ves brillar el pendiente de la señora Miranda, pero no tienes tiempo de agacharte a por él. Notas como la fría hoja de un cuchillo se te clava en la espalda. Sientes que caes al suelo. No puedes respirar y todo se vuelve negro...