ANTES DE “LOS DÍAS FELICES.”
 

 Antes de “Los días felices”, además de la obra inédita Eleutheria, Beckett escribió tres piezas de teatro: Esperando a Godot, Final de partida y La última cinta; dos pantominas: Acto sin palabras l y Acto sin palabras ll, y dos obras radiofónicas; Todos los que caen y Cenizas.

 Ninguna de estas piezas podía predecir la obra que se está analizando pero ésta conserva rasgos de todas ellas. A pesar de esto, “Los días felices” es una obra diferente a cuanto Beckett había escrito antes o iba a escribir después.

 Liberar al teatro de todo lo que no es esencial, parece ser la tarea que Beckett se propone como dramaturgo, y cada una de las piezas muestra, de un modo diferente, este camino hacia las raíces del arte dramático. En Eleuthéria ( Libertad, en griego), Beckett parodia todas las convenciones teatrales precedentes y las rechaza como un acto de exorcismo. De esta pieza primera, que Beckett se negó a estrenar, conservará las técnicas de la comedia grotesca y del “vaudeville” que utilizará magistralmente en sus obras posteriores. Del barroquismo de Eleuthéria, que recuerda a Murphy, se pasa al clasicismo de Esperando a Godot, que inicia el estilo depurado y poético de su teatro posterior.

 Los espacios dramáticos creados por Beckett son en general, espacios abiertos indefinidos, como el de Godot, Los días felices, o las pantominas, o bien habitaciones claustrofóbicas como las de Final de partida o La última cinta. De la luz crepuscular de Esperando a Godot, pasamos al gris de Final de partida y al blanco y negro de La última cinta, que preconiza ya el teatro de luces y sombras posterior, pero ninguna de estas dos obras predice la luz radiante de Los días felices. El papel de la luz escénica es crucial en el teatro de Beckett. Asimismo se produce una evolución en los personajes, una reducción en los complementos y un cambio en las relaciones humanas que se verán reducidas.