INSTRUCCIONES PARA CANTAR
" Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos,
mire vagamente la pared, olvídese. Cante una sola nota, escuche por
dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un
paisaje sumido en el miedo con hogueras entre las piedras, con
siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado,
y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo
y negro, si oye un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de
caballo. Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por
la nariz y deje en paz a Schumann. "
PREÁMBULO A LAS INSTRUCCIONES PARADAR CUERDA A UN
RELOJ
" Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño
infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan
solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te
dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te
regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y
pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo
saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo,
algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo
con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te
regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de
darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de
atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el
anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo
de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se
rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor
que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los
demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te
ofrecen para el cumpleaños del reloj."