SALMAN RUSHDIE

La Historia De Una Persecución


Más allá del bien y del mal

Más allá del bien y del mal Rushdie desmitifica el pasado fundacional de toda civilización

Los versos satánicos de Salman Rushdie nos agarran, en primera instancia, por la fuerza de la capacidad del relato, por la magia de las ficciones entreveradas, siempre fantásticas, con las que detienen nuestro tiempo real y por medio de las cuales nos sube en su alfombra mágica y nos traslada del Londres suburbial del thatcherismo mediocre de las Malvinas, a la fantástica ciudad de Jahilia, la de la arena dorada. O nos lleva al Himalaya, donde una ex intelectual judeobritánica de aquellas de los sesenta es capaz de escalar el Everest, con sus pies planos y sin la ayuda de oxígeno, para tener una visión fantástica de la ciudad soñada y recibir a un amante, el suyo, literalmente caído de los cielos. Y hay suicidios por amor, tampoco minimalistas, de esposas de prosaicos industriales, dueños de empresas dedicadas a la fabricación de cojinetes, que se tiran, sin embargo, de la azotea de un rascacielos de Bombay. Y como todo lo que ocurre en la India ya sabemos que es desmesurado , la esposa del industrial enamorada del actor de cine no duda en suicidar a sus hijos antes de tomar su decisión radical. Y también hay viejas inglesas que esperan, excéntricas , en su solitaria casa de la Costa del Sur, una nueva invasión de los mandos. Y hay imanes exiliados, temibles aún en la marginación de su exilio. Hay muchos relatos de existencias bajo mínimos en la obra de Rushdie, y esto, ya de por sí, es un peligro, porque incita a la lectura apasionada.

Más radical

Tengo para mí que en versos satánicos Rushdie se hace planteamientos mucho más radicales que en obras anteriores. En primer lugar, y en ello no es ocioso instinto de Rushdie para las corrientes que configuran lo contemporáneo, nos encontramos ante una reflexión histórica sobre el mundo actual, una reflexión postnietscheziana que predica la historia como relato múltiple y que intenta deconstruir los relatos de orígenes sobre los que hemos fundado nuestras historias culturales. Pienso que hay todo una voluntad de desmitificación del pasado fundacional, ya sea del Islam, ya sea de la tradición judeocristiana occidental. Porque, contra lo que se pueda pensar, no sólo es el Islam la clave de esta novela, sino más bien las difíciles y múltiples relaciones que configuran la babel contemporánea. No es tanto el profeta de la Hégira Histórica, sino los múltiples emigrantes de voz y lenguaje prestado que constituyen hoy las ciudades europeas contemporáneas. En segundo lugar, habrá que decir que Rushdie lleva nuevo a cabo este su proceso deconstructor con una estrategia que puede ser muy peligrosa: negándose a una concepción del pasado como sepulturero del presente, negándose también a adoptar la máscara del historiador que escala penosamente como un escarabajo los hechos magistrales de unos orígenes concebidos como únicos, se atreve a reescribir los mitos fundacionales de nuestra historia, los mitos fundacionales incuestionados de las religiones y culturas monoteístas: El texto único de un Dios creador, a cuya imagen y semejanza se han configurado los creadores de ficciones contemporáneas desde Joyce. La fantasía de su capacidad creadora, de la que hablábamos más arriba , se dirige a sí a explotar toda forma de fundamentalismo y de monolitismo como punto de partida, y también, y quizá sea eso lo más peligroso, toda forma de concepción y de explicación del aquí como resultado de un origen único.

Para ello toma unos hechos recibidos como históricamente ciertos y así reescritos en el Corán. La tradición según la cual Mahoma escribió el libro sagrado al dictado del arcángel Gabriel y la tradición según la cual omitió algunos de los versos revelados por dudar de su inspiración angélica y sospechar de un posible dictado satánico. Y a partir de hay reelabora y reescribe los meandros de la actividad de esos dos principios, angélico y satánico, en un intento de ir más allá de ese bien y ese mal, como principios separados, aislados y antagónicos, que han pesado y pesan como losas en las culturas cuyo elemento fundacional es la escritura, ya sea la Biblia o el Corán. Es fácil deducir lo peligroso de su estrategia: en última instancia, es el libro mismo el que corre peligro, es el propio mito de nuestro relato original de humanos: la revelación y esa seguridad con la que tantas veces nos hemos dicho que en el principio estaba el verbo.

Pero quizás lo más peligroso de su actuación narrativa es eso que ya anunciara Jorge Benedictino en la novela de Eco: el hecho de que toda esta reescritura se lleve acabo no desde el fundamentalismo de una adoptada seriedad frente a lo definitivo, sino desde la ambigüedad y la subversión de la risa.

Tono festivo

En esta novela el tono es declaradamente festivo. La obra comienza con un accidente y con dos sobrevivientes: un legendario actor de cine indio, de nombre Gibreel Farishta, y su imagen espectacular, Saladín Chamcha, el indio autorrecreado en inglés y que presta su voz a innumerables películas y anuncios de la cultura de la imagen y del pop, que, en forma de pastiche, está siempre presente en las obras de Rushdie. Son supervivientes, y, como tales, sujetos a la primera metamorfosis de la obra.. Gibreel, con su nombre de arcángel, se transforma en el referente de tal nombre, mientras que su no yo-por utilizar la referencia beckettiana, que Rushdie no alude- desarrollará los cuernos, rabo y pezuñas, metamorfoseado en la cabra satánica. Así, estas nuevas identidades, creadas a partir de unos nombres y unas formas, se pasearan por el mundo, confundiendo el bien y el mal de su personalidad originaria. Es este Gibreel-Gabriel de parodia el que inspira al profeta y el que duda de su inspiración, pero también el que inspira la más bonita historia de amor entre el profeta y Ayesha, la joven que se alimenta de las mariposas. Mientras que será Saladín -Shaitan el que pasearan su monstruosidad por el Londres contemporáneo, al que se califica como la ciudad visible que nadie ve. Quizá la clave de la novela sea la exploración de lo alternativo a cualquier lectura monolítica de las grandes palabras que han configurado nuestro entorno. La experiencia de la emigración como hombres sin voz, frente al mito y de la gran migración a través del desierto y con la voz prestada de Dios para asegurar el mito fundamental, a través de un profeta inspirado por un Gabriel que no es sino una cansada estrella de cine que corre en busca de un verdadero amor.

Es una novela importante. Es una novela peligrosa. Es, una vez más y por encima de todo, un relato de amor y muerte.


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