Todo acaba sabiéndose. Ella era consciente de que los secretos sólo han sido inventados para ser contados. Además, su mirada había cambiado, ella lo notaba cada mañana al mirarse al espejo. Sus ojos emitían una luz brillante como jamás lo habían hecho antes. Por tanto, no era de extrañar que su abuelo lo hubiera notado. Entró a su casa y sin apenas mirarle él ya emitió la pregunta que ella tanto temía: "Pareces ausente, como enamorada...¿A quién has visto últimamente que te hace cambiar de expresión?" Nunca le enseñaron a responder preguntas así. Hablar sobre sus sentimientos siempre había estado vetado y cuando lo intentaba todo salía mal. Por suerte con su abuelo era diferente. Empezaron a hablar escondiendo todo como en un cuento. Ninguno decía lo que de verdad quería pero ambos sabían lo que ocurría. "No desistas, en los cuentos siempre hay final feliz" concluyó el abuelo de pelo cano y cuerpo enjuto, guiñando su ojo derecho raído por los años.



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©Thais Bonilla Martínez