La agricultura

Agricultor

Hablar de la Agricultura en la Albufera es hablar del arroz.

La historia de la Albufera es también la historia de este cultivo
ya desde tiempos incluso anteriores a Jaime I tenemos noción de la existencia de este cereal; cabe decir que el arroz tiene una larguísima tradición ya que fue introducido por los árabes en el siglo XV.

Los arrozales han sido prohibidos y rehabilitados numerosas veces desde el siglo XV.
Prohibidos porque el estancamiento de sus aguas era un peligroso foco de infección para la población.
Pero cultivado reincidentemente por la elevada rentabilidad de esta gramínea frente a otros cereales.
Finalmente un tratamiento adecuado de las aguas de los arrozales acabó con su leyenda negra y este cultivo se extendió rápidamente a prácticamente toda la marjal que rodea la Albufera.

Sin embargo, a pesar de que los arrozales han robado mucha superficie al lago,
éstos ya son ahora parte del ecosistema de la Albufera,
y se consideran como un entorno bastante adecuado para la alimentación de la avifauna.

Ciclos

ciclos del arroz

El arrozal

marjaler

Las especiales condicones de inundabilidad que existen en el entorno del lago y su escasa profundidad permitieron su transformación agrícola para el cultivo del arroz.
La actividad arrocera, pionera del expansionismo agrario en las zonas húmedas, se fue extendiendo a costa de la paulatina reducción de la superficie del lago, especialmente a partir del siglo XVIII.

El cultivo del arroz ha experimentado sucesivos períodos de crisis a lo largo de la historia que han alternado con otras etapas de expansión.
El último de estos períodos de expansión se produjo entre finales del siglo XIX y la década de los treinta en este siglo, durante el cual prosiguieron las labores de aterramiento del lago hasta dejarlo, aproximadamente, en el perímetro que presenta en la actualidad.

El procedimiento empleado para elevar el nivel del terreno y ponerlo en cultivo consistía en realizar, en primer lugar una mota o margen de tierra que sobresalía del nivel del agua, delimitando la parcela del resto del lago. Posteriormente, se acarreaba mediante barcas (albuferencs) el barro procedente del fondo del lago y de los canales que desembocaban en él hasta elevar lo suficiente el terreno en la parcela y hacerlo apto para el cultivo del arroz.

Si se contempla la reducción de la superficie del lago en los últimos 200 años y se tiene en cuenta que eran necesarias entre 1.500 y 2.000 "barconaes" para rellenar una hectárea, se puede apreciar el enorme esfuerzo realizado para poner en cultivo el arrozal.
Sin embargo, a partir de los años cuarenta, el arrozal entró de nuevo en crisis.
Ello se ha debido, por una parte, a la mayor rentabilidad económica de los cultivos hortícolas y, por otra parte, a la aparición de maquinaria que ha facilitado las labores de transformación de los terrenos, a la vez que reduce el esfuerzo necesario para el cultivo de la huerta, muy superior al necesario en el arrozal. De esta manera, se puede observar como, en las cinco últimas décadas, el arrozal se ha reducido casi en un 50% en el conjunto de la Comunidad Valenciana, ocupando en la actualidad un lugar secundario en el contexto productivo nacional.
La producción de la Comunidad Valenciana se concentra en la provincia de Valencia, donde se produce aproximadamente el 30% del arroz nacional; ya que en Alicante se abandonó su cultivo en 1976 y en Castellón tres años después.
Esta producción se centra mayoritariamente en el Parque Natural, siendo Sueca, con cerca de 6.500 hectáreas, el municipio que concentra casi la mitad de la producción.

El arroz producido en el Parque Natural es casi en su totalidad del tipo denominado "redondo", fundamentalmente la variedad bahia; mientras que en las demás zonas arroceras nacionales se produce el tipo "largo" o "chino", de mayor aceptación en Europa, pero cuyas cualidades gastronómicas son muy inferiores a las del primero, sobre todo para el condimento de los platos tradicionales valencianos. No obstante, la comercialización de la producción arrocera valenciana parece garantizada y, con ello, el mantenimiento de este cultivo, necesario tanto por su importancia ecológica como por los valores paisajísticos que presenta.
En este sentido, cabe resaltar la riqueza de matices que muestra el arrozal a lo largo de su ciclo, desde el período de inundación invernal que multiplica por cinco la superficie de agua libre del lago, a los distintos cambios que se van sucediendo durante el desarrollo, desde la siembra en abril y mayo hasta la siega en septiembre.

Además del riesgo de desaparición del arrozal a causa de su transformación en huerta, el sector arrocero se enfrenta a otros problemas en el ámbito del Parque Natural; éstos derivan, en su mayor parte, de la excesiva fragmentación de la tierra en parcelas de reducidas dimensiones, lo que dificulta una racionalización de los aprovechamientos, tanto para el uso de maquinaria, como para los procesos de abonado, riego, tratamientos fitosanitarios, etc. La superficie media de las parcelas es inferior a una hectárea y más del 95% de las explotaciones tienen una superficie inferior a las cinco hectáreas, siendo Sueca el único municipio que presenta explotaciones arroceras de gran extensión, algunas superiores a las 50 hectáreas.
Esta fragmentación de la propiedad de la tierra, unida al modo como se ha ganado terreno en el lago para el cultivo a lo largo de siglos, hace que el sistema de riego presente una gran complejidad, con una densa red de canales y acequias de irregular trazado que, en muchas ocasiones, llegan a cruzarse entre si.

Según el modo de riego, el arrozal puede diferenciarse en dos tipos de terrenos: por una parte, los lindantes con el lago, muy expuestos a cualquier crecida del nivel del mismo y de fácil inundación pero imposible desagüe natural, denominados "tancats".
Por otra parte, las tierras altas, cuyo riego se realiza mediante otros caudales (fuentes, pozos, acequias de los ríos Turia y Xúquer) o por medio del agua del lago elevada mediante motores, en estos terrenos el desagüe se produce de modo natural.
Los tancats son un conjunto de campos, de entre 200 y 600 hanegadas, rodeados por pequeñas murallas de tierra (motas) en los cuales se resuelve conjuntamente el riego y el desagüe.
La inundación invernal, para la preparación y lavado del terreno, se produce al cerrar las golas y ascender el nivel del agua en el lago y los canales, entrando ésta por las boqueras de las motas; el desagüe se realiza con la ayuda de motores.
En el riego de abril a septiembre, basta con abrir las boqueras de las motas a los canales para que entre el agua del lago.
Los tancats, aunque carecen por lo general de reglamento escrito, se organizan mediante una Junta Administradora que se ocupa del aspecto administrativo y toma de decisiones, contratando entre dos y cuatro hombres para determinadas tareas (criadors, celadors, regadors, motoristes y maquinistes), correspondiendo al regador la responsabilidad de cuidar los niveles de agua en función del proceso de maduración del arroz, temperatura, etc.

Por su parte, los arroceros de las tierras altas se agrupan en las denominadas Comunidades de Regantes, cuentan con una Junta General, Sindicato y Jurado de Riego.
El riego, al igual que en caso anterior, se efectúa de modo colectivo, excluyéndose cualquier intervención particular.
El riego con las aguas del lago se halla regulado por la Junta de Desagüe de L'Albufera que se rige por unas Ordenanzas y Reglamento Interior que data de 1926, se halla constituida por "todos los propietarios de tierras enclavadas en los antiguos lindes del lago" (mojones de 1761).

El uso de plaguicidas en el arrozal afecta, en cierta medida, a la calidad de las aguas; no obstante, su efecto es mucho menor que el producido por el uso de plaguicidas y fertilizantes en la huerta del entorno del Parque Natural, donde su uso es masivo.
Unicamente cabe destacar en este sentido el uso de herbicidas y alguicidas que pueden afectar a la vegetación de los canales y orillas del lago.
El tratamiento del cucat del I'arròs, principal plaga de este cultivo, se realiza de manera controlada por la Consellería d'Agricultura para evitar los tratamientos particulares; asimismo, esta conselleria está desarrollando experiencias dirigidas al control de esta plaga por métodos biológicos no agresivos al medio, como es el caso de las feromonas.

La plantación tradicional del arroz a base de "guaixos" (manojos) traídos del "planter" (plantel), desapareció hace 15-20 años.
Ahora se "barreja" (planta) el arroz directamente sobre el campo, esparciendo la semilla uniformemente, bien a mano o a máquina.
Se planta a principio de mayo y se suplen las faltas a mano.
Es lo que hace el "marjaler" (agricultor de la marjal) en la imagen.
(arriba foto F. Jarque)