Cualquier introduccion sera superflua para la descripcion de un viaje que, comenzando con la visita a Roma, alcanza despues Napoles, los encantadores lugares de la costa amalfitana y vuelve despues a Roma a traves de testimonianzas historicas que, como en el caso de la gruta de la Maga Circe, rozan el mito. Pocas veces en su vida, el viajero habra encontrado tan exaltadora armonia entre los escenarios naturales y las obras artisticas creadas por la mano del hombre; pocas veces habra sentido tan contemporaneamente apagadas la sed de lo hermoso y la ocasion de una serena vida al aire libre. No intentaremos ni siquiera describir someramente una ciudad como Roma, cuyos monumentos son numerosisimos esparcidos en un area poco mas vasta de cuanto lo sea otra ciudad no menos ilustre como Florencia o Venecia. Solo en la edad moderna, la nueva Roma ha alcanzado el perimetro de la vastisima ciudad imperial que, de un aglomerado urbano de casi dos millones de habitantes, se redujo, en el Medioevo, a contener casi sesenta mil. Hemos querido solamente intentar la empresa, casi imposible, de concentrar la visita a Roma, en solo tres dias, a traves de tres itinerarios de una jornada cada uno, que se salen de los acostumbrados esquemas de las guias. Mayores noticias acerca de las Galerias, podra encontrarlas el turista en el apendice, es decir, en el capitulo: " Las diez capitales de la pintura ". Pero quisieramos recomendar al huesped de Roma una cosa: no se limite a la ciudad, no olvide el marco de sus colinas, abadias, monasterios, templos que componen el magico cuadro del Lacio, cuyo paisaje se modifica insensiblemente hasta Campania, de la que visitaremos el importante interior antes de descender a sus magnificos golfos: Salerno y Napoles.