LA DIFICULTAD DE INGLATERRA

 

Me movía como un agente doble entre los grandes conceptos.

La palabra “enemigo” tenía la eficiencia dental de una segadora. Era un ruido mecánico y distante más allá de aquella seguridad opaca, aquella ignorancia autónoma.

“Cuando los alemanes bombardearon Belfast fueron las partes ás amargas de Orange las que lo sufrieron más”.

Alguien me llevaba encima de sus hombros, conducido a través del campo iluminado por las estrellas para ver el cielo brillando sobre Anahorfish. Los mayores bajaban la voz y volvían a la cocina como si estuvieran cansados después de una excursión.

Después del apagón, Alemania llamaba a las cocinas iluminadas con lámparas a través de bayetas desgastadas, baterías secas, baterías húmedas, cables capilares, válvulas abovedadas, que chirriaban y burbujeaban según el sintonizador absolvía a Stuttgart y Leipzig.

“Es un artista este Haw Haw.puede dejarlo dentro de ellos fácilmente”.

Me hospedé con “Los enemigos del Ulster”, los pinches fuera de los muros. Un adepto a las bromas, crucé las líneas con contraseñas cuidadosamente anunciadas, manejaba cada discurso con puntos de control y no informaba de ello a nadie.