“LOS DÍAS FELICES” EN EL TEATRO DE BECKETT.
 

 “Cuando vemos por primera vez un nuevo estilo de pintura o escuchamos una nueva clase de música, nos damos cuenta de que tenemos que hacer un reajuste en nosotros mismos y en nuestra actitud, si queremos sacar el mejor provecho de estas experiencias nuevas.
 Lo mismo sucede con las obras de teatro de Samuel Beckett”.(George Devine).
 

 Beckett sobresale, especialmente, en el campo dramático por haber limpiado la escena de todos los elementos superfluos y haber creado así un lenguaje escénico  de una intensidad poética sorprendente. Beckett triunfó allí donde Joyce había fracasado, en el teatro.
 Beckett es, ante todo, un gran poeta dramático, que escribe textos narrativos, poemas o piezas teatrales, alternativamente, según su inspiración, trabajo o deseo le lleven a uno u otro género. Las obras de Beckett, a partir de los años 70, encajan difícilmente dentro de las calificaciones convencionales de narrativa y/o teatro, por eso la crítica moderna al referirse a ellas se habla simplemente de textos.

 El teatro sacó a Beckett  “a la luz” en más de un sentido. Desde 1966, su actividad como director de escena de sus propias obras, le ha hecho viajar frecuentemente entre Berlín, Londres y París. Se conoce con bastante detalle cómo aborda su trabajo como dramaturgo y director de escena al igual que también se sabe algunas de las razones que le impulsaron a escribir piezas teatrales:

 “El teatro es para mi una relajación de mi trabajo en la novela. Uno tiene un espacio definido y gente en ese espacio. Eso es relajante”. (Beckett a Michael Haerdter )

 “Cuando trabajaba en Watt, sentí la necesidad de crear para un espacio más pequeño, uno en el que yo pudiera controlar la situación y los movimientos de la gente, y sobre todo una clase especial de luz. Escribí Esperando a Godot”. ( Beckett a Rosette Lamont)
 

 Directores de escena, actores y escenógrafos, que han trabajado con Beckett, coinciden en señalar su perfeccionismo y meticulosidad como director de escena y su sentido de la precisión y del ritmo escénicos. Aborda sus propios textos, como si estuvieran escritos por otro y no duda en hacer cambios en las piezas, si con éstos  consigue facilitar el trabajo de los actores o subrayar algún efecto dramático. La puesta en escena, el espacio dramático, ya está escrito en sus propios textos, y especialmente detallado en sus últimas piezas.

 Las acotaciones escénicas en las obras de Beckett son parte integral de éstas, y no se pueden tomar como meras sugerencias para el director de escena. Si se suprimieran o se cambiaran las acotaciones escénicas de “Los días felices”, se obtendría una obra totalmente distinta