Los piratas arriaron velas y retrocedieron en su rumbo para intentar huir de la tempestad. Sin embargo, no cayeron en que al virar, el viento soplaba de espaldas al barco empujándolo brutalmente.
En una de las rachas del dios Eolo, el viento tumbó al Rosanegra, lanzando al mar sin posibilidad de salvación a sus tripulantes y hundiéndose en el fondo del agua, donde hoy reposa la leyenda del Rosanegra.
FIN