La Conquista de Dacia
En
101, Trajano empezó su primera guerra contra los dacios, un pueblo que vivía
en la actual Rumania, cuyo líder era Decébalo. La guerra terminó al año
siguiente con la victoria romana en la batalla de Tapae. Entre 105 y 106 siguió
la segunda guerra de los dacios, durante la cual los romanos tomaron la capital
dacia, Sarmizegetusa, y anexionaron Dacia como provincia del imperio. Estas
guerras se reflejan en la columna de Trajano, que se levantó conjuntamente con
el Foro (Foro de Trajano), donde fue colocada para celebrar la gran victoria.
Aproximadamente
al mismo tiempo, se integró sin lucha al imperio el reino de los nabateos,
convirtiéndose en provincia romana con el nombre de Arabia Pétrea.
Mientras
ultimaba su posición, el Cesar ultimaba en paralelo
una colosal expedición de castigo que venía estudiando desde sus días
en la frontera septentrional. Era una campaña contra una nación bárbara, limítrofe
con las provincias de Mesia y Panonia, que alteraba la paz en la región
danubiana desde hacia años. Por eso había viajado hasta allí
antes de entrar en Roma.
Decébalo
el rey de los dacios había roto en varias ocasiones una tregua
que había acordado con Domiciano: Hostigaba una
y otra vez el territorio latino, a lo que se acogió Trajano para
organizar una represalia armada. Pero las causas reales de esta campaña eran
económicas. Dacia, situada entre la orilla norte del Danubio y los montes Cárpatos,
contaba con dos materias primas que el Imperio necesitaba para mantener sus
engranajes financieros: el oro y la sal.
Así
fue como en el 101 el imperio se lanzo a la que sería su última conquista
permanente de envergadura. Para ello llevó a cabo su mayor movilización hasta
entonces. Decenas de legiones, incluidas dos nuevas, se reunieron para combatir
a los dacios: algunos de los legionarios, desplazados desde lugares tan
distantes como Italia o Britania
y desde la vecina Germania, eran militares
altamente cualificados. Era el caso del arquitecto e ingeniero griego Apolodoro
de Damasco, autor del puente sobre el Danubio de una calzada casi milagrosamente
suspendida sobre el desfiladero de las Puertas de Hierro , todo para que las
tropas imperiales pudieran asaltar el país dacio con rapidez y contundencia
La estrategia de trajano no tardo en dar frutos. Dispuesta en dos gruesas columnas que avanzaron a gran velocidad hacia donde se concentraba el enemigo, la pinza rodeo las fuerzas del rey Decébalo y éste no tuvo más remedio que reconocer la derrota y jurar obediencia a Roma.
Para
la campaña del 101-102 d.C Trajano dispone de 86.000 hombres repartidos entre 7
legiones y 41 cohortes mixtas (caballería más infantería) de auxiliares y
algunos vexillationes de otras legiones. El ejército marcha sobre Tapae donde,
en la decisiva Batalla de Tapae, se atrinchera el líder dacio con unos 40.000
hombres entre caballería sármata e infantería dacia. Dada la inferioridad numérica
de sus fuerzas, decide preparar una encerrona a Trajano, pero este, previendo la
situación, divide su ejército en dos grupos. El primero dirigido por el propio
emperador lo forman las legiones I Adiutrix y II Adiutrix Pia Fidelis, IV Flavia
y VII Claudia más las dos cohortes de la guardia pretoriana, 20 de infantería
auxiliar y 30 mixtas con unas 10 alas de caballería. Esta fuerza se dirigirá
frontalmente hacia los 30.000 hombres de infantería que presenta Decébalo en
el estrecho paso por el que obliga a pasar a Trajano. Varias de las cohortes
auxiliares y vexilationes se ocupan de cubrir los flancos mientras el segundo
contingente dejado al mando de Tercio Juliano se interna en el bosque con las
legiones I Italica, V Macedonica, y XIII Gemina para expulsar a la caballería sármata
escondida en él y neutralizar así su emboscada.
En 102
Decébalo, tras algunas escaramuzas menores, se rindió. La guerra había durado
tan sólo unos meses con victoria romana. Dacia queda convertida en un estado
tributario y aliado de Roma por lo que varias legiones son apostadas en su
territorio para asegurar el dominio romano.
Sin
embargo, se trató de un éxito pasajero . En cuanto Trajano, fiel a su palabra
de tratar honorablemente a los pueblos vencidos , regresó a la capital, el
monarca dacio volvió a las andadas. Además de penetrar en suelo imperial,
intentó aliar a las tribus del norte danubiano para llevar a cabo su gran
ofensiva.
La
respuesta del emperador fue menos piadosa esta vez. La segunda contienda dacia
se caracterizó por una violencia estema. Fue una autentica guerra de exterminio
en la que los prisioneros eran ejecutados o
esclavizados: aldeas arrasadas, cultivos destruidos… Tomada la ciudad
principal del reino, Decébalo , fugitivo, prefirió suicidarse a ser arrastrado
tras el carro de trajano.
En el
año 106, Trajano volvió a reunir sus ejércitos para una segunda guerra en
Dacia.
A
diferencia de la primera guerra, la segunda se desarrolló en innumerables
escaramuzas que resultaron caras para el ejército romano, el cual, enfrentándose
a un gran número de tribus aliadas, luchó fuertemente por una victoria
decisiva. Finalmente, Roma prevaleció sobre Dacia. Al comienzo del verano de
106, se produjo un asalto a la capital Sarmizegetusa con la participación de
las legiones II Adiutrix y Flavia Felix junto con un vexillation de la legión
VI Ferrata. Los dacios repelieron el primer ataque, pero al final la ciudad fue
tomada y quemada. Decébalo huyó, pero pronto se suicidó, para evitar así el
ser capturado. A pesar de la muerte del líder de los dacios la guerra continuó.
Por la traición de Bicilis (un confidente del rey dacio), los romanos
encontraron el tesoro de Decébalo un el río Sargetia (tesoro que ascendía,
según la evaluación de Jerome Carcopino, a 165.500 kilos de oro y 331.000
kilos de plata). La batalla final de la guerra tuvo lugar en Porolissum.
Los
dos conflictos danubianos consumieron buena parte de los recursos estatales ,
pero proveyeron al Imperio de una Provincia nueva, Dacia, generosa en tierras
colonizables, esclavos y minas de oro y sal. A parte de suponer una vanguardia
defensiva en la que detener incursiones de los habitantes de las estepas
situadas al norte de la región.
Fue
gracias a estas riquezas como Trajano pudo impulsar su enérgico programa
de construcciones monumentales y de servicios, una de las claves de su
gobierno