SALMAN RUSHDIE

La Historia De Una Persecución


Después de la medianoche

Después de la medianoche. Salman Rushdie, el autor indio de hijos de la medianoche, que ha sido un éxito de ventas el todo el mundo, a regresado a su tierra, donde nació al tiempo que la India llegaba a la independencia. El resultado de su viaje es un relato apasionado y periodístico, en el que se mezclan la impresión personal con la opinión política, un conjunto que le ha convertido en un autor comprometido con su tiempo. Para realizar este viaje parte justamente de aquel voluminoso relato, que hizo que su obra fuera esencial para entender la India contemporánea.

Hace 40 años, y con una diferencia de ocho meses, nacimos la nación independiente de la India y yo. Yo nací primero. Esto dio origen a una broma familiar - La de que la salida de los británicos estuvo ocasionada por mi llegada a escena-, y la broma, a su vez, se convirtió en el germen de mi novela hijos de la medianoche, en la que no únicamente un niño, sino mil y uno nacidos en la medianoche de la libertad, en la primera hora del 15 de agosto de 1947, se vieron cómica y trágicamente conectados con el nacimiento de una nación.

Para muchos indios, el título de la novela pasó a ser un eslogan que define a esa generación demasiado joven para recordar el imperio o la lucha por la libertad, y cuando Rajiv Gandhi , que había nacido en 1944, fue nombrado primer ministro en 1984, me encontré con que en los periódicos se daba la bienvenida a su administración con titulares como entran en la política los hijos de la medianoche.

De forma que cuando llegó el 40º aniversario se me ocurrió echarle una ojeada al estado de la nación India, que, como yo, estaba entrando en su quinta década, y obserbandola, en particular a través de los ojos de la generación del 47, la de los ciudadanos contemporáneos de la soberanía del país, mi generación. Volé al subcontinente en busca de la réplica viva de los seres imaginarios que una vez inventé . Los hijos de la medianoche: encontrarlos sería como cerrar un círculo.

Había una pregunta qué deseaba, con su ayuda, intentar responder: ¿Existe la India? A primera vista, una clase de pregunta extraña y rendundante. Después de todo, existe manifiestamente ese gigantesco lugar, un diamante sin tallar de unos 3.000 kilómetros de largo y más o menos lo mismo de ancho, casi tan grande como Europa occidental, aunque nunca lo hayamos contemplado desde la proyección de Mercator: poblada por alrededor de una sexta parte de la raza humana, cuna de la mayor industria cinematográfica del mundo, productora de festivales en todo el planeta; famosa como "la más grande democracia del mundo" ¿Existe la India? Si no existe, ¿Qué es lo que mantiene separados Pakistán y Bangladesh?

La pregunta comienza a tener sentido cuando uno empieza a pensar en la entidad política, en la noción de la India, en esa cosa cuyo 40º aniversario acaba de cumplirse. Después de todo, en los 4.000 años de la historia India no existió nada parecido a una India unida. Nadie se las arregló nunca para gobernar todo el subcontinente, ni los mughalíes ni los británicos. Y luego, esa media noche, lo que nunca había existido se vio completamente libre. Pero ¿Qué demonios era eso ? , ¿ en que bases comunes (de existir algunas) se asentó, se asienta?

Algunos países están unidos por un lenguaje común; la India cuenta con unos 15 idiomas mayoritarios y una infinidad de idiomas minoritarios. Su población tampoco está unida por la raza, la religión ni la cultura. En estos tiempos, incluso pueden oírse voces que sugieren que el mantenimiento de la Unión no es de interés común. La descripción que John Kenneth Galbraith hizo de la India como una " anarquía en funcionamiento ", todavía le cuadra, pero las presiones que se ejercen sobre el país nunca han sido tan grandes. ¿Existe la India? Si no existe, la explicación hay que encontrarla en una sola palabra: comunitarismo. La política del odio religioso.

En el estado de Uttar Pradesh existe una ciudad de tamaño medio llamada Ayodhya, y en esta ciudad hay una mezquita como casi todas las demás cuyo nombre es Babri Masjid. Sin embargo, de acuerdo con el Ramayana, Ayodhya, fue la ciudad natal del propio Dios Rama , y según una leyenda local el sitio en el que nacido - El Ramjanmabhoomi - es el solar que ocupa hoy ese lugar de culto musulmán. Desde la independencia, dicho sitio a sido un territorio disputado, pero durante la mayor parte de los cuarenta años transcurridos, el problema se ha mantenido encubierto mediante el puro método indio de dar carpetazo al caso, cerrando las puertas de la mezquita y no permitiendo entrar en ella ni a los hindúes ni a los musulmanes.

El año pasado, sin embargo, el caso llegó finalmente a los tribunales, y la decisión de estos parecía favorecer a los hindúes. Se abrió Babri Masjid, y cayó en manos de la extremistas organización hindú Vishwa Hindu Parishad. A partir de entonces, en todo el norte de la India han venido peleandose hindúes y musulmanes, y en todos los estallidos de violencia comunitaria se ha citado el asunto de Babri Masjid como causa primera de los mismos.

Cuando llegué a Delhi, la antigua ciudad amurallada se encontraba sometida al toque de queda a causa de uno de esos estallidos de violencia comunitaria. En las callejas de los alrededores de Chandni Chowk me encontré con un sastre hindú , Harbans Lal, nacido en 1947, que es un hombre tan bondadoso y amable como uno puede desear. La violencia lo tenía aterrorizado. "Cuando se inicio", dijo, "cerré la tienda y me alejé de allí corriendo". Pero, a pesar de toda su bondad , Harbans Lal era un firma seguidor del partido nacionalista hindú, al que solía llamarse el Jan Sangh y es ahora el BJP. "En las elecciones que hubo después de la muerte de la señora Gandhi vote a Rajiv Gandhi", dijo. "Fue una gran equivocación. No lo volveré a hacer". Le pregunté que debía hacerse en relación con Babri Masjid. ¿Debería cerrarse de nuevo como lo había estado durante tantos años? ¿Debería ser un sitio en el que tanto hindúes como musulmanes pudieran ir a celebrar sus cultos? "Es un lugar santo hindú", afirmó "debe ser para los hindúes". En su mente no existía la menor posibilidad de un compromiso.

Un par de días más tarde, la ciudad amurallada aún hervía de tensión. Se levantó el toque de queda durante una hora o dos diarias para permitir al agente que saliera y comprara alimentos. El resto del tiempo las medidas de seguridad eran muy estrictas. Estábamos en la fecha del Eid, la gran fiesta musulmana que celebraba el fin del meses del Ramadán, pero los principales imanes de la ciudad habían dicho que no debía celebrarse . En Meerut, cadáveres mutilados de musulmanes flotaban en el río. La fuerza de policía de la ciudad , la PAC, constituida predominantemente por hindúes, había reprimido brutalmente el estallido de violencia. Una vez más, la mezquita Babri Masjid era una de las manzanas de la discordia.

Me encontré también con Abdul Ghani, un musulmán de Delhi que trabajaba en una tienda de saris y que, lo mismo que Harbans Lal, la India y yo, había nacido en 1947. Me impresionó mucho que se parecía a Harbans Lal. Ambos eran hombres esbeltos, de modales suaves, con voces graves y corteses y atractivas sonrisas. Ganaban alrededor de 1.000 rupias (80 dólares) al mes, y soñaban con tener sus tiendas propias, sabiendo que nunca las tendrían. Y cuando llegué a la división de las comunidades hindú y musulmana, Abdul Ghani fue tan inflexible como lo había sido Harbans Lal. "Lo que pertenece a los musulmanes", dijo cuando le pregunté acerca de Babri Masjid, "debe devolverse a los musulmanes. No puede hacerse ninguna otra cosa".

La amabilidad de Harbans Lal y Abdul Ghani hacen especialmente reveladoras sus divisiones religiosas. Y Babri Masjid no era el único problema entre las dos creencias. En Ahmadabad , en el estado de Gujarat, la violencia entre hindúes y musulmanes estuvo centrada una vez más en la antigua zona amurallada de Manik Chowk, y había adquirido su propia lógica interna hacía mucho tiempo: tantas familias habían perdido algunos de sus miembros en la lucha que el ciclo de la venganza era imparable. Las fuerzas políticas también estaban actuando. En el hospital de Ahmadabad los médicos comprobaron que muchas de las heridas causadas por arma blanca habían sido producidas por profesionales. Alguien estaba enviando a la ciudad asesinos especializados.

En toda la India - Meerut, Delhi, Ahmadabad, Bombay - iba en aumento de la tensión entre hindúes y musulmanes. En Bombay, una periodista (nacido en 1947) me dijo que muchos de los incidentes entre las dos comunidades tenían lugar en áreas en las que los musulmanes habían empezado a prosperar y a ascender en la escala económica. Detrás de los puntos llamativos como Ayodhya, insinuó, estaba el resentimiento de los hindúes por la prosperidad de los musulmanes. En Bombay me encontré con otro hijo de la medianoche que trabajaba en unas oficinas portuarias, un musulmán llamado Mukadam que era un superciudadano tal que resultaba demasiado bueno para ser verdad . Mukadam estaba absolutamente dedicado a la unidad de la India. Creía en las familias pequeñas. Pensaba que los indios tenían el deber de educarse a sí mismos, y lo había hecho personalmente a través de numerosos cursos nocturnos. En su oficina había sido nombrado mejor trabajador. En su pueblo, decía con orgullo, las gentes de todas las religiones vivian juntas en una completa armonía. "Así es como decía ser", dijo. "Después de todo, esas religiones son sólo palabras. Lo que hay detrás de ellas es siempre lo mismo, sea la religión que sea".

Pero cuando la violencia llegó a los muelles de Bombay, en 1985, la súperciudadanía de Mukadam no fue de mucha utilidad. El día en que una multitud desenfrenada llegó hasta su oficina, se salvó porque dio la casualidad que se encontraba lejos de allí. Durante semanas no se atrevió a volver al trabajo. Y ahora, dice, le preocupa que aquello pueda suceder de nuevo en cualquier momento.

Al igual que en Mukadam, a muchos miembros de los grupos minoritarios de la India comenzaron como defensores de la vieja y secular definición del país, y no había indios tan patrióticos como los sijs. Hasta 1984, puede decirse que los sijs eran los nacionalistas indios. Luego vinieron el bombardeo del templo dorado y el asesinato de Indira Gandhi, y todo cambio.

Del grupo de los radicales sijs, guiado por Jarnail singh Bhindranwale, el líder religioso que murió en el bombardeo del templo dorado, no puede decirse que representara más que una pequeña minoría del total de los sijs. De igual modo, la campaña en pro de un estado sijs independiente , Jalistán, había encontrado pocos que apostaran por ellas entre los encima de sijs de la India. Hasta noviembre de 1984, es decir, hasta que murió Indira Gandhi y llegó a conocerse que sus asesinos eran sijs.

En Delhi, las multitudes hindúes enfurecidas - entre ellas se vieron en todas partes empleados del partido del Congreso (I) de Indira Gandhi - decidieron hacer responsables a todos los sijs de las acciones de los asesinos. Así nació una forma enteramente nueva de violencia entre comunidades - Los disturbios hindúes - sijs -, y durante los 10 días siguientes a la comunidad sij sufrió una serie de traumatizantes ataques, de los que todavía no se ha recobrado y de los que posiblemente nunca se recobre.

En el bloque 32 del barrio de Delhi llamado Trilokpuri se calcula que fueron quemados vivos 350 sijs. Pasé por calles con casas quemadas, en las que sólo quedaban los muros, y en algunas de esas casas todavía podían verse los huesos de los muertos. Era el peor de los sitios que yo haya visto nunca, y no menos porque, en las calles de los alrededores, los niños jugaban con toda normalidad y los niños siguiesen con sus vidas cotidianas. Sin embargo, algunos de esos vecinos eran las mismas personas que habían cometido el crimen del bloque 32 de Trilokpuri, crimen que fue sólo una de las numerosas matanzas de sijs que se llevaron a cabo ese mes de noviembre. Muchos hijos de la medianoche sijs nunca llegaron a cumplir los 40 años.

Me hablaron de muchas de esas muertes, y permítanme que les cuente un caso como representativo de todos ellos. Cuando la multitud llegó a buscar a Hari Singh, un taxista como tantos sijs de Delhi, su hijo huyó a refugiarse en una parcela de terreno baldío, cubierto de hierbas, cercana a su casa. Su mujer fue obligada a contemplar cómo la multitud arrancada, literalmente, la barba de su esposo. (este arrancamiento ritual fue una característica de muchas matanzas de noviembre.) se las arregló para hacerse con la barba, pensando que era, al menos, una parte de él qué podía guardar para ella, y corrió hacia el interior de la casa para esconderla. Entonces rociaron a Hari Singh con queroseno y le prendieron fuego. Buscaron luego a su hijo adolescente, lo encontraron, lo apalearon hasta dejarlo inconsciente y lo quemaron también. Supieron que era un sijs a pesar de que se había cortado el pelo porque cuando hallaron la barba de su padre encontraron también el cabello cortado del hijo, que su madre había conservado.

Otro taxista , Pal Singh (nacido en noviembre de 1947), me contó que nunca había tenido tiempo para dedicarlo al movimiento en pro de Jalistán , pero que después de 1984 habría cambiado de modo de pensar. "Ahora llegará", afirmó "posiblemente dentro de 10 años". Los sijs estaban vendiendo sus propiedades en Delhi y comprando tierras en el Punjab, de manera que si llegaba el momento en que tuvieran que refugiarse en la región central del territorio de los sijs no se vieran obligados a dejar atrás sus bienes. "Yo también lo estoy haciendo así", dijo Pal Singh.

Casi tres años después de las matanzas de 1984, ni una sola persona ha sido acusada de asesinar a un sij en aquellos espantosos días. El Congreso (I), el partido de Rajiv Gandhi, se apoya cada vez más en el voto hindú, y es reacio a enajenarselo.

El elemento nuevo en el comunitarismo indio es el surgimiento de una consciencia colectiva hindú que transfiere las castas, y que cree que el hinduismo está amenazado por las otras minorías Indias. Existen indicios de que el Congreso (I), el partido de Rajiv, está tratando de dominar ese tigre. En Bombay, el tigre está ahora en el poder. El partido gobernante, el Shiv Sena, cuyo símbolo es el tigre, es el grupo más abiertamente fundamentalista - hindú de los que alguna vez han conseguido el poder en alguna parte de la India.

Su líder , Bal Thackeray, antiguo caricaturista, habla abiertamente de su creencia en que la democracia ha fracasado en la India. No hace ningún secreto de su clara hostilidad hacia los musulmanes. En los disturbios de 1985 en Bhiwandi, unos cuantos meses antes de que el Shiv Sena ganara las elecciones municipales en Bombay, los artistas de dicho partido estuvieron profundamente comprometidos en la violencia antimusulmana. Y hoy, cuando el Sena busca extender su influencia a las áreas rurales de Maharashtra (el estado del que Bombay es capital), se viene informando de incidentes de violencia entre distintas comunidades en pueblos en los que anteriormente nunca había sucedido nada de este tipo.

Yo procedo de Bombay, y también de una familia musulmana. Mi India siempre ha estado basada en las ideas de multiplicidad, pluralismo, mestizaje - ideas a las que son diametralmente opuestas las ideologías de los comunitaristas -. Para mí , la imagen que define a la India es la multitud, y una multitud es, por su propia naturaleza, superabundante, heterogénea, muchas cosas a la vez. Pero la India de los comunitaristas no es nada de esas cosas.

Pasé una larga velada en compañía de un intelectual bengalí (nacido en el 47) , Robi Chatterjee, para el que en las insuficiencias de la sociedad constituyen la causa de una profunda, permanente y exagerada angustia. "¿Existe la India?", le pregunté.

"¿Qué quieres decir?", exclamó. "¿Qué diablos piensas que es esto?". Le dije que me refería a la idea de nación. Cuarenta años después de una revolución nacionalista, ¿Dónde podría decirse que reside esa idea ? Chatterjee dijo: "al diablo con todo ese nacionalismo. Yo soy indio porque he nacido aquí y vivo aquí. Y lo mismo lo es cualquier otro del que pueda decir que esto es cierto. ¿A qué viene la necesidad de cualquier otra definición más?".

Yo pregunté: "si prescindes de la idea de nacionalismo, ¿Cuál es el aglutinante que mantiene unido al país?".

"No necesitamos ningún aglutinante", dijo. "La India no va ha desmembrarse. Toda esa tontería de la Balcanización. La rechazo por completo. Estamos sencillamente aquí y aquí permanecemos. El peligro lo constituye es lío del nacionalismo" .

Según Robi, la idea del nacionalismo en la India se ha ido haciendo cada vez más chovinista, cada vez más estrecha. Las ideas del nacionalismo hindú la ha corrompido. Me sentí impresionado por una notable paradoja: la de que, en un país creado por la campaña nacionalista del partido del Congreso, el bienestar del pueblo pueda exigir ahora que se abandoné toda la retórica nacionalista.

Por desgracia para la India, la conexión entre el fundamentalismo hindú y la idea de nación no muestra signo alguno de debilitamiento. La India se define cada vez más como la India hindú, y en respuesta, el fundamentalismo de los sijs y de los musulmanes se va haciendo cada vez más intenso y más atrincherado. Una mujer hindú, joven, me dijo: "En estos tiempos, la religión se llevaba puestas en la manga". Un amigo sij la corrigió: "se lleva", dijo, "en una vaina colgada de la cadera".

Recuerdo que cuando se publicó por primera vez hijos de la medianoche, en 1981, la crítica más común que recibió la obra en la India fue la de que era demasiado pesimista sobre el futuro. Es una triste verdad que ya nadie encuentre que la novela terminen de una forma pesimista, porque lo que ha sucedido en la India desde 1981 es mucho más sombrío que cualquier cosa que yo haya imaginado. Más bien, la conclusión del libro, con su sugerencia de la aparición de una generación nueva, más pragmática, para sustituir a los hijos de la medianoche parece ahora absurda y románticamente optimista.

Pero la India confunde regularmente a sus críticos con su resistencia, con su supervivencia a pesar de lo que puede ocurrirle. No creo más en la balcanización de la India que Robi Chatterjee. A mi me parece que la vieja anarquía en funcionamiento seguirá funcionando, de una forma u otra, durante otros 40 años, y sin lugar a dudas, otros 40 años después de esos 40. Pero no me pregunten cómo.

Traducción M.C.Ruiz de Elvira.


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