Regulación automática de la sensibilidad de la retina. Adaptación a la luz y a la ocuridad
Cuando una persona permanece mucho tiempo expuesto a una luz intensa un elevado porcentaje de los foto pigmentos, tanto de los bastones como de los conos, queda reducido a retinal y opsinas. Es más, gran parte del retinal de los bastones y de los conos también se convierte en vitamina A. debido a estos dos efectos la concentración de los pigmentos fotosensibles que quedan en los bastones y en los conos está bastante disminuida y, en la misma medida, la sensibilidad del ojo a la luz se encuentra reducida. Éste efecto se denomina adaptación a la luz.
En cambio, si la persona permanece mucho tiempo a oscuras, el retinal y las opsinas de los conos y los bastones se convierten de nuevo en pigmentos fotosensibles. Además la vitamina A se vuelve a convertir en retinal para proporcionar todavía más pigmentos fotosensibles; el límite final queda determinado por la cantidad de opsinas de los bastones y los conos que se combinan con el retinal. Esto se conoce cómo adaptación a la oscuridad.
La figura adjunta representa el curso de la adaptación a la oscuridad cuando una persona se expone a una oscuridad total tras haber permanecido varias horas a una luz intensa. Se observa como la sensibilidad de la retina es muy baja nada más entrar en la oscuridad, pero en un minuto la sensibilidad ya se ha incrementado diez veces, es decir, la retina responde a una luz cuya intensidad equivale a la décima parte de la previamente requerida. Después de veinte minutos, la sensibilidad ha aumentado alrededor de seis mil veces y a los cuarenta minutos, en torno a las veinticinco mil veces.
La curva resultante de la figura siguiente se conoce cómo curva de adaptación a la oscuridad se nota sin embargo, la inflexión de la curva; el tramo inicial se corresponde con la adaptación de los conos, ya que todos los fenómenos químicos de la visión, incluyendo la adaptación, son cuatro veces más rápidos en los conos que en los bastones.
Sin embargo, los conos no experimentan el mismo grado de variación de sensibilidad con la oscuridad que los bastones. Por tanto, a pesar de su rápida adaptación los conos dejan de adaptarse a los pocos minutos, mientras que los bastones, de adaptación lenta, continúan adaptándose durante muchos minutos, incluso horas, con lo cual aumenta enormemente su sensibilidad.
Además todavía se genera una mayor sensibilidad por la convergencia de cien o más bastones sobre una única célula ganglionar de la retina; estos bastones se suman para incrementar su sensibilidad.