LAS CASAS DE UTIEL


 

REFERENTES GEOGRÁFICOS:

 

Las Casas de Utiel es una  de las seis aldeas que  junto al propio núcleo urbano de la población, configuran el  Municipio de Utiel. Los Corrales distan del pueblo de Utiel a 6 kms., a 80 kms. de la capital de la provincia: Valencia,  y  a 300 kms. de la capital de España,  Madrid.

Geográficamente su localización cartográfica es de: 1º 16´ 10´´ longitud Oeste, y 39º 35´ 8´´ latitud Norte, a una altura media de 820 mts. sobre el  nivel del mar. Estas tierras se encuentran el la parte más occidental y elevada de la provincia, en la comarca de  Utiel-Requena,  que muy bien podría denominarse la Meseta Valenciana, si atendiéramos  rigurosamente a sus características geográficas, ya que es la única que reúne estas atribuciones como meseta en la Comunidad Valenciana, siendo por lo tanto inconfundible y con entidad geográfica propia.

Las Casas de Utiel  junto a Los Corrales de Utiel, están enclavados al pie de la Sierra de la Bicuerca (al Oeste),  limitan al Norte y Noreste con las estribaciones del Sistema Ibérico (Sierra del Negrete) y abierto ampliamente al Sur y al Este con inmensos campos de cultivos, donde predomina la vid.

Son tierras de suelos muy fértiles,  tradicionalmente con abundantes manantiales de agua, aprovechada y canalizada por bastantes acequias. Antiguamente el caudal de estas fuentes fue muy aprovechado para mover molinos de agua, de los que quedan restos en el “Molino Hundido” y buena muestra en el “Molino de Enmedio”. A través de los tiempos han sido manantiales en el entorno geográfico: la fuente de la Alberca, fuente de la Teja,  fuente Cristal, fuente Caracierzo, fuente de la Bicuerca, Encaño del Cojo y las Fuentecillas, de las cuales alguna ha cesado su caudal por la sequía de años atrás y las otras siguen  ofreciendo su agua fresca al viandante.

Su clima podría ser clasificado  como mediterráneo continentalizado, con una media de temperatura anual de 14º C. y amplitud térmica de 17º a 18º C., con unos inviernos fríos y largos  (de nov. a marzo) de heladas frecuentes  no superando la media de 10º C.; y unos veranos de fuertes temperaturas en las horas centrales y fresco al atardecer y las noches. Las temperaturas máximas son más elevadas que en el litoral y una escasa humedad relativa del aire. Sus precipitaciones son escasas e irregulares, con una media anual aproximada en torno a 450-550 mm, repartidos en dos periodos máximos y dos periodos mínimos.

La economía de la localidad es básicamente agropecuaria, destacando el cultivo de la vid para la obtención de excelentes vinos tintos y rosados, tradicionalmente con uva de la variedad bobal que actualmente se comparte con otras variedades como: tempranillo, garnacha, cencibel, macabeo,  ..etc., destacándose los embotellados tintos “Pozo Viejo”. Para ello cuenta con una magnífica bodega de la Cooperativa Agrícola San Pedro Apóstol, que tiene una capacidad de 6.500.000 de litros, con un promedio de cosecha anual de 4.500.000 Kg. de uva. 

Hace años era extensivo también el cultivo de cereales, el cual se ha ido desplazando en beneficio del almendro, también hay bastantes olivos que colaboran en la economía con algo de huertas y ganadería estabulada porcina y cunicular, además de la ganadería  de pastoreo ovina y caprina.

Como flora característica encontramos: pinos, carrascas, quejigos, olmos, enebros, chopos, álamos, coscoja, romero, tomillo, ajedrea, espliego, aliaga, sabina,  zarzamora, esparto, retama, ... etc. y algunas muestras de flora endémica como: jaramago de monte (Gypsophila struthium); rabo de gato (Sideritis leucanha); arnica (Inula Britannica),  crásula roja (Pistorinia Hispanica ), clavelina (Dianthus Turolensis), bracera (Centaurea aspera), anciano amarillo (Centaurea Toletana), ...etc.                                                                                               

En su fauna hay: jabalí, zorro, ardilla, conejo, liebre, erizo, lirón, gato montés, perdiz, codorniz, picaraza, zorzal, carbonero, collalba, cogullada, alondra, verdecillo, pardillo, jilguero, alcaudón, ruiseñor, pinzón, petirrojo, tórtola, abubilla, tarabilla, chorlito, mirlo, halcón peregrino, azor, gavilán, cernícalo, águilas, búho, lechuza, cárabo, autillo, mochuelo, lagarto ocelado, ...etc.

La población de esta localidad es de unos 350 habitantes, lo que permite una forma de vida cotidiana y relación vecinal bastante familiar y agradable. Cuenta con un dispensario de atención sanitaria y una escuela de educación infantil y primaria.

Disfruta la aldea de un estupendo y acogedor polideportivo, casa social  para diversas actividades  lúdicas y culturales, y unas amplias instalaciones para alojamiento de turismo rural “Casas de la Huerta”.

SÍNTESIS HISTÓRICA:

                Por toda la zona hay abundantes restos  de la colonización romana, con sus villas repartidas en varios parajes, sin duda alguna aprovechando ya entonces la fertilidad de estas tierras.

            En las inmediaciones de la aldea, en la ladera umbría (Norte) de una colina se hallaron restos de enterramientos prehistóricos en forma de cista, sencillo sin ajuar funerario. Posible necrópolis en terrenos hoy cultivados de vid.

            Ha sido tierra  fronteriza e influenciable entre Castilla y Valencia. En el siglo XII la zona estuvo bajo control almorávide dependiendo de la Valencia musulmana. Después pasaría a Castilla.

            Durante la época medieval debió sufrir una importante regresión  humana hasta que en los siglos XIV y XV  surgen por estos parajes unas dehesas de ganados, en consonancia con los ramales de veredas que se frecuentaban en la época para trashumancia  ganadera desde tierras castellanas a latitudes más bajas. Alguna de estas dehesas, en un cruce de caminos, pudo ser el inicio de esta aldea, la cual fue repoblándose lentamente como toda la zona hasta las roturaciones y reparto de tierras en el siglo XVIII, que fue cuando se consolidó como un grupo de población más estable y numerosa.

            En el siglo XVI aparece en algún mapa el topónimo de Los Corrales, lo cual acredita su consolidación de población. En el 1752 tenía la aldea algo más de treinta vecinos.

Posteriormente en el 1835 ocurrieron unos sucesos de la Guerra Carlista en nuestra aldea, y en el 1848 en el reinado de Isabel II, juntamente con los Corrales de Utiel se emanciparon  del núcleo de Utiel formando un municipio independiente, a instancias de D. Jaime Ramírez del Espuro, vecino y personaje hidalgo de notable trascendencia e importancia en nuestra aldea, aventura que concluyó en el 9 de enero de 1851. En esta época según el censo de población hecho poco antes y firmado casualmente  al día siguiente de la disposición real, la aldea contaba con 55 vecinos de los 227 habitantes.

La población fue en aumento en consonancia con las nuevas plantaciones y cultivo de vid,  hasta pasada la mitad del siglo XX en que se inició un lento despoblamiento por el generalizado éxodo rural, hasta la actualidad en que la población se encuentra con cierta estabilidad, la cual es consecuencia de las buenas comunicaciones para  las más variadas necesidades y servicios: a 6 kms de la A-III que une Madrid con Valencia; a seis de Utiel por la VP-5026 y a 3 kms. de la N-330 hacia Teruel.

La aldea tiene un trazado urbano básicamente lineal, con calles paralelas y perpendiculares que revelan su trazado y crecimiento de población en la Edad Moderna y Contemporánea.

FOLKLORE, GASTRONOMÍA Y COSTUMBRES.

            El talante acogedor y abierto de los caseños se puede disfrutar en sus variadas fiestas.

            Sus fiestas principales son: las patronales de San José Obrero el 1 de mayo y las veraniegas el 15 de julio, las hogueras de San Antón el 16 de enero, los carnavales en febrero, Semana Santa, y el Corpus.          

Son muy antiguas  unas jotas,  y diversos cantares populares y religiosos, así como los tradicionales mayos, ahora en proceso de recuperación popular, así como los retoques de campanas que han tenido una merecida singularidad.

            La gastronomía es propia de las características geográficas de la zona y de su climatología, donde encontramos:  la olla,  el potaje, las almortas, las patatas “picás”,  arroz con bajocas, bollos de sardinas y “tajás magras”; morteruelo, migas dulces, gazpacho manchego y variedad de embutidos (longanizas, morcillas, chorizos,  “güeña” y “perro”).

 En el apartado de dulces: “burruecos”, torrijas, buñuelos de patata, tortillas dulces y suspiros de almendra. Todo esto regado con excelentes vinos tintos y rosados de  esmerada elaboración artesanal.

ACTIVIDADES, RUTAS E ITINERARIOS DE INTERÉS:

            Es muy típico para los habitantes de la aldea y de toda la zona, la actividad lúdica de buscar hongos (se trata de la variedad: “níscalos”) y setas de cardo; así como buscar “vaquetas” (variedad de moluscos univalvos que habita en el monte), buscar espárragos y “collejas” (herbáceas muy nutritivas que afloran en primavera en zonas de la vega).

            Son muy variadas las posibilidades que ofrece el entorno medioambiental para realizar paseos, rutas de senderismo o itinerarios a pie o en bicicleta por el entramado de caminos, pistas y veredas de los alrededores, desplazándose hasta la Sierra de la Bicuerca,  hasta “las Tendetas” en los aledaños de la Sierra de Utiel, o el circuito de tierras de la vega y sus manantiales.

            Es de destacar las magníficas posibilidades de apreciación de aves en diversos enclaves, tanto rapaces como paseriformes, por supuesto con prismáticos y buena dosis de paciencia y gusto por la Naturaleza.