H  U A  G  D

 

  

LOS ÍBEROS. 

 

 

 

 

 

 


       “España contra Roma”.

 

    La línea impuesta por el loco Catón y el Senado de Roma se basaba en saquear, robar, y expoliar, lo que da lugar a que los propretores de los territorios españoles, divididos en la Hispania Ulterior y la Hispania Citerior Ulterior ( Andalucía y Levante) impongan la ley de los gángsters a sangre y fuego en la zona controlada por Roma.

 

     En Hispania, en el año 197 a.C. tras la II Guerra Púnica, los romanos ocuparon toda la costa mediterránea y buena parte del sur. Ambas partes, Hispania Ulterior e Hispania Citerior, estaban en manos de un propetor. Sin embargo en 197-196 a.C. las legiones romanas son derrotadas y en 195 a.C., el Senado envía un ejército al mando del cónsul  Marco Porcio Catón  pero los romanos no podrán hacerse con la ciudad de Numancia, aunque a Catón esto le traerá sin cuidado puesto que ya tenía oro y plata suficiente y por lo tanto vuelve a Roma.

    

      Las razzias montadas por los gobernantes contra la España Libre continúan con el fin de conseguir esclavos y riquezas, hasta que en 180 a.C. llega un nuevo pretor: Tiberio  Sempronio Graco  que no pretende saquear Hispania sino romanizarla. A pesar de la conquista de territorios, su objetivo va más allá, es por eso que con él se consigue firmar la Pax Sempronia, sin embargo, nada dura eternamente y este estado de paz se rompe en el año 154 a.C. cuando un caudillo lusitano llamado  Púnico, se alza contra Roma derrotando a los propetores  Manlio  y  Calpurnio  lo que da lugar a que se unan a Púnico muchos pueblos en la lucha contra Roma. Los romanos no quieren dejar a Púnico sin castigo y en el año 153 a.C. llegan a España Quinto Fulvio Nobiliar  y  Lucio Mummio  con 60.000 hombres, sin embargo Roma será derrotada quedando al descubierto su vulnerabilidad. Fulvio, muy enfadado, se lanza sobre Numancia pero será de extrema dificultad atacar esta ciudad puesto que está construida en un acantilado sobre el río Duero. Mientras tanto, el Senado pretende reclutar dos nuevas legiones pero nadie desea ir a Hispania. El Senado presiona a Fulvio y éste pide ayuda a los númidas que le envían jinetes y elefantes de guerra. Llegan ante Numancia y en el campo de batalla apareció un curtido veterano que sabía cómo vencer a los elefantes, entonces un hondero lanzó un proyectil contra el ojo del animal el cual se volvió sobre sus pasos debido al dolor aplastando a la infantería romana, por lo que el cónsul, una vez más tuvo que rendirse. La paciencia del Senado se acababa y harto de aquella situación envía al cónsul  Marco Claudio Marcelo  que consigue una tregua, pero el Senado no quiere la paz, por lo que el nuevo cónsul Lucio Licinio Lúculo comenzará de nuevo la guerra, sin embargo los españoles luchan por su libertad y Lúculo es derrotado y se retira.

 

      Púnico muere y Caisaros le sucede pero es derrotado por Mummio y Sulpicio Galba sucede a Mummio. Sulpicio lleva a cabo un plan que haga desaparecer la guerra para siempre. Decide pactar con los lusitanos y proporcionarles todo lo que pidan. Al reunirse para el reparto de tierras, los guerreros lusitanos son atacados de improviso sin embargo, un joven pastor, Viriato, logra escapar. Viriato es un verdadero genio de la guerra, formará un ejército capaz de derrotar a Roma e incluso consigue detener la razzias romanas.

      Roma envía a Quinto Fabio Máximo pero es vencido por Viriato y éste consigue que firme la Pax Hispana, pero en 139 a.C., Servilio Cepión rompe el tratado. Viriato envía tres embajadores a Cepión pero éste los soborna para que acaben con Viriato que será apuñalado. Así pues, sin Viriato se comienza a perder la iniciativa y los romanos aprovechan esta situación para realizar sus conquistas, de modo que, en el año 147 a.C., ya más de la mitad de la Península Ibérica está en manos de los romanos.

 

     Sin embargo, en el año 138 a.C. se dio la mayor humillación de Roma con el cónsul Cayo Hostilio Mancino. Los españoles cansados y enfurecidos por los saqueos y la destrucción causada por Roma, unen sus tribus, de modo que, cuando Mancino pretende sitiar Numancia, todos los españoles corren en ayuda de la ciudad y los romanos deciden huir, pero los numantinos les persiguen hasta arrastrar a los romanos a los pies de un acantilado. Los españoles les perdonan la vida pero les obligan a firmar un tratado de paz. Esta fue la mayor humillación jamás soportada por Roma.

 

      Mancino es entregado por el Senado a los numantinos pero éstos, que habían firmado la paz con él, deciden liberarlo, mientras que los próximos cónsules que llegarán a España como Emilio Lépido ( 137 a.C.), L. Furio Filón ( 136 a.C.) y Q. Calpurnio Pisón ( 135 a.C. ) no se acercarán a Numancia sino que saquearán los territorios fronterizos a las posesiones romanas.

                                                                                                                                  

     En el año 133 a.C. se estrechó el cerco a Numancia, y Roma mientras tanto, venció a Macedonia en 147-148 a.C., Épiro e Iliria y Grecia quedó bajo su control además de Corinto, que fue arrasada por completo, entonces, con ambos extremos del Mediterráneo bajo su control, pudo planear su venganza contra Cartago que fue arrasada en 146 a.C. por otro Escipión, nieto adoptivo de Escipión el Africano. Escipión arrasará la ciudad fenicia mientras que el mundo queda aterrorizado ante los hechos a los que pronto se unirá otro: un nuevo ataque a España.   

   

 

 

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