En el extremo noreste de la
provincia de Cuenca y junto a la de Guadalajara, después de pasar por
una bellísima Hoz donde el agua y el viento han moldeado la roca dando
lugar a caprichosas figuras a través de los siglos, y que entusiasman a
todo aquel que tiene la dicha de poder contemplarlas, una población,
elevada sobre un pedestal rocoso y a la falda del castillo de Rochadrida
abre sus brazos para recibirte. Es Beteta.
Su antigüedad se remonta a
las épocas pasadas del Bronce, en lugares como la cueva de la Ramera, de difícil
acceso, pues está colgada en la mitad de un elevado
escarpe rocoso y las estalagmitas y estalagtitas adornan su recorrido,
la del Rillo, el yacimiento del Armentero...
En el paraje conocido como
Los Castillejos, existen restos de un poblado celtíbero. Aún se pueden
encontrar restos de su fortificación en lo alto del montículo, así
como, adobes, restos de hierro fundido...
A sus pies pasa el río de Valsalobre.
Los romanos explotaron sus
salinas, así como, el hierro de las minas de Cueva del Hierro,
considerado por ellos uno de los mejores de Hispania. Para su transporte
hicieron un ramal de vía romana que cruzaba el bello paraje de Huerta
Bellida.
Durante la dominación
musulmana, estuvo dentro de la jurisdicción de los señores de
Albarracín. Desde el siglo X y hasta finales del XI, se la disputaron
los señores de Teruel y de Molina, alcanzando gran importancia por su
situación estratégica, al ser lugar de enlace y frontera del dominio
musulmán entre Cuenca, Albarracín y Molina.
Los Lara, señores de
Molina, así como el propio Alfonso VIII, le darían el pueblo en
repetidas ocasiones al Obispado de Sigüenza. En 1253, Don Alfonso y
Doña Mafalda de Molina, vendieron Beteta y sus siete aldeas al Concejo
de Cuenca.
A finales del siglo XV,
después de serles confiscadas al condestable Don Alvaro de Luna tras su
ejecucción, pararon a los Carrillo de Albornoz, que controlaron la
villa de Beteta y sus siete aldeas: El Tobar, La Cueva del Hierro,
Valsalobre, Masegosa, Lagunaseca, Santa Maria del Val, Valtablado, junto además de
Pinilla y Durón.
Así se cita que "...em
su término se han explotado minas de plata, hierro, cobre y sal, así
como canteras de mármol".
Cuando se creó la Mesta,
como organización ganadera, y siendo Beteta rica en excelentes pastos,
alcanzó gran importancia en los siglos medievales y modernos por su
numerosa cabaña ganadera. De esta época es la "Cañada Real de
Ganado", que partía desde Molina de Aragón y pasaba por Poveda de
la Sierra, Valtablado, y atravesaba el río Guadiela extendiéndose por
los altos prados de Beteta, siendo tramos de libre albedrío unos y
otros veredas. Por ella transitaban cerca de trescientas mil cabezas que
eran la base principal de la economía de la comarca de Beteta. Su lana
era muy apreciada y se exportaba a Italia.
Durante los siglos XVII y XVIII, su
economía siguió dependiendo del ganado y la corta de maderas.
Posteriormente, pertenecería al marquesado de Ariza por emparentar
estos con los Albornoz..
Entre los personajes más
ilustres de Beteta cabe destacar al pintor Juan B. Martínez del Mazo,
yerno de Diego de Velázquez, del que fue su primer discípulo y sucesor
como pintura de Cámara.
A mediados del siglo XIX,
fue considerada por el general Cabrera, como una posición topográfica
de gran importancia para sus pretensiones, envió al general Palacios al
mando de quinientos hombres para reforzar su fortificación y hacer de
este lugar un punto fuerte para su asentamiento. Tres batallones de la
Reina fracasaron en su intento por conquistarla. Palacios, colocó
cuatro piezas de artillería para defender los pasos de acceso a ella,
empleándose granadas de vidrio.
En este periodo, Beteta
tenía unas noventa casas, concejo, cárcel, un palacio, escuela de
primeras letras con treinta niños y parroquia servida por un cura. Sus
habitantes se dedicaban principalmente a la agricultura y ganadería,
aunque existían dos molinos propiedad del marqués de Ariza, una
fábrica de aguardiente, otra de humo para las imprentas y varias
alfarerías.
Su riqueza monumental la
marcan los restos de su fortaleza de Rochafrida, la iglesia parroquial
dedicada a la Asunción, la ermita de la Virgen de la Rosa, su plaza
porticada y el palacio de los marqueses de Ariza, ahora convertido en
polideportivo. |