H ay quien busca la singularidad y la excepcionalidad de la naturaleza aislada de la actividad humana.
Hay quien busca referentes humanos o culturales sin tener en cuenta el entorno natural.
Hay, sin embargo, quienes propugnan que la actividad humana ha de entenderse siempre en el conocimiento, respeto y utilización de los recursos naturales.
Para estos últimos, Casillas de Ranera puede ser el ejemplo perfecto donde el territorio aparece como un mosaico en el que se combinan extensas llanuras de cultivo, abruptas montañas, intrínsecas formaciones geológicas e impactantes paisajes, donde la naturaleza ha resistido de forma numantina el empuje de la acción humana.
Casillas de Ranera es una aldea perteneciente al municipio de Talayuelas (Cuenca). En invierno su población no supera los 250 habitantes, y sin embargo en verano se puede llegar a triplicar esta cifra. Está situada en el límite entre las provincias de Valencia y de Cuenca, en las estribaciones de la Serranía de Cuenca, enmarcada en la comarca de la Serranía Baja.
Hasta este lugar, se extienden los extensos viñedos de la Comarca de Requena-Utiel, y a partir de aquí nos adentramos en las más de 9.000 Has de bosques de este municipio. Se accede a través de la carretera N-330 (Alicante a Francia por Teruel, Zaragoza y Canfranc). Se encuentra a 28 Kms. De Utiel, a 105 de Valencia, a 110 de Cuenca, a 90 de Teruel y a 300 de Madrid.