Formentera dispone de 69 kilómetros de costa en las que alternan tramos rocosos con playas de arena y grava. De sus veintidós playas, dieciocho son consideradas como playas de arena. Desde la playa de Llevant, una de las más extensas, hasta pequeñas calas de cincuenta metros, como Cala Codolá, pasando por playas aisladas pero de gran interés turístico como la isla de s'Espalmador, o la playa de Alga, a la que sólo es posible acceder en barco, y que constituye un auténtico paraje virgen.
Debido al aislamiento de las playas de núcleos úrbanos, exceptuando Cala Savina, Es caló, Es Pujols y Estany d'es peix, se hace indispensable llevar todo lo necesario, ya que no encontrará ningún establecimiento en el que abastecerse .
Destacan por su oleaje la playa de Arenals, la playa de Migjorn y la playa de Ses Salines, que se convierten en referente para todo tipo de deportes acuáticos. En estas zonas deberemos aumentar las precauciones durante el baño, pues aunque el Mediterráneo no es un mar especialmente bravío, sí suelen formarse un oleaje moderado.
La afluencia de turistas en verano permite que el grado de ocupación de playas como Cala Saona, la playas de Ses Illetes, Cala d'en Borràs o Pas de s'Espalmador sea alto, sin que ello implique una densidad de turistas importantes. Caló d'es Morts y Sa Roqueta, por ejemplo, tienen un grado medio de ocupación. Sin embargo, en plena temporada, podemos encontrar lugares deshabitados como Punta de sa Pedrera o Ses Canyes, playas solitarias que aún conservan el sabor de la antigua Formentera.
Para los amantes de las playas de grava, Formentera ofrece tres preciosas calas, Caló des Moro, Caló d'en Trull y Cala en Baster, y la playa de Tramontana, donde podremos practicar el nudismo sin las típicas molestias de la arena.