Un buen consejo es más raro que un rubí
El último martes del mes, el autobús del amanecer trajo a miss Rehana hasta las puertas de la embajada británica. El vehículo llegó empujando una nube de polvo que ocultó la belleza de la joven a los ojos de los extraños hasta que ésta ha descendido. El autobús estaba pintado con arabescos vivos y multicolores, y en la parte anterior podía leerse en letras verdes y doradas More over darling, y en la parte de atrás, tat Bata y Ok good life. Miss Rehana dijo al conductor que el autobús era bonito y entonces el hombre bajó de un asalto y la sujetó la puerta.
Los ojos de miss Rehana eran grandes y negros y lo bastante brillantes para no necesitar la ayuda del antimonio, y cuando Muhammad Ali, el experto en consejos, los vio sin otro joven hacer. Observó que la mujer se acercaba a las puertas de la embajada y la oyó preguntar al lala que las guardaba a que hora abrían. El lala solía disfrutar insultando a las mujeres que acudían los martes a la embajada, pero miss Rehana se dirigieron con una cortesía bastante solicitada. "Media hora", dijo brusco. "Quizá dos horas. Quién sabe. Los sahibs están tomando el desayuno".
El polvoriento recinto que había entre la parada del autobús y la embajada estaba lleno de mujeres de martes, algunas con velo, otras con la cara descubierta como miss Rehana. Todas parecían asustadas y se apoyaban pesadamente en los brazos de sus tíos o hermanos, que trataban de parecer seguros que si mismos. Miss Rehana, sin embargo, había venido sola y no parecía en absoluto preocupada . Muhammad Alí, que estaba especializado en aconsejar a las suplicantes semanales de aspecto más vulnerable, sintió que sus pies le conducían hacia la muchacha independiente, extraña y de ojos grandes.
-Miss- empezó-, supongo que habrá venido por un visado para Londres.
La joven estaba en pie junto a un puesto de comida caliente en el pequeño conjunto de chabolas que bordea va el recinto mascando satisfecha pakoras con Chile.Se volvió para mirarle, y de cerca aquellos ojos causaron estragos en su aparato digestivo.
-si, a eso he venido.
-¿Me permite entonces, por favor, que le debe algún consejo? Por poco dinero solamente. Miss Rehana sonrió.
-un buen consejo es más raro que un rubí-dijo-. Pero yo no puedo pagarle. Soy huérfana, no una de sus ricas tramas.
-confíe en mis canas-le dijo Muhammad Alí-. Mi consejo está bien templado por la experiencia. Sin duda le parecerá bueno.
Ella sacudió la cabeza.
-le digo que soy pobre. Aquí hay mujeres con hombres que pagarán buenos sueldos. Diríjase a ellas. Un buen consejo debe encontrar un buen dinero.
Que "Me estoy volviendo loco", pensó Muhammad Alí cuando oyó que su voz decía por su cuenta:
-Miss, es sido atraído hacia usted. Es el destino. Yo también soy sólo un hombre pobre, pero para usted mi consejo será gratis.
Ella volvió a sonreír.
-entonces tendré que escuchar. Cuando el destino envía un regalo se recibe suerte.
El hombre la condujo a una mesa de madera que tenía en un rincón propio especial entre las chabolas. Ella le siguió sonriendo mientras comía las pakoras que llevaba en una pequeña bolsa de papel de periódico. El viejo colocó un cogían en el suelo polvoriento
-sientese, por favor.
Ella hizo lo que le dijo. Él se sentó con las piernas cruzadas al otro lado de la mesa enfrente de ella, consciente de que dos o tres docenas de ojos masculinos le observaban con envidia y que todos los demás hombres del barrio de chabolas dirigían miradas inquietantes a la última joven belleza seducida por el canoso Muhammad Alí. Respiró profundamente para calmarse.
-nombre, por favor.
- Miss Rehana-dijo ella-. Prometida Mustafá Dar, de Bradford, Londres.
-Bradford, Inglaterra-corrigió el viejo amablemente-. Londres es sólo una ciudad, como Multan o Bahawalpur. Inglaterra es una nación enorme llena de los tipos más fríos del mundo.
-comprendo-contestó ella seria, y el hombre no supo muy bien si se estaba riendo de él.
-¿Ha rellenado la hoja de solicitud? Deje que la vea, por favor.
Ella le alcanzó un documento pulcramente doblado en un sobre marrón.
-¿Está bien?-por primera vez había en su voz una nota de inquietud.
El hombre puso la mano sobre la mesa cerca del lugar donde había descansado la mano de la muchacha.
-estoy seguro-dijo-. espere que lo compruebe.
Ellas término sus pakoras mientras el examinada los papeles.
-perfecto-declaró finalmente-. Todo en orden.
- gracias por su consejo-dijo de ella-. Ahora me voy enfrente, a esperar junto a las puertas.
-¿Pero usted que se ha creído?-gritó del hombre en voz alta, golpeándose la frente con la mano-. ¿Cree acaso que todo es tan sencillo? ¿Que basta con entregarla solicitud y que al instante le concedieran el visado con una gran sonrisa? Le aseguro, miss Rehana, que allí entrara en un lugar peor que cualquier comisaría de policía.
-¿Es así, de verdad?
La oratoria del viejo había causado su efecto. Ella escuchaba atentamente y el podría contemplarla unos momentos más. Volviendo a respirar profundamente para serenarse, soltó su discurso. Le contó que los shaibs pensaban que todas las mujeres que venían los martes pretendiendo ser familiares de conductores de autobús de Luton o contables diplomados de Manchester eran maleantes, mentirosas y ladronas. La muchacha protestó:
-pero entonces yo le sigue que no se ven nada de eso.
Su inocencia le hizo temblar de miedo por ella. Le dijo que ella era un gorrión y que ellos eran hombres con ojos acechantes como águilas. Le explicó que le harían preguntas, preguntas personales, preguntas que se avergonzaría de hacer su propio hermano. Preguntaría en sí era virgen y, en el caso de que lo fuese, cuales eran las costumbres amorosas de su prometido y que nombres secretos habían inventado para cada uno. Muhammad Alí habló de manera brutal a propósito para reducir el choque que sentiría ella cuando todo sucediese en la realidad. Los ojos de la muchacha siguieron imperturbables, pero sus manos empezaron a moverse agitadamente. El viejo prosiguió:
-le preguntarán cuántas habitaciones tienen la casa de sus padres, y de qué color son las paredes, y que día vacían la basura; le preguntarán por el segundo nombre de la hijastra de la tía de la prima tercera de la madre de su prometido. Y todas esas cosas que se las habrán preguntado a su Mustafá Dar en Bradford. Y si comete algún error, estará perdida.
-si-dijo ella, y el viejo pudo oír cómo controlaba su voz-. ¿Y cual es su consejo, sabio viejo?
Ese era el momento en que Muhammad Alí solían bajar la voz para decir que conocía un hombre, el tipo excelente que trabajaba el embajador, y por un honorario le entregarían todos los papeles necesarios con los sellos auténticos correspondientes. Era un buen negocio, porque las mujeres le pagaba a menudo 500 rupias o le daban un brazalete de oro por sus molestias y se marchaba felices. Venían de lugares situados a cientos de millas de allí (él lo comprobado siempre antes de engañarlas ); así, aunque descubrirse en que habían sido estacionadas, era poco probable que volviesen. Se marchaba a la Sargodha o a Lalu Khet y empezaban a hacer las maletas, y quién sabe qué momento descubrirían que habían sido engañadas, pero de todos modos sería demasiado tarde. La vida es dura y un viejo tiene que vivir y de su ingenio . Muhammad Alí no tenía porque tener compasión de las mujeres del martes.
Pero una vez más su pozo de traicionó y en lugar de iniciar su discurso habitual empezó a revelar su secreto.
-Miss Rehana-dijo su voz, y él la escuchó con asombro-, usted es una persona poco común, una joya, y por usted haré lo que quizás no haría por mi propia hija. Un documento ha llegado a mi poder que pueden solucionar sus problemas del golpe.
-¿Y cual que es ese papel mágico?
-preguntó ella mientras sus ojos se reían de él abiertamente. El viejo bajó aún más su voz.
-es un pasaporte británico, y miss Rehana. Absolutamente genuino e impecable. Tengo un buen amigo que inscribirá en él su nombre y en un abrir y cerrar de ojos Inglaterra estará a su alcance.
¡Ya lo había dicho! Al parecer, cualquier cosa era posible en aquel día de locura.
Probablemente le daría el pasaporte gratis y luego lo lamentaría un año entero. "Viejo tonto", se dijo, "los tontos más viejos sucumbe al encanto de las muchachas más jóvenes".
-a ver si lo comprendo-dijo ella-. Me está proponiendo que cometa un delito y que viaje a Bardford, Londres, ilegalmente, confirmando así la baja opinión que tienen de nosotros los saibs de la embajada. Viejo babuji, ese no es un buen consejo.
- Bradford, Inglaterra-corrigió él apesadumbrado-. No debería tomar mi en regalo de esa manera. Soy un pobre diablo y le he ofrecido este premio por ser tan bella. no es culto sobre mi generosidad. Aceptarlo. O, si no, no lo acepte y vuelva a casa, olvide Inglaterra, pero no entre en ese edificio, no pierda su dignidad. Pero la muchacha se había puesto en pie y, dando media vuelta, se alejó hacia las puertas donde las mujeres habían empezado a apiñarse y el lala les gritaba que tuviesen paciencia o, de lo contrario, ninguna sería admitida.
-sea una estúpida entonces -gritó un Muhammad Alí detrás de ella-. Es el sino de nuestro pueblo. Somos pobres, somos ignorantes y nos negamos a aprender.
- eh, Muhammad Alí - le gritó la mujer que estaba junto al puesto de betel-. Que lástima que a ella le gusten los jóvenes.
Aquel día Muhammad Alí no hizo otra cosa que permanecer cerca de las puertas de la embajada. Muchos veces se dijo asimismo: "vete de aquí, estúpido, la dama no quiere volver a hablar contigo". Pero cuando ella salió le encontró esperando.
Parecía tranquila y en paz con él, y el viejo pensó: "Dios mío, lo ha conseguido. Los sahibs británicos también se han ahogado en sus ojos y ha conseguido el visado para Inglaterra". El viejo sonrió y ella le devolvió la sonrisa con naturalidad.
-miss Rehana Begum-dijo-. Felicidades, hija, en lo que es evidentemente su hora de triunfo.
Siguiendo un impulso, ella le cogió del brazo.
-Vega-dijo-. Deje que le compre una pakora para agradecerle su consejo y disculparme por mi rudeza.
Los dos estaban en pie en el polvo del recinto del atardecer, cerca del autobús que se preparaba para partir. Culís ataban ropa de cama enrollada al tejado. Un vendedor ambulante gritaba a los viajeros tratando de vender historias de amor y me dije en las verdes. Miss Rehana y el feliz Muhammad Alí comían sus pakoras sentados en el parachoques frontal.
-fue un compromiso arreglado-dijo miss Rehana de repente-. Yo tenía nueve años, cuando mis padres lo organizaron . Mustafá Dar hacia tenía ya 30 entonces, pero mis padres sabían que estaban muriéndose y querían alguien que pudiese cuidar de mi. Dos meses después de su muerte el se fue a Inglaterra a y dijo que María por mí. Eso fue hace mucho años. Tengo su foto, pero no se cómo suena su voz. Es como un extraño para mí.
La confesión cogió a Muhammad Alí por sorpresa, pero asintió con la cabeza con lo que espero que apareciese sabiduría.
-a pesar de todo-dijo-, los padres actúan en el mejor interés de los hijos. Encontraron para usted un hombre bueno y honrado que ha cumplido su palabra y ha mandado por usted. Y ahora tiene toda una vida para conocerle y llamarle.
La amargura que tiño la sonrisa de la muchacha le desconcertó.
-pero ¿Porque, buen hombre-le preguntó ella-, me ha empaquetado y enviado ya a Inglaterra?
El viejo se puso en pie asombrado.
-parecía contenta; por eso supuse... ¿La rechazaron?
-conteste mal a todas sus preguntas-respondió ella-. Señales distintivas, muebles del cuarto de baño, todo. Ahora regresare a Lahore y a mi empleo. Trabajo en una casa de aya de tres buenos muchachos. Ellos sentirían pena de verme partir.
-¡Esto es una tragedia!-se lamentó Muhammad Alí-. ¡Cómo recé para que aceptase mi ofrecimiento! Ahora no es posible. Han archivados solicitud, puede despedirse, ni siquiera el pasaporte bastaría. Está echado a perder, todo está echado a perder, y hubiese sido tan sencillo.
-creo-dijo ella mientras subía la autobús haciendo una señal con la mano el conductor-, verdaderamente creo que no debería estar triste.
Su última sonrisas, que el viejo se quedó mirando desde el recinto hasta que el autobús de la oculto en una nube de polvo, era la cosa más feliz que había visto en su larga, calurosa y dura vida sin amor.
Traducción de Antón Dietrich.