Cuando ya estás cerca de llegar al despacho del señor García, alguien te grita.

 

  – ¡Si subes un peldaño más, dispararás la alarma! – te advierte jovialmente el obispo – ¡Resuena por todo el hotel durante cuarenta segundos, ni más ni menos!

 

Se reúne contigo en la escalera y señala una diminuta célula fotoeléctrica a cada lado del escalón, justo encima del que ahora ocupas.

 

– Un rayo invisible pasa entre estas dos células – te explica –. Cualquiera que pase entre las células activará una sirena de sonido agudo, durante cuarenta segundos, como ya te he dicho. El señor García instaló esta alarma para asegurarse de que ninguno de nosotros se acercaba lo bastante al último piso.

 

El obispo se aleja y te preguntas cómo es que la alarma no se disparó cuando el asesino subió al despacho del señor García. Entonces lo comprendes.