Los
fotorreceptores se adaptan lentamente a los cambios de la intensidad de la luz
La
adaptación a la luz o a la oscuridad implica muchos cambios en la retina y en
el resto del ojo (como la contracción o dilatación de la pupila para reducir o
aumentar la cantidad de luz que llega a la retina) pero los dos más
importantes afectan a los fotorreceptores de tipo cono.
Durante
la adaptación a la luz, el primer cambio que tienen lugar en los conos consiste
en una lenta recuperación del potencial de membrana. Una luz muy viva cierra
todos los canales regulados por el
GMPc e hiperpolariza a los conos a – 70 mV, el potencial de equilibrio para el
K+.
En
este estado, los conos son incapaces de responder a nuevos aumentos de la
intensidad lumínica. Si se mantiene este grado de iluminación, los conos se
despolarizarán lentamente a un potencial de membrana de –70 a –40 mV
(potencial de reposo) y recuperarán su capacidad
de hiperpolarización, como
respuesta a nuevos aumentos de la intensidad lumínica, y la luz intensa dejará
de ser deslumbrante. A este último fenómeno se le llama desensibilización
del receptor (los dos cambios de las respuestas de los conos se deben a una
lenta disminución de la concentración de Ca++, reducción que afecta a la
función de varias proteínas de la vía de la fotoconversión).