Tenerife es conocida internacionalmente como la "Isla de la Eterna Primavera". Su situación geográfica, en una franja imaginaria que rodea el planeta y en la que están ubicados algunos de los puntos turísticos más privilegiados del mundo, hace que esta especie de eslogan no se aleje de la realidad constatable.
A esta bondad climática contribuyen los vientos dominantes -los alisios-, la propia orografía y la corriente marina fría de Canarias, benéfica responsable de que las aguas de las costas y playas tinerfeñas gocen siempre de unas magníficas temperaturas, a veces por encima de las ambientales.
En general, el clima de la Isla es muy suave, templado y moderado en cualquier época del año. No hay temporadas de frío intenso ni de calor asfixiante. Las temperaturas medias oscilan entre los 17 y 18 ºC del invierno hasta los 24 o 25 ºC del verano. Son estos valores relativos y muy generales, aplicables sobre todo a las zonas costeras donde están situadas las localidades y complejos turísticos.
La enorme variedad paisajística, implica también una multitud de microclimas, que constituyen uno de los aspectos sorprendentes y atractivos de la Isla.