Las ruinas fueron descubiertas en 1909 por Luis Tortosa. En el mismo año fueron visitadas por Ballester Tormo, que inició las excavaciones. Entre 1928 y 1931 se realizaron 4 campañas. En las mismas colaboraron Luis Pericot y Domingo Fletcher, entre otros. De las excavaciones se deduce una destrucción violenta del poblado en torno al 330 aC. En los años 90 se han realizado trabajos de recuperación y nuevas excavaciones dirigidas por E. Díes Cusí. En los nuevos estudios se han identificado conjuntos de edificaciones de posible función sacra o palacial.
En las excavaciones se pusieron al descubierto 245 recintos murados (al parecer, una cuarta parte), en un recinto amurallado de unas 3,5 Ha. Se ha estimado la población en 1000-1200 h. Se encontraron numerosos materiales como cerámicas, vasos griegos, herramientas, armas, y joyas. Muchos de estos objetos están expuestos en el museo arqueológico de Valencia. Una pieza relevante es la estatuilla de bronce de un guerrero a caballo, símbolo de la arqueología ibérica valenciana, con una altura de 7,3 cm , descubierta en 1931 por el obrero Vicente Espí, en el departamento 218. El poblado contaba con un sistema defensivo, parcialmente excavado, con mas de 2 metros de altura (originalmente podría ser superior a los 5 metros), con torreones (Muralla de la Bastida según H. Bonet y E. Diez Cusi).
Un importante documento es la inscripción sobre plomo, de 180 x 40 mm, hallada en las excavaciones de 1928 en el departamento 48, enrollada bajo una piedra de molino. La lamina está escrita por las dos caras en alfabeto ibérico tartésico, y es una de las inscripciones mas largas. No se conoce su significado.