“LOS DÍAS FELICES”: PROCESO CREATIVO.
 

 En 1960, Beckett comenzó a escribir un monólogo femenino  que tituló: “X Female Solo”. Este <solo> comienza con una descripción de la escenografía de la pieza y termina con las palabras de Winnie: “leves jaquecas de vez en cuando”. A este monólogo preliminar de veinte páginas, le siguen siete manuscritos, tres ológrafos y cuatro mecanografiados, que nos muestran claramente el minucioso proceso creativo Beckettiano. Un proceso que se caracteriza por la simplificación, precisión y concentración. Beckett siempre ha estado interesado en el proceso creativo. En su ensayo Proust, dice que la obra de arte “ni se crea, ni se elige”, sino que “ pre - existe” en el artista, y lo único que tiene que hacer es descubrirla, desenterrarla, excavarla.

 Beckett concibió Los días felices como una obra en un sólo acto. Hasta la cuarta versión no se esboza el acto segundo, que aparecerá ya siempre en versiones sucesivas. Los problemas de estructura le preocupan especialmente a Beckett, que desea siempre encontrar un equilibrio, o armonía, entre lo que dice y cómo lo dice.

 En los primeros manuscritos de sus obras hay, frecuentemente, muchos detalles  realistas, explicaciones y conexiones, que posteriormente van a ir desapareciendo. A este primer paso en el proceso creativo, Beckett lo ha denominado: “la creación de ausencias”.
 Un segundo paso en el proceso creativo es destruir los sistemas de causalidad y cronología sustituyéndolos por otra clase de ordenamientos internos, tomados generalmente del lenguaje musical.

 En los primeros manuscritos de Los días felices, el mundo en el que viven los personajes parece haberse vuelto loco. Como es típico en Beckett, lo irreverente se mezcla con lo serio, lo trágico con lo cómico. Por el procedimiento de la “creación de ausencias”, escenas en un principio realistas, se transforman en otras más ambiguas, más poéticas. Beckett va descartando lo anecdótico y lo particular, para llegar a lo esencial, lo universal.
 Estas explicaciones acerca del proceso creativo de Los días felices, evidencian la aversión que tiene Beckett por toda clase de explicitaciones realistas. La depuración del lenguaje y la simplificación de las imágenes en la creación de Los días felices, logran un mayor impacto dramático en la versión final de la obra.

 Happy days se estrenó en el Cherry Lane Theatre de Nueva York el 17 de septiembre de 1961, dirigida por Alan Schneider. Esta es una de las piezas de Beckett que se reponen con más frecuencia. El propio autor la ha dirigido en dos ocasiones, la primera en 1971 en el teatro Schiller de Berlín, y en 1979 en el teatro Royal Court de Londres.