El sonido de las espadas se escuchaba en el horizonte. Los piratas del Rosanegra contemplaban, anonadados, como los maleantes, muy numerosos (¡¡300 nada más y nada menos!!) asaltaban su barco y se llevaban todo por delante. No lo podían consentir.

Cansados por el esfuerzo de la accidentada travesía, sacaron fuerzas de flaqueza y lucharon con toda su energía para defender su barco sagrado. Con un gran esfuerzo y múltiples heridas, lograron finalmente derrotar a los enemigos, quienes huyeron a través del mar abierto. Quedó claro qu el Rosanegra era, es y seguirá siendo el rey de las aguas.

FIN

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